Ntra. Sra. de la Merced propicia el reencuentro de los reclusos con los miembros de la Pastoral Penitenciaria

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El delegado de Pastoral Penitenciaria, Pedro Fernández Alejo, comparte su crónica de la celebración en el Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre de la Eucaristía con motivo de la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced. La fiesta de la patrona de las prisiones ha propiciado un gozoso reencuentro de los presos con los miembros del voluntariado de la Pastoral Penitenciaria.

La prisión de Alhaurín de la Torre en la mañana brillante del 24 de septiembre se llenó de esplendor y alegría. La Madre de la Merced nos esperaba en el Salón de Actos del centro Penitenciario. Rosas blancas adornaban su imagen. Se la veía feliz y sonriente. Dos años ha esperado que llegara este momento de verse rodeada de sus hijos e hijas preferidos. Poco a poco, el salón, que se convierte en el lugar de encuentro de la Iglesia de la comunidad cristiana de la prisión, se va llenando de los creyentes que residen en el Centro Penitenciario y de quienes llegamos hasta allí desde el exterior.

Celebramos un encuentro, o mejor un reencuentro, entre los hermanos y hermanas en prisión con los miembros de la Pastoral Penitenciaria. Todos hemos pasado por un periodo de vacío, ausencia, desajustes, desencuentros. Hemos vivido nuestros calvarios personales y comunitarios. Ellos, los presos, han padecido un calvario infinito; han sido dos años de ausencias, de soledades, de no poder visualizar, ni palpar, ni escuchar mensaje de esperanzas, vivencias de fe sentida. Ellos, más que nadie, han sufrido su propia Pasión encarcelada.

También los miembros de la Pastoral Penitenciaria han sufrido dos largos años de no poder sentir ni compartir con los internos momentos de encuentro, de presencia, de oración y de fe. Por fin, este ha sido el día en el que nos hemos podido encontrar en la celebración de la eucaristía cerca de veinticinco voluntarios. Largos meses de espera para que llegaran los permisos correspondientes de II. PP. de Madrid y así poder retomar la misión humanizadora y evangelizadora dentro de la prisión.

La celebración de la Eucaristía fue muy emotiva, sentida y vivida con intensidad. Con los internos e internas, miembros de la Pastoral Penitenciaria, Funcionarios y representación de la Hermandad del Rico, liberadora tradicional de un preso cada Semana Santa, y la presencia musical del coro Amanecer, nos sentimos degustando una experiencia religiosa profunda. La imagen maravillosa de la Virgen de la Merced parecía dibujar una sonrisa de felicidad al ver a todos sus hijos protegidos formando una comunidad de hermanos como su Hijo Jesús soñara.

Iniciamos un nuevo camino en nuestro quehacer pastoral desde la Delegación de Pastoral Penitenciaria. Nos ponemos en las manos de Ntra. Sra. de la Merced para que Ella nos guíe y acompañe y estemos siempre dispuestos a salir al encuentro de nuestros hermanos privados de libertad.

Pedro Fernández Alejo

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