
«No hagáis esperar a nadie que llame a vuestra puerta» es una de las frases más queridas y recordadas de Madre Francisca Pascual, fundadora de las religiosas Franciscanas de la Inmaculada. Con ella concluyó su homilía el obispo de Málaga, D. José Antonio Satué, en la Eucaristía del centenario de la presencia de estas Madres en la diócesis, haciendo referencia al carisma de acogida de esta congregación.
Este Centenario es «un momento de profunda gratitud. Hace cien años, el Dr. Miguel Mérida, movido por su generosidad y experiencia, solicitó a la Congregación que viniera a atender a niños y niñas excluidos del sistema educativo por su ceguera y sordera. La respuesta fue inmediata y generosa, dando inicio a una obra que ha perdurado durante un siglo, marcada por el servicio a los más vulnerables, adaptando su carisma a los nuevos tiempos. El antiguo “Colegio de sordos” se ha transformado en un “colegio inclusivo”, atento a las nuevas vulnerabilidades y comprometido con una educación integral», afirmaba Mons. Satué.
La capilla del Colegio La Purísima acogió el sábado 25 de octubre la celebración del centenario del comienzo de tan generosa obra en la diócesis de Málaga: 100 años ofreciendo un hogar y educación a los niños con sordera y otras necesidades especiales. Cientos de antiguos alumnos y familias unidas a este Colegio se hicieron presentes para compartir juntos y mostrar a las hermanas su cariño y agradecimiento, en lengua de signos y, en el más universal de los lenguajes, «el del amor», como expresó Mons. Satué. Varios sacerdotes de la zona, capellanes y amigos de las religiosas compartieron también la Eucaristía.
«En esta Eucaristía, reconocemos la misericordia de Dios derramada a través de esta institución y la entrega abnegada de tantas personas que han contribuido a su desarrollo», proseguía el obispo de Málaga en su homilía. Y es que, la Misa abrió un día de convivencia, deseado y esperado, por quienes tenían miles de anécdotas que compartir de su estancia en aquellas aulas.
Una jornada que pone un punto y seguido a su labor en la Iglesia de Málaga. En palabras del prelado malacitano: «Madres Franciscanas: sois queridas y reconocidas en Málaga, pertenecéis a la historia de nuestra diócesis. Cien años después de vuestra venida, estáis ante el reto de mirar al futuro, desde la falta de vocaciones que hoy afecta a todos los carismas de la Iglesia; pero la gracia de Dios no abandona nunca».

