
Paula Vega fue enviada por el papa Francisco a ser misionera digital, algo que le llevó a cambiar el rumbo de su vida para ser coherente con la misión encomendada. Como ella, Andrés Berlanga, youtuber y profesor de Religión, expresan el impacto que la vida de este papa ha dejado en quienes navegan cada día hacia el continente digital.
Paula Vega es misionera digital. Solo en Instagram tiene una comunidad de 34.500 seguidores. Esta malagueña estudiante de Teología en los centros diocesanos es Project Manager en España para la serie The Chosen, Community Manager de la Congregación Redentorista de España y Content Creator en Católicos en Red, además de autora de varios libros, cursos y conferencias que acercan el Evangelio al continente digital.
«Como misionera digital, la muerte del papa Francisco me toca el alma. Él fue quien me hizo entender que la vocación a evangelizar en las redes era real. En 2022, a través de Monseñor Lucio Ruiz, me envió oficialmente como misionera digital y con ese gesto sentí la fuerza del Espíritu Santo. Fue el empujón que necesitaba para dejar mi trabajo y dedicarme por completo a esta vocación, a pesar de críticas, burlas y muchas puertas cerradas que encontré en los primeros años. Francisco confió en nosotros y nos recordó que nuestra misión era “samaritanear” los ambientes digitales con la ternura de Dios. Gracias Francisco, por recordarnos que la Iglesia es esa Madre Amorosa que abraza a todos, todos, todos».
Andrés Berlanga es youtuber. En la plataforma de vídeo tiene más de 38.000 seguidores. este maestro de Religión y graduado en Ciencias Religiosas en los centros teológicos de Málaga considera las redes el espacio de su apostolado, y en él, Francisco ha tenido una influencia más que notable.
«Recuerdo perfectamente el día en que fue elegido el papa Francisco, yo tenía 21 años y estaba en ese momento en clase de Teología. Al anunciarse la fumata blanca, salimos todos al pasillo, nerviosos y emocionados, pendientes del nuevo papa. No tenía ni idea de lo importante que sería Francisco en mi vida. Su forma sencilla y cercana de hablar de Dios me tocó profundamente, y su constante testimonio sobre la alegría del Evangelio ha marcado mi vida y mi vocación. Su invitación a «salir a las periferias», con alegría, sin miedo a equivocarnos, me inspiró a evangelizar en las redes, donde la fe se comparte también jugando, con creatividad y un lenguaje actual, especialmente pensando en los más jóvenes. Él me enseñó que también ahí, en el mundo digital, se puede ser misionero. Y que vale la pena intentarlo, sabiendo que cada “clic” puede ser una oportunidad para que alguien se encuentre con Cristo».