Artículo publicado por el sacerdote Rafael J. Pérez, delegado de Medios de Comunicación de la Diócesis de Málaga, en la sección de Opinión, El Alféizar, de Diario SUR.
Muchos hablan de Dios; en el nombre de Dios se predica también el odio y se practica la violencia. Basta acercarse al terrorismo yihadista. En este mundo convulso, quizá tanto como en otras épocas, pero con características diferentes marcadas por la globalización y la tecnología, es importante descubrir el verdadero rostro de Dios. En el judaísmo, en el cristianismo, en el islam. Por citar religiones monoteístas. Me consta que hay verdaderos y titánicos esfuerzos por mostrar el rostro de un Dios generador de paz. Como también existe una gran labor de prevención de la violencia. Basta acercarse a lo que ocurrió en Málaga este viernes, donde se practicaron dos detenciones.
Conviene seguir empeñados en ello. En todos los ámbitos. También en el cultural y educativo. Quizá deberíamos aprender, sin ir muy lejos, de Finlandia. Durante años referente educativo en Europa. El modelo del país nórdico destaca por el lugar que ha ocupado la asignatura de religión en las aulas. Esto, junto a otros factores, logró combatir el individualismo y prevenir la violencia en las aulas. Ante el desafío que ofrece la emigración, por lo que tiene diversidad cultural, educativa y religiosa tiene, es importante saber quién es cada alumno para encajar bien en la cultura nueva.
Solo del Dios verdadero, en el que creen millones de personas, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa fue no esperar nada de Dios y, consecuentemente, se tomó un punto de vista parcial como criterio absoluto de orientación. Sin embargo, recordemos que la absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo: no son las ideologías las que propician la paz estable, sino mostrar al Dios que nos hace plenamente humanos. Aunque sea una cuestión de fe. También en las aulas.