José Manuel Llamas, doctor en Teología y profesor del CESET, ofrece claves de lectura de la reciente nota del Vaticano sobre la Virgen María. Bajo su punto de vista, «ofrece las claves fundamentales del capítulo VIII de la “Lumen Gentium” y la “Marialis Cultus”, aplicándolas a algunos casos concretos que necesitaban clarificación»
MARÍA, MADRE DEL PUEBLO FIEL
Nunca separemos a María del misterio del Amor de Dios, ni de la Iglesia: este es el hilo de la «Nota doctrinal (del dicasterio para la doctrina de la fe) sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación». En ella se exponen, bajo mi punto de vista, las claves fundamentales del capítulo VIII de la «Lumen Gentium», y la «Marialis Cultus», aplicándolas a algunos casos concretos que necesitaban clarificación. Aunque no es un texto complicado, aquí dejo algunos consejos para su lectura.
Una cuestión, para empezar: ¿hacen falta más dogmas marianos? Sinceramente, creo que no. De hecho, los dos últimos, en su formulación (no en la verdad que proclaman) tienen aristas difíciles de limar a nivel antropológico y escatológico, y en el diálogo ecuménico, religioso o cultural. No podemos negarlo. Además, creo que cualquier cosa que se diga de María más allá de lo que ha sido ya definido queda fuera del horizonte de la Palabra de Dios o la Tradición de la Iglesia. Por tanto, no hay razón de peso para afirmar algo nuevo sobre María. Inventar verdades que cuestionan la historia de la salvación tal como ha sido revelada es, al menos, siempre inoportuno, o, si la ideología sustituye a la fe, quizás herético.
Un consejo básico: no se te ocurra saltarte el comienzo (puntos 1-15), porque es lo más importante. Ahí se desarrollan los fundamentos bíblicos, patrísticos, históricos y sistemáticos que definen la persona de María.
Algunas claves, del propio texto, para enmarcar lo que cuestiona.
- «Se deben evitar los títulos y expresiones referidas a María que la presenten como una especie de “pararrayos” ante la justicia del Señor, como si María fuese una alternativa necesaria ante la insuficiente misericordia de Dios» (37).
- «No es lícito presentar la acción de María como si Él (Dios) la necesitara para obrar la salvación. María no reemplaza al Señor en algo que Él no haga —no quita ni añade—» (65).
- «Una mirada dirigida a ella que nos distraiga de Cristo, o la ponga al mismo nivel del Hijo de Dios, quedaría fuera de la dinámica propia de una fe auténticamente mariana» (66).
Así, el documento señala que el título «corredentora» es siempre inoportuno (22), o que «mediadora» no facilita la correcta comprensión del lugar único de María en la historia de la salvación (67), salvo que se entienda en analogía remota con Cristo, cuya mediación es única (53), y, por tanto, siempre en conexión con su maternidad (64, 71, 72).
En definitiva, la maternidad de María es la fuente de donde brota todo su ser y actuar. Por eso, para terminar, el escrito nos ofrece una breve, pero valiosa, descripción de dos títulos enclavados en una piedad popular sencilla y madura, y que deberíamos quizás desarrollar más: «La primera discípula» (73-75), y «Madre del Pueblo fiel» (76-80).
