Francisco se ha reunido con la permanente nacional de Manos Unidas. En este encuentro ha participado la presidenta-delegada de Málaga, Ana Torralba, que es la que tiene más antigüedad en la misma. El Papa ha aprovechado para destacar la figura de la mujer que contribuyó a crear hace 65 años la asociación pública femenina española que trabaja para combatir el hambre, el subdesarrollo y la falta de educación en los países de América, África y Asia.
De cara al Jubileo el Pontífice invitó a ser «peregrinos de la esperanza» y a contribuir «a la mejora material, al progreso moral y al desarrollo espiritual de los más frágiles y necesitados».
Luchar contra el hambre, el subdesarrollo y la falta de instrucción, comprometiéndose, además, en trabajar para erradicar las causas estructurales que las producen. Esta es la misión específica de «Manos Unidas – Comité Católico de la Campaña contra el Hambre en el Mundo», cuya comisión permanente el papa Francisco recibió el 9 de diciembre en el Palacio Apostólico.
Lee el mensaje íntegro de Francisco a las representantes de Manos Unidas.
Ana Torralba destaca a diocesismalaga.es lo emocionante de esta visita. «Te das cuenta de que Manos Unidas abre puertas hasta en Roma. La gente valora y aprecia la labor que se realiza. Para mí ha sido un auténtico regalo. ya servir a los más pobres es estar bien pagada, pero estas experiencias enriquecen mucho personal y colectivamente». De su encuentro con el Papa, Ana subraya que «nos invitó a «seguir mirando a los ojos y tocando al que lo necesita. Eso es lo verdaderamente importante», nos dijo; y luego su referencia constante a la mujer, lo que nosotras llevamos tanto tiempo diciendo. Y nos puso el ejemplo de María».
Esta asociación, nacida del genio femenino, surgió en 1959 como respuesta de las mujeres de Acción Católica de España al llamamiento de la FAO, que denunciaba el «hambre de pan, el hambre de cultura y el hambre de Dios que padece gran parte de la humanidad», recuerda el Papa al inicio de su discurso, destacando que desde hace 65 años llevan adelante «la tarea de ayudar y contribuir a la promoción y al progreso de los países en vía de desarrollo».
Según datos de la misma ONG a principios de diciembre, más de un millón de personas en América, África y Asia han conseguido ya cambiar sus vidas con la generosidad y dedicación de una red solidaria de 6.500 voluntarios, pero con la campaña, subraya Francisco dejanto el texto escrito, «apenas alcanzan a cubrir el 15% del hambre en el mundo. Es muy duro, muy duro».
A continuación, destaca la labor que, «con la sensibilidad y la fortaleza propias del genio femenino», Manos Unidas realiza en la erradicación de «esos males que siguen golpeando a tantas naciones» y hace referencia a la figura de la Madre de Dios, porque «la Virgen María es la Mujer por excelencia». Y dejando nuevamente de lado el discurso preparado, añade:
Nosotros estamos acostumbrados con esta cultura machista, a tener a la mujer como, no digo como el perrito o el gato de la casa, pero como un ser humano de segunda calidad… Y nos olvidamos que las que llevan adelante el mundo son las mujeres. Como dicen algunos, «y son las que mandan». Pero está bien. Pero la mujer que lleva adelante una familia, que lleva adelante los pueblos, que se acerca a la necesidad, esa sensibilidad tan rica de la mujer.
María, modelo para mejorar nuestro mundo
«María, con el corazón radicado en Dios, continúa atenta a las necesidades de sus hijos» asegura Francisco. «Ella es el modelo plenamente realizado de nuestra humanidad, a través del cual, por la gracia de Dios, todos podemos contribuir para mejorar nuestro mundo». Y eso es lo Manos Unidas trata de actuar «gracias a su característica y a su intuición y realidad como madres, hijas y esposas», llevando a cabo su misión específica: «luchar contra el hambre, el subdesarrollo y la falta de instrucción» y trabajando para «erradicar las causas estructurales que las producen».
Este cometido se hace posible solamente con una visión cristiana del ser humano, que tenga como fundamento el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
En el Jubileo, reorientar nuestra vida hacia Jesús
Animándolos a a seguir adelante con «su hermosa misión de voluntariado y asistencia», el Pontífice mira al Jubileo y los invita a «ser peregrinos de esperanza y a reorientar la vida hacia Jesús, también a través de su contribución a la mejora material, al progreso moral y desarrollo espiritual de los más frágiles y necesitados, para ayudarlos a conseguir una vida que responda a la dignidad de hijos de Dios».
Deseo que este tiempo de Adviento, en la espera paciente, llena de esperanza en las promesas de Dios, nos ayude a todos a alcanzar una renovación espiritual para contribuir en la tan deseada construcción de la civilización del amor, de tal manera que nos permita unir nuestro amor filial hacia Dios con el amor al prójimo.