El hermano Antonio Díaz Rodríguez, carmelita descalzo de la parroquia Stella Maris, falleció este sábado en Madrid, a los 79 años de edad, habiendo recibido los santos sacramentos y la bendición apostólica de Su Santidad.
La Misa córpore insepulto se ha oficiado este lunes, 16 de noviembre, a las 12.00 horas en la iglesia Stella Maris de Málaga. A continuación se llevaba a cabo el traslado al cementerio de Cártama (Málaga), ciudad natal del religioso.
En marzo de este mismo año, el pueblo de Cártama le rindió un sincero homenaje, donde familiares y allegados le hacían llegar muestras de cariño al que muchos conocían como «El Blanquillo».
Son muchas las personas que se han dirigido a la parroquia para despedirse del hermano y consolar a los familiares. Era un hombre muy querido y así lo trasmiten aquellos que han estado acompañándolo hasta el último momento.
María, feligresa de la parroquia, trasmitía, desde su más profundo dolor, su recuerdo al Hno. Antonio: «yo lo conocía desde pequeña, ensayábamos todas las tardes con él en la parte de debajo de la iglesia para cantar. Hemos estado toda la vida con él, ha formado parte de los casamientos de mi familia y ha hecho bastante bien a todas las personas. Además de venir a ofrecer mis condolencias, he venido a escribir en nombre de mis tías que están en Francia. Era un hombre muy entrañable. Desde siempre ha estado con ellas y su familia.»
Por su parte, Rosa María Gil, una feligresa más, hablaba de él como «el hombre más bueno, que ayudaba a todo el mundo. No tengo palabras, la verdad. He sentido en el alma su fallecimiento, porque desde que tenia 15 años he estado con él. Estaba pendiente de todo el mundo. Una persona grande, grande, de las poquitas que quedan».
Como ellas, muchos otros feligreses expresaban su cercanía al hermano: «No hay dos como él, imposible que lo haya. Es irrepetible». «Yo lo quiero muchísimo, es un hombre muy querido por todo el mundo. El mejor fraile. Era un hombre irrepetible» afirmaba otro malagueño. «Lo echamos de menos por las canciones de los domingos, animaba mucho con sus cantos. Sin él la iglesia está vacía». «Hemos perdido al mejor del mundo entero». «Hemos perdido a un gran religioso». Son algunos de los testimonios recogidos durante la mañana del lunes en la parroquia.
Beatriz Lafuente