«Los millones de laicos llevan el primer anuncio a los lugares de vida y a la familia»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Xavier Morlans i Molina, profesor en la Facultad de Teología de Cataluña, abrió las Jornadas de Formación para el Clero con una reflexión sobre el primer anuncio. Tras la ponencia concedió esta entrevista a los programas de COPE Málaga. 

Sacerdotes, laicos y religiosos sobre protagonistas en el primer anuncio, ¿no es así?

Así es. El Vaticano II redescubrió la dignidad del laico que, por el bautismo y la confirmación, es totalmente protagonista, es pueblo de Dios y recibe con el Espíritu Santo la tarea de ser sacerdote a su nivel, orando a Dios por el mundo; profeta, es decir que habla de las cosas de Dios, del anuncio; y pastor, en tanto que cuida a su familia o se hace responsable de un grupo de trabajo. Aún estamos marcados por la inercia de siglos en los que se hablaba de la Iglesia docente, la que enseña (obispos, sacerdotes y religiosos) y la discente, la que aprende (laicos). Esto va cambiando desde el Vaticano II y en ese proceso estamos porque, la cuestión es bastante clara: ¿Quién está en la fábrica, en el despacho,  en el hospital, en la escuela, en el día a día? Pues los laicos. Por tanto, los centenares de millones de laicos en el mundo son los que pueden hacer llegar el anuncio a la plaza, al camino, al tren, al hospital, a los lugares de vida y a la familia, por supuesto.

¿Cuáles son las funciones del primer anuncio?

El primer anuncio es presentar a alguien a Jesús con amor, cariño y humildad, es decir, como alguien que vive. El primer anuncio es la puerta para entrar en la experiencia cristiana y no es algo que esté sólo al principio, sino que es un fundamento permanente, pues ponerse en relación viva con Cristo resucitado es lo más importante de la fe. Y para ponerte en relación viva con alguien al que no ves necesitas que alguien, de vez en cuando, te lo recuerde, ya sea el cura en la homilía del domingo, tu esposa o tu marido al rezar juntos en la noche, una compañera que da un testimonio, etc. Necesitamos permanentemente volver a oír el anuncio, porque es lo que nos hace poner en presente de indicativo la presencia de Jesús resucitado. Por otro lado, como nos dice el papa Francisco en “Evangelii gaudium”, el anuncio de Cristo muerto y resucitado es criterio para decidir si una cosa es más o menos importante en el cristianismo. Por ejemplo, ¿tener misericordia con los pecadores, con los que caen en una y otra vez, tiene relación con la muerte de Cristo? Sí, porque Él murió y al ladrón le dijo hoy estarás conmigo; por tanto, tenemos que cuidar mucho el acercamiento a los alejados. 

El anuncio es una forma de comunicar: una imagen de Cristo es una forma de anuncio; una manera de vivir con alegría, con amor, es anuncio. Pero este anuncio siempre necesitará también la palabra de alguien que te lo diga.

Y por último, el anuncio si es auténtico, no me lo puedo guardar para mí, sino que lo tengo que compartir con mis hermanos. Y si Cristo ha muerto por todos, quiere decir que aquel pobre que está apartado en el rincón de la plaza ha sido rescatado por Cristo, es mi hermano y tengo que ir a ayudarle. Esa es la dimensión social y comunitaria del anuncio.

Resumiendo, las cinco funciones serían: puerta de entrada a la experiencia cristiana, fundamento permanente activador de la vida cristiana, criterio en la jerarquía de verdades dogmáticas, catequéticas y morales, forma de vivir y proponer la vida cristiana, y dimensión comunitaria y social.

¿Por qué nos resulta difícil entender o practicar ese primer anuncio?

Pues porque, hasta hace unos 20 ó 30 años, en España todo niño que nacía era bautizado y hacía la primera comunión, con lo cual se supone que recibía una iniciación cristiana, se aprendía el catecismo y quizás con motivo de la boda la renovaba. Por lo tanto, se suponía que una mayoría de ciudadanos eran cristianos y perdimos la preocupación de asegurar que cada persona tuviera una relación personal con Cristo. Entonces, nos dedicamos a explicar catecismo a los niños y a los adultos, a hacer unas celebraciones litúrgicas lo más ajustadas posibles, a recordar que tenemos que ser buenos y solidarios, pero olvidando que todo ello se sostiene en la vivencia impresionante de una relación existencial, de un vínculo de amor con Dios Padre a través de Jesús y el Espíritu Santo.

Y el anuncio es la exhortación, la invitación, a mantener viva esta relación de amor con Jesús, una actividad pastoral propia que muchas veces se da de paso. Ahora lo estamos redescubriendo y el Congreso “Pueblo de Dios en salida” celebrado en Madrid en febrero de 2019 fue un gran impulso para redescubrir la importancia del primer anuncio.

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