Desde el 29 de junio al 3 de julio, casi 100 niños, jóvenes y adultos de las parroquias de Santa Rosalía-Maqueda, Ardales y Álora han vivido una «magnífica experiencia de compartir unos días entrenándose para la vida común, el respeto mutuo, con la naturaleza, el desarrollo de las propias cualidades, la autonomía personal, la responsabilidad, al tiempo que profundizando y celebrando la fe en Jesucristo, que nos une a todos los grupos de crecimiento en la fe de las parroquias», en palabras del arcipreste, Francisco Sánchez-Cano.
El lugar fue un albergue rodeado de olivos en Priego de Cordoba. En total 95 personas, entre chavales y adultos-responsables y la experiencia inolvidable, afirma Sánchez-Cano: «la acogida por parte del matrimonio responsable ha sido magnífica y la convivencia entre las distintas edades y situaciones, muy enriquecedora y llena de gestos de amabilidad y cuidado inter-generacional».
En este sentido, el arcipreste asegura que «a veces cuando preparamos encuentros de nuestros grupos parroquiales, hacemos problema por las diferencias de edades entre los participantes. Puede serlo, si la dinámica no es abierta a la gama de edades, pero cuidando de que todos tengan su función y posibilidades, nuestra experiencia es que al igual que en la familia natural convivimos diversas edades, y entre todos nos ayudamos, y nos hacemos responsables, cada uno de lo que es capaz, así en la gran familia de la fe hace mucho bien a los pequeños tener ‘algunos hermanos un poco más grandes’, con los que aprenden a superarse, y con los que se sienten seguros y les gusta compartir actividades; y a los mayores les hace mucho bien saber que son importantes para otros que les siguen en edad».
En la celebración diaria de la Eucaristía, al caer la tarde, el grupo fue poniendo en manos del Señor la gran acción de gracias «porque Él es quien nos une. Él ha estado con nosotros estos días de campamento cristiano, como acompaña a todos los grupos de parroquias que en esta época viven experiencias similares. Hemos tenido como slogan del campamento aquella frase de El Principito: ‘Lo esencial es invisible a los ojos’. Con esas palabras y otros fragmentos del delicioso cuento de St. Exupery hemos profundizado en el nivel humano de esa afirmación y naturalmente en la hondura creyente: nada más esencial e invisible a los ojos que nuestro Padre Dios. Gracias, Señor, por estos magníficos días compartidos en los que te hemos tenido con nosotros», concluye Francisco.
Encarni Llamas Fortes