‘La tapa solidaria’, un día para ayudar

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

La misa del pasado 17 de noviembre en la parroquia de la Divina Pastora de Marbella fue el principio de un día solidario. Tras la celebración de la Eucaristía, todo estaba dispuesto para recibir a los participantes en la jornada de «La tapa solidaria».

Con la ayuda de feligreses, ciudadanos del barrio y la colaboración del Ayuntamiento, se dispusieron los elementos necesarios para comenzar un día lleno de emoción. La jornada será recordada en el barrio de la Divina Pastora por la solidaridad de las personas que allí participaron.

Se colocaron las mesas, las vallas y el escenario. Los feligreses traían comida, que luego se vendería a un euro. Incluso se ofrecieron papeletas para la rifa de un jamón. Con las melodías de coros rocieros y de compases flamencos, la plaza era ya un lugar idóneo para pasar la jornada en un clima de amistad y altruismo.

«Es un día precioso y ha venido mucha gente», afirmaba la catequista de la parroquia, María Victoria, especialmente emocionada por la respuesta de sus vecinos. Era domingo, y no podía faltar una paella. Las encargados de su elaboración fueron los miembros de Cáritas Diocesana, que coordinaba la jornada. Todas las personas ofrecían su colaboración para que ese barrio de Marbella fuera un ejemplo del valor de la condición humana.

La unión de las diversas generaciones, desde niños a padres o abuelos, recordaba la importancia de la familia. Todos contribuían con su participación ayudando a Cáritas Divina Pastora, a la que iban destinados los beneficios de jornada.

El barrio de la Divina Pastora, donde está la parroquia del mismo nombre, ofreció un auténtico ejemplo de esperanza. «Aquí hay muchos obreros; se trasladaron a la ciudad en los años 60 y se asentaron en este barrio con sus familias», comentaba María Victoria. El desprendimiento en la gente con menos recursos resultaba especialmente conmovedor.

Poco a poco caía la tarde y, sobre las cinco, se empezaron a recoger todos los elementos que habían posibilitado la jornada. Tras el café y los dulces de la sobremesa, la plaza iba recobrando su aspecto habitual. Pero la jornada quedaría en los corazones de las personas allí reunidas, esperando la siguiente celebración en la que reine la solidaridad.

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