La revolución del padre

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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

CARTA ABIERTA. Fernando Vidal, director del Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia de Comillas. Ante la celebración del Día del Padre, el 19 de marzo, fiesta de san José.

Distintos libros han puesto de relieve la ausencia del padre en nuestra sociedad. Obras como “América sin padre”, “El padre perdido” o “El padre invisible” nos hablan de una crisis de la paternidad que recorre el mundo.

Nuestro mundo está viviendo una revolución respecto a la paternidad. Los hombres tomamos conciencia de que queremos conciliar mejor trabajo y familia para poder disfrutar, cuidar y convivir más con nuestra familia. A la vez, hay que reconocer que parte de la cultura de paternidad arrastra una desigualdad con la madre que lleva a que el hombre no participe suficientemente en las responsabilidades domésticas y de crianza. Existe una imagen del padre que lo caracteriza como alguien poco afectivo, lejano, patriarcal. Y en gran parte se atribuye a la tradición católica.

Eso no fue siempre así. Los padres hasta 1830 eran mucho más afectivos con sus hijos que lo que pretendemos serlo ahora. Estaban muy comprometidos en la crianza y la convivencia con los hijos era permanente porque coincidían el hogar y el lugar de trabajo. Además una gran parte de los padres de Europa y América –especialmente las iglesias evangélicas- estaban personalmente muy comprometidos en enseñar a sus hijos cada día Biblia y ética. Los papeles entre varón y mujer eran bastante intercambiables.

En 1830 se industrializó al padre, se le llevó a las fábricas y se creó la hiperespecialización de padres productivos y madres reproductivas. Los roles de género se hicieron muy fijos y se encerró a cada uno en una imagen de género que en realidad estaba al servicio del poder y el capitalismo industrial. El Restauracionismo legitimó al Estado y al poder haciendo uso y abuso de la figura paterna. Eso fue lo que creó una ideología patriarcal que hemos heredado y de la que luchamos por liberarnos.

A la vez, hay una contrarrevolución. El intento bienintencionado de liberar al padre del patriarcalismo ha conducido a afirmar que todo en la paternidad es construido, que no existe ninguna naturaleza y que en realidad el padre carece de ninguna misión ni especificidad propia. No hay singularidad paterna. La consecuencia es que la institución y experiencia paterna ha caído en anomía y vacío. Eso ha provocado una deserción masiva de hombres por el vaciamiento de la paternidad.

Sin embargo, la ciencia demuestra que nuestro cuerpo cambia cuando los hombres somos padres. Existe una biopaternidad desde el origen del hombre. Los padres reclamamos nuestra corporalidad y nuestra singularidad. Padres y madres somos iguales de únicos.

Los padres no podemos desplegar todo el amor y nuestra misión si estamos limitados por el patriarcalismo, la desigualdad de género y el encierro en la producción laboral. La Alegría del amor de Francisco nos invita explícitamente a superar el patriarcalismo y abrazar la igualdad. Pero también a profundizar antropológica, experiencial y espiritualmente en la singularidad de la paternidad.

A ello hemos dedicado el libro “La revolución del padre”, que publica la editorial Mensajero. Es un proyecto del Instituto Universitario de la Familia para la Fundación Casa de la Familia, impulsado por la Iglesia de Madrid. Hay una llamada a que cada padre se entregue en cuerpo y alma a la mayor misión que puede tener en este mundo. Unámonos en la revolución del padre.

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