
Del 25 al 27 de marzo a las 18.30 horas, la Catedral de Malaga acogerá sus tradicionales charlas cuaresmales con las que se nos invita a adentrarnos en este tiempo litúrgico tan especial en el que nos preparamos para la Pascua. Este año correrán a cargo de Monseñor Juan Carlos Elizalde (Mezquíriz –Navarra–, 1960), obispo de Vitoria.
Actualmente es el responsable del área de primer anuncio de la Comisión Episcopal para la Evangelización Catequesis y Catecumenado. Además, es un habitual en las redes sociales. Lo podemos seguir en X (antiguo Twitter), en Instagram… ¿Son las redes un buen lugar para ese primer anuncio?
Yo creo que sí. Hoy, sobre todos nuestros jóvenes, aunque también nuestros adultos, se comunican por ahí y el Papa y la Iglesia entera está efectivamente empujando a que comuniquemos el Evangelio en esos foros. La verdad es que, aunque yo no soy experto, me dejo aconsejar por los profesionales.
¿Qué importancia tiene la presencia de los seglares en ese ambiente para la evangelización?
Hoy es prioritario. En concreto, por la sensibilidad juvenil que ha nacido ya en este mundo y que tiene una facilidad pasmosa para moverse ahí. Hoy nadie lee un discurso largo, un libro o una película lenta, prima la comunicación rápida, certera, alegre, atractiva… Así que estamos haciendo todo lo posible para que el mensaje de Jesús de Nazaret, que efectivamente es de un atractivo insuperable, no encuentre barreras y sean todo facilidades para transmitirlo.
Estamos en Cuaresma. ¿Puede ser una buena penitencia ayunar de redes?
Sí, cada uno sabe la fuerza de voluntad que tiene y desde luego somos un poco esclavos también en ese mundillo. El Papa también lo suele decir a menudo: es importante el dominio de nuestra vida, tener las riendas de la existencia en nuestras manos, hay que ejercer un señorío también en este aspecto.
Del 25 al 27 lo tendremos en la Catedral con sus charlas cuaresmales. Como decía usted que hoy, la comunicación debe ser rápida, ¿cómo resumiría el tema que va exponer para abrirnos boca?
Son tres temas con tres preguntas. El primer día, “¿Para quién soy?”. Es decir, el sentido de la vida, el sentido de la existencia, el Señor, los hermanos… Está claro que somos corazón, somos para amar y ser amados, y mirándonos a nosotros mismos y a nuestro ombligo no adivinamos el sentido de nuestra vida. Ahí entran otros con mayúscula y con minúscula. El segundo día la pregunta es, “¿Qué me lo puede impedir?”. Esto no es automático, no siempre uno da con el sentido, nos podemos extraviar, tenemos oscuridades, mentiras vitales que nos contamos a nosotros mismos, por el retrovisor de nuestro vehículo nos puede entrar un tráiler… Y la tercera y última: “¿Quién y a quién me envía?”. Es decir, recogiendo un poco todos los datos, las cartas que hay sobre mi mesa, ¿cuál sería mi aportación personal en el mundo, mi vocación personal. ¿A quién me envía el Señor y en qué circunstancias, con qué acentos, con qué prioridades?
En Cuaresma, la religiosidad popular comienza a bullir. Los cofrades preparan con devoción sus salidas procesionales. ¿Qué piensa usted sobre la religiosidad popular y su oportunidad, también para ese primer anuncio?
Mi respuesta es: “por sus frutos los conoceréis”. Donde se cuida la religiosidad popular, donde se profundiza, donde se alimenta de la palabra de Dios y de la vida sacramental, hay frutos; frutos vocacionales, hay ánimo en esas comunidades y en esas iglesias, hay jóvenes… Y donde se ha descuidado, se ha pensado que era una religiosidad de segunda, se han abandonado muchas tradiciones o no se ha cultivado con profundidad, etc., pues las comunidades están más tristes, hay menos vocaciones y hay menos jóvenes. Se ha roto más la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Eso es un hecho.
Cuaresma es tiempo de conversión, de dejar de mirarnos a nosotros mismos y de mirar más al prójimo, sobre todo al que sufre o está excluido. Desde su particular visión en el ámbito de las migraciones, –ha sido presidente de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana de 2020 a 2024–, ¿cómo vivir una Cuaresma en esa clave de acogida en nuestras comunidades?
Hoy, el Cristo crucificado, el Cristo sufriente, tiene rostro de mujer, tiene rostro de menores, tiene rostro de migrantes. Sería una farsa que estuviéramos cultivando las celebraciones y la preparación a la Semana Santa olvidándonos del Cristo real que tenemos a nuestro lado. Con enorme certeza, la Iglesia ha recordado siempre que el Jesús crucificado no es un asunto del pasado, sino que el rostro del Señor está hoy en los que más sufren. Afortunadamente, esta sensibilidad está presente en nuestras comunidades. Por ejemplo en el País Vasco, en mi diócesis de Vitoria, hay una sensibilidad social enorme y yo estoy contento de cómo se da respuesta a estos dramas que tenemos sin salir de casa.
MUY PERSONAL
La vocación mariana de su infancia
Nuestra Señora Roncesvalles, en Navarra.
Oración, Ayuno, Limosna… ¿Cuál le cuesta menos?
Pues la verdad es que la oración me gusta, no me cuesta nada; la limosna tampoco me cuesta demasiado. Sin duda, el ayuno es el que más me cuesta.
Una lectura para la Cuaresma
¿Puedo hacer propaganda? La carta de Cuaresma-Pascua de los obispos vascos y navarro. Perfecta, maravillosa. Nos ha quedado muy bien.
Un equipo de fútbol
Mi corazón está partido entre el Osasuna y el Alavés.
El día favorito de la semana
El domingo, con todas las de la ley.