«La Iglesia debe contribuir a la regeneración social»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

«Lo dramático de esta crisis es que estamos desarmados de ideas y principios para resolverla». Son palabras del jesuita e historiador Fernando García de Cortázar, que ha visitado Málaga para hablarnos de política, regeneración social y militancia cristiana

-¿Estamos ante una hora grave de España?

– Sin duda. Y no es un catastrofismo. Hay una serie de razones para afirmarlo: primero, se está produciendo la primera impugnación que España vive en su historia. Nos hemos peleado por una u otra idea de España, pero nunca se había negado su existencia y su realidad. En segundo lugar, porque la crisis, no sólo económica sino de valores, ha erosionado tanto la sociedad que la ha convertido en algo trivial, banal, donde pueden prender movimientos como el de «Podemos», que es la expresión del rechazo hacia realidades como la corrupción, pero que no creo que sea la solución para los españoles.

-¿Cuál es la fortaleza de «Podemos»?

– Frente a «Podemos» hay que decir «debemos». Su fortaleza es la trivialidad de la sociedad española, la falta de espíritu crítico en un momento en que está golpeándonos el mal ejemplo que han dado determinados partidos políticos. Ellos se benefician de ese descontento. Es claro que no quieren mejorar la democracia tal como la vemos, una democracia parlamentaria representativa, sino destruirla. Se hacen fuerte en ese magma del descontento, de la desilusión contra los partidos que han tenido poder. Pero viendo la encuesta del CIS, encontramos que mucha gente que los quiere votar no sabe nada de su programa y muy poco de sus líderes. Tenemos ejemplos de estos populismos en la historia y del peligro que suponen para la democracia. En el momento en que acceden al poder, acaban con las reglas del juego democrático. Lo que hay que hacer es purificar la democracia, poner reglas de control en temas relacionados con el dinero y el poder. Y a la hora de votar, ser más críticos. «Podemos» es hijo de la incultura de la sociedad española, de la falta de espíritu crítico, de la falta de excelencia en la educación y de los malos ejemplos de algunos políticos.

-¿Es posible la regeneración? Porque cuando uno mira a la historia puede pensar que nunca hemos vivido una situación tan dramática como ésta.

– Y probablemente tiene razón. Pero el problema es que crisis las ha habido siempre, pero en otros momentos sí había motivos y razones y criterios para abordarlas. El momento actual nos ha encontrado desarmados de ideas, de principios para resolverlos. Hay que volver a ideas que en algún momento nos sacaron de la crisis, como puede ser la unidad de todos los españoles. Estas crisis la resolvemos todos juntos o no la resolvemos. La erosión de la enseñanza nos obliga a volver a una educación más excelente, más exigente. Hay que dotar a la sociedad de instrumentos críticos para que no trague con cualquier declaración populista, de un aventado. Tenemos que leer más, incluso una fórmula que yo impondría es que, así como los impuestos son obligatorios a todos los españoles, también el voto lo fuera. Porque si no se altera el mapa electoral de España, porque ayudaría a purificar la democracia, a saber lo que quieren los españoles y no sólo aquellos que tienen mayor capacidad de movilización.

-¿Existe una militancia del laicado en la vida pública o la echa en falta?

– Estamos en un momento de falta de dinamismo de la sociedad. Hemos sido aplatanados, y estos ejemplos de corrupción desorientan a mucha gente y le hacen encerrarse en la vida privada. Desde la jerarquía de la nación no se ha hecho un esfuerzo por movilizar a los españoles. Yo creo que si España hubiera sido trasmitida con emoción, con sentimiento, no ocurriría lo que está ocurriendo en Cataluña, donde hay que culpar a los nacionalistas catalanes, pero también a gente que no ha sabido trasmitir una idea de España que mueva, vivida como un sentimiento. Es algo que se debe trasmitir día a día.

-Muchas veces parece que la Iglesia ha ido dinamitando una serie de libertades de la persona que ahora hay que reconquistar.

– Yo critico un anticlericalismo barato que confunde el sano laicismo con el anticlericalismo. Los cristianos debíamos ser mucho más claros y hablar de cómo la Iglesia está en el origen de las libertades y de la democracia. ¿Por qué existe una democracia en Europa y no en el Tibet? Pues porque desde el origen del cristianismo se predica la libertad y la igualdad del hombre. La Iglesia está en el propio corazón de la democracia, como también lo están próceres del catolicismo como Santo Tomás o Suárez. En el Sermón de la Montaña está el origen de la libertad y la igualdad. Jesús fue absolutamente revolucionario hace dos mil años y las raíces de Europa no se pueden entender sin ese mensaje.

-¿Qué opina de fuerzas políticas como Vox?

– Los conozco mucho y no doy una visión como politólogo e historiador sino personal. Yo entendería que se intentara purificar al PP desde el propio partido, la prueba es el fracaso que han tenido. Alabo sus buenas voluntades pero hay que ser más realistas sobre cómo se mueven los votos y tener en cuenta el voto útil. Yo habría hecho un esfuerzo mayor desde dentro por purificar el partido.

-¿Qué papel está llamada a jugar la Iglesia en esa regeneración?

– Mucho. Cuando se reconstruye el drama de la Segunda Guerra Mundial, y se oyen las voces desconcertadas de las víctimas que, ante el horror de Auschwitz preguntaron «¿dónde está Dios?» podría responderse más tarde con una severidad pertinente «¿y el hombre, dónde estuvo?». A nosotros nos corresponde preguntarnos, en todos los momentos críticos de la historia, en todos los instantes de peligro como el de ahora, no sólo «¿dónde está Dios?» sino con mayor profundidad «¿dónde está el hombre, perfilado con la asimilación del mensaje de Cristo?» Ante la estación terminal del totalitarismo, el silencio de Dios carecía de sentido sin plantearse previamente la responsabilidad del hombre. A nosotros nos corresponde preguntarnos, en todos los momentos críticos de la historia, en todos los instantes de peligro como los de ahora, no sólo ¿dónde está Dios? sino con mayor profundidad ¿dónde está el hombre, perfilado con la asimilación del mensaje de Cristo?, el hombre que con la cultura de 2000 años había dado forma, significación y criterio moral a la civilización. Yo creo que la Iglesia, más allá de un mensaje para los suyos, debe tener un mensaje universal. Jesús predica la igualdad y la libertad, de las que nosotros debemos ser los grandes defensores. El fallo de la Iglesia ha sido, a lo largo de la historia el no haber promulgado una fuerte responsabilidad y conciencia social a muchos de sus miembros. Es dolorosísimo que España, que es un país tradicionalmente católico, sea en este momento, junto a otro país de Europa, el que posee las mayores diferencias entre ricos y pobres.

Descarga la conferencia íntegra pronunciada por Fernando García de Cortázar en el Centro Arrupe.

Ana María Medina

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