La Divina Pastora de Málaga expondrá su reliquia de Fray Leopoldo los días 9 de cada mes

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Desde este 9 de febrero, fiesta del beato Fray Leopoldo de Alpandeire, todos los días 9 de cada mes, la parroquia de la Divina Pastora y Santa Teresa, en Málaga, expondrá la reliquia del beato, desde las 9 de la mañana a las 9 de la noche, para su veneración.

Es costumbre que, en los templos donde se guardan reliquias de este fraile capuchino limosnero, natural de Alpandeire, se expongan par su veneración el día 9 de febrero, fecha en que se conmemora el aniversario de su fallecimiento. En muchos lugares, esta exposición se amplía a los días 9 de cada mes.

La Congregación de la Divina Pastora de Málaga guarda en el camarín de la Virgen reliquias de distintos santos vinculados a su historia y una de ellas es del beato Fray Leopoldo. «La Orden Capuchina la cedió para su custodia pública en los días previos a la beatificación del fraile limosnero, que tuvo lugar el 12 de septiembre de 2010, en la Base Aérea de Armilla, en Granada. Desde entonces se guarda en el camarín de la Virgen», explica Juan Navarro, hermano mayor de la congregación. 

En esas mismas fechas, también se instaló en la Plaza de Capuchinos la estatua que recuerda la figura de Fray Leopoldo y que fue costeada por suscripción popular, con la coordinación de la Congregación de la Divina Pastora y la Vicepostulación de la Causa de Fray Leopoldo. 

Desde este 9 de febrero, la parroquia de la Divina Pastora, en el barrio de Capuchinos, expondrá la reliquia del beato malagueños, los días 9 de mes, desde las 9 de la mañana, a las 9 de la noche, para que los devotos puedan venerarla.

La actual iglesia parroquial de la Divina Pastora fue el antiguo convento capuchino, lo que une aún más a esta parroquia con la orden. 

La Congregación de la Divina Pastora está cerrando los actos para conmemorar el 250 aniversario fundacional (1771-2021). «Fue el beato fray Diego quien, en una de sus misiones en Málaga, fundó una congregación para cuidar el culto de la Divina Pastora», explica el hermano mayor, quien añade que «este aniversario ha servido para poner en valor y divulgar el gran legado del que somos herederos en la Congregación. Y no queremos que terminen los actos extraordinarios, sino que queremos darle continuidad con iniciativas como esta que ponemos en marcha: Queremos que los días 9, Fray Leopoldo sea protagonista en el antiguo convento de capuchinos, actual parroquia. Su reliquia estará en exposición pública y se ofrecerán velitas para que los devotos puedan encenderlas y colocarlas junto a la estatua. Es una oportunidad para dar a conocer la figura de un hombre bueno al que se le tiene mucha devoción y al que queremos que se siga conociendo. Una oportunidad para acercar la agente a la parroquia y la parroquia a la gente. Una oportunidad para dar a conocer la devoción a la Divina Pastora. Todos son oportunidades y estamos muy ilusionados con la iniciativa», concluye Juan Navarro. 

Fray Leopoldo,  «un faro de Dios para los hombres”

El 12 de septiembre de 2010, en la base aérea de Armilla, el arzobispo Mons. Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos pronunciaba las siguientes palabras: «Un fraile se preguntaba: ‘¿Por qué a ti? ¿Por qué todos buscan con gran afán tu sepulcro, tus reliquias y tus estampas? Tú no eres ni alto ni gallardo, no eres robusto ni arrogante, ni rico ni elocuente, ni culto… ¿por qué?’ Y la respuesta a esta pregunta era: ‘Tú eres sencillamente un faro de Dios para los hombres'». 

Este fragmento es parte de la homilía de la misa de beatificación del «fraile limosnero», Fray Leopoldo. Un hombre sencillo, nacido en Alpandeire, en plena Serranía de Ronda. 

Son varios los hombres y mujeres sencillos, de los pueblos de la diócesis, o que han trabajado en ella, y que han sido beatificados y canonizados en los últimos años. Es el caso de la beata Madre Carmen y del beato Enrique Vidaurreta, naturales de Antequera; de la beata Madre Petra, del Valle de Abdalajís; y del beato Juan Duarte, de Yunquera. Sin olvidar a quienes fueron obispos de Málaga: cardenal Spínola y san Manuel González (que fundó en Málaga las Misioneras Eucarísticas de Nazaret); al fundador de las Mercedarias de la Caridad, Juan Nepomuceno Zegrí; y al beato Padre Arnaiz.

El primer fruto de la beatificación fue el testimonio alegre de las miles de personas que vivieron en directo la beatificación desde la base aérea de Armilla. Ni el calor, ni el cansancio ensombrecieron la alegría de sus rostros. Y es para dar gracias a Dios que un hombre sencillo, de pueblo, que ni era guapo, ni alto, ni tenía dinero, ni estudios, reuniera en un mismo lugar a tal cantidad de políticos, militares, eclesiásticos, artistas y civiles; y que todos estuvieran de acuerdo en una cosa: «Fray Leopoldo ha sido un hombre bueno”.

El dinero que se recaudó con la venta de las alforjas y el que muchas personas anónimas e instituciones donaron se destinó a la construcción de una residencia para personas mayores en el Serrallo, en Granada. Según el presidente de la Fundación Benéfico Asistencial Hogar Fray Leopoldo, y administrador de la causa de canonización, fray José Antonio Márquez, «ha sido una respuesta activa y un recuerdo permanente a la desbordante bondad del muy querido hermano y verdadero amigo Fray Leopoldo de Alpandeire».

Carta Pastoral 

Con motivo de la beatificación de fray Leopoldo, el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, escribió una Carta Pastoral titulada “Un paisano nuestro en los altares”, en la que recordaba que «el empujón decisivo lo recibió Francisco Tomás a los treinta años, durante una predicación en Ronda, con ocasión de la beatificación de fray Diego José de Cádiz. Viendo el fervor de los franciscanos capuchinos, que acudieron a la celebración, y “lo bien que hablaban del Señor”, Francisco Tomás expresó el deseo que sintió brotar en él con fuerza renovada: “Yo quiero ser un fraile como éstos”. Solicitó el ingreso en la Orden, para seguir el ideal de vida franciscano como hermano lego». 

Y añadía que, «el Espíritu Santo inspira a cada persona, para que viva su vocación bautismal de una determinada manera. A veces el Señor se sirve de alguien (“un fraile”, “un sacerdote”, “una religiosa”, “un misionero”, “un padre o madre de familia”), que es contemplado como modelo de seguimiento de Cristo».

Aquí pueden leer la Carta completa. 

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