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Comentario al evangelio del domingo XXIII del Tiempo Ordinario, por Julia Manteca, profesora de los Centros Teológicos de la Diócesis.
Nos encontramos en el evangelio de san Mateo, concretamente en el llamado “discurso eclesiológico”. El evangelista aprovecha las palabras de Jesús para dirigirse a la comunidad, en su mayoría de procedencia judía y donde hay notorias críticas a escribas y fariseos. En este caso presenta la guía de conducta sobre las actitudes que deben estar presentes en toda comunidad cristiana como son el perdón y la compresión.
Hoy, la corrección fraterna, cuya procedencia es la responsabilidad de salvación que tenemos sobre nuestros hermanos, es una práctica que no solemos ejercer, pues a menudo nos dedicamos a criticar negativamente a los miembros de la comunidad. La importancia de dicha corrección radica en que todos somos pecadores, pero aún así, en la comunidad hemos de ser signos de perdón, acogida y arrepentimiento.
El otro aspecto a destacar es el poder de la oración comunitaria “donde dos o tres están reunidos en mi nombre…”, ya que además del sentido religioso también está presente la dimensión social que posee la oración comunitaria en su doble vertiente y que cada día renueva a la Iglesia: nos reúne como Pueblo de Dios y nos identifica con los necesitados, por los que elevamos la oración.
Estos aspectos destacados deben llevarnos a hacer posible comunidades en las que la corrección fraterna sea una realidad constructiva que nos ayude a creer y crecer.