Julián Quirós, director de ABC: «La información religiosa es una necesidad en España»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Desde hace poco más de un año, Julián Quirós (Guareña, Badajoz, 1969) es el director del diario ABC. El periodista cuenta con una fuerte vinculación con Málaga, pues sus inicios profesionales fueron en la redacción del Diario SUR, aquí crecieron sus hijos y aquí acaba de recibir la medalla de honor de la Centenaria Asociación de la Prensa de Málaga

Tras 14 años en SUR, donde llegó a ser subdirector, pasó a dirigir otros periódicos del grupo Vocento como Hoy (Badajoz) y Las Provincias (Valencia), antes de incorporarse a la cabecera nacional. ¿Qué sensaciones le vienen cuando vuelve a Málaga? 
Hay un punto como de no haberte ido, como de que las cosas están como las dejaste. Cuando vuelves, haces los ritos, vas donde te gustaba ir, en mi caso a mi barrio de El Palo, de Pedregalejo, vengo al centro… Sientes que algo forma parte de ti y sigue ahí esperándote para cuando quieras disfrutarlo de nuevo.

Y el reconocimiento de sus compañeros, ¿cómo lo recibe?
Estas cosas dan un poco de pudor. Hay un viejo periodista que dice que los premios son como los perfumes, hay que olerlos y sientan muy bien, pero como se te ocurra tragártelos, lo terminarás pasando muy mal. Hay que tener cuidado con ellos, pero obviamente estoy muy emocionado, contento, satisfecho… Con mucha alegría, pero también con pudor. 

El papa ha anunciado hace unos días el tema de su próximo mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales en el que desarrolla la importancia de escuchar para una buena información. ¿Cree que los periodistas, con las prisas de ser los primeros, escuchamos poco?
Lo que dice el Papa, en realidad, trasciende al periodismo. En general, escuchamos poco y la gente escucha poco. En nuestros hábitos y dinámicas cada vez se escucha menos por muchos motivos, porque hay una cultura muy determinada, porque hay prisas, porque cada vez trabajamos más o porque tenemos que hacer muchas cosas y no tenemos tiempo. Hay un déficit de escucha enorme en las sociedades modernas, terrible. En las superestructuras periodísticas, efectivamente, ocurre como en la política, como en tantas otras cosas; pero yo, a los periodistas de a pie, lo que les tengo que decir es que escuchar es vital para hacer periodismo. Nuestro trabajo, simplemente consiste en ir a los sitios, ver y oír cuanto se dice, y luego trasladarlo. Por lo tanto el periodista que no escucha como un hábito fundamental de su actividad está equivocándose, no está haciendo bien su trabajo. 

¿Qué importancia cree que tiene hoy en día la información religiosa?
Es un ámbito específico que cubre una necesidad muy determinada, al margen de que el medio o el periodista se definan como confesionales o no. Se trata de atender las necesidades informativas de un grupo de interés, que además en el caso de España, está compuesto de comunidades amplísimas que acogen a mayorías sociales. Como responsables de medios, tenemos que verlo en un doble sentido: por un lado, aquello que cubres y cuentas para los públicos más pegados a los sentimientos religiosos, a la fe; sin olvidar que hay públicos más extensos que quizá están más distanciados, pero que lógicamente tienen su interés pues lo religioso forma parte de su cultura. Creo que hay que conjugar esas dos velocidades, esas dos distancias, para hacer un buen periodismo religioso. 

¿Algún consejo para ayudar a la Iglesia a comunicar su mensaje en el mundo de hoy?
La Iglesia tiene hoy un problema, un obstáculo que es el que tenemos también los periodistas o los medios de comunicación en los últimos 20 años con la explosión de internet y las redes sociales. Vivimos una crisis de la intermediación y todos los que teníamos esa función de alguna manera –también la Iglesia lógicamente desde sus niveles– tenemos esa dificultad pues tenemos que adaptarnos. Pasamos de un tiempo en el que nuestra capacidad de intermediación era más obvia, más evidente para todos; a otro en el que ya no tenemos ese monopolio. Por lo tanto, tenemos que desplegar nuevas destrezas para preservar y para mantener esa actividad que es fundamental. En realidad, lo que hacemos es mediar entre dos polos. Creo que la Iglesia tendrá que hacer ese trabajo, y lo está haciendo, porque es consciente de ese desafío. 

 

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