El 17 de marzo, domingo más cercano a la fiesta de san José (patrono de los seminaristas), se celebra el Día del Seminario. Allí se forman los futuros sacerdotes. ¿Qué es para un cura lo mejor de serlo? En estos días de campaña vocacional, se lo hemos preguntado a varios don diversa experiencia.
10 AÑOS DE ORDENACIÓN
Juan Carlos Millán Guerrero celebrará el próximo 28 de junio 10 años de ordenación sacerdotal. En la actualidad es párroco en Santa Catalina Mártir (Arenas), la Inmaculda Concepción (Daimalos) y San Isidro (Trapiche), y vicario parroquial en San Juan Bautista (Vélez-Málaga).
«Lo mejor de ser cura, es el sentimiento de felicidad plena que produce el saber que el Señor cuenta contigo para seguir con su tarea.
»Vivimos en una sociedad donde todo el mundo busca la felicidad y el estar en el sitio adecuado, y cuando me preguntan si soy feliz como sacerdote, desde el día de la ordenación, la respuesta siempre es afirmativa.
»Algunas veces hay momentos buenos y otros momentos de prueba que con la ayuda del Señor siempre se intentan superar, pues como en todo en la vida, nunca nadie dijo que fuese fácil, pero esos buenos momentos, y sobre todo el compartir tu fe con las comunidades a las que eres enviado, son los que hacen que el ser sacerdote merezca la pena».

Ernesto Ruiz Canales, sacerdote de la diócesis de Málaga
5 AÑOS DE ORDENACIÓN
Ernesto Ruiz Canales recibió la ordenación sacerdotal hace casi 5 años, el 29 de junio de 2019. En la actualidad, es párroco de Istán y vicario parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, en Marbella.
«Lo mejor de ser cura, ha sido el regalo de tener ese encuentro personal con Cristo en el servicio a una comunidad. Compartir todo lo que nos une y que también dejamos a los pies de la mesa del altar; las penas, las alegrías, las esperanzas, lo sueños, lo deseos, las frustraciones de la vida y todo ello desde la experiencia de sabernos llamados a anunciar la Buena Noticia.
»Todo este tiempo he tenido una familia que se ha hecho cada vez más grande; en la que nos podemos aportar la alegría de sabernos amados por Dios. No ha sido fácil, ha sido un camino de aprender, conocer y crecer en lo humano y lo divino, formándome con herramientas que me permitan darme más y mejor en mi ministerio.
»También ha sido un tiempo de ir confirmando la llamada que el Señor me ha hecho a mí y a mis hermanos sacerdotes que se entregan todos los días en su sacerdocio; especialmente a los que fueron mis formadores y compañeros y han sido un ejemplo para aprender de ellos y que esto ha sido y sigue siendo la experiencia más feliz de mi vida y en la que seguiré dando gracias a Dios todos los días»

Ordenación Daniel Gutiérrez
RECIÉN ORDENADO
Daniel Gutiérrez Santiago es el sacerdote más joven de la diócesis de Málaga, en la actualidad. Recibió la ordenación sacerdotal el 24 de enero de 2024, cuando aún tenía 24 años. Es vicario parroquial de Nuestra Señora de los Dolores, en el Puerto de la Torre.
«Ser cura es un gran regalo que intento cuidar día a día»
«En estos casi dos meses de cura que llevo estoy disfrutando mucho del ministerio recibido. Para mí es un gran regalo que intento cuidar día a día.
Tengo la suerte de ir viviendo mi ministerio en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, comunidad que me ha visto crecer. Soy afortunado por poder estar a su servicio.
Lo que más me fascina del ministerio es ese ser intermediario entre Dios y los hombres. Hablar a los hombres de Dios y de todo lo que nos regala, y hablar a Dios sobre las inquietudes de su pueblo.
Ser cura es algo muy grande, porque estás en los momentos más importantes de la gente. Acompañas al recién nacido en el bautismo, a los niños que se preparan para recibir a Jesús, a los jóvenes llenos de inquietudes, a esas madres que quieren sacar a sus familias adelante, a esas personas que llegan rotas al sacramento de la reconciliación, a quienes sufren el peso de los años, a quienes se encuentran en sus últimos momentos de vida… En definitiva, al sacerdote se le invita a acompañar a las personas en todas las etapas de la vida. Esto es algo muy delicado y muy gratificante. Soy afortunado por poder entrar en los corazones de tanta gente para hacerles llegar el amor de Dios.
También decir, que sigo emocionándome con cada sacramento, y en especial con cada Eucaristía, que Cristo se haga presente por medio de mis palabras y mis manos, es algo increíble. El ser sacerdote es un regalo muy grande.