Josefina Fernández Salcedo recibió la Medalla Pro Ecclesia Malacitana, concedida por Mons. Jesús Catalá, en su parroquia de Vélez-Málaga, la Encarnación y San Juan. Su párroco, Fernando Azuaje, le hizo entrega de «la mayor alegría que podía recibir a estas alturas de mi vida», afirma Fina.

¿Qué significó para usted recibir la Medalla?
Para mí fue la mayor alegría que podía recibir a estas alturas de mi vida, que tengo ya 85 años. Estoy muy contenta y, sobre todo, muy agradecida al Sr. Obispo, a mi párroco, a la comunidad parroquial y a la Diócesis, a la que me siento muy unida pues fui varios años miembro del Consejo Pastoral Diocesano representando al Arcirprestazgo de Axarquía Interior. El día de la imposición de la Medalla me sentí muy arropada y querida por la parroquia, mis familiares, mis amigos. Yo estaba que no cabía en mí de alegría y de agradecimiento. Fue muy grande lo que viví y creo que no lo voy a olvidar nunca.
¿Cuál es su misión en la parroquia?
Justo ahora es cuando menos estoy haciendo, por mi edad, pero sigo colaborando en todo lo que puedo y mi condición física me permite, sobre todo, el vivir la fe con alegría y transmitirla, que para eso no hay edad. Compartir la fe en la parroquia me ayuda muchísimo, a través de la liturgia y los sacramentos. Para mí, la parroquia siempre ha sido una prioridad y muchas veces he dejado otras cosas porque en la parroquia se me necesitaba para algo. He sido enfermera con horarios complicados y visitas a domicilio, y situaciones familiares complejas, pero siempre he encontrado el tiempo necesario para la parroquia. He sido catequista de niños y de adultos, llevado grupos de oración de lectivo divina, sido miembro de Cáritas parroquial, estado en el grupo de liturgia y en el de economía, he tocado la guitarra y hasta una rondalla montamos… nunca he dicho que no a aportar mi granito de arena en la parroquia, siempre con mucha ilusión.
¿Toda la vida en su parroquia?
Desde el año 1940, cuando nací. Viví 13 años en Granada con las Hijas de la Caridad, a las que pertenecí, pero el resto de mi vida, en mi parroquia de Vélez-Málaga. Después de recibir la comunión entré en los grupos de la Santa Infancia y seguí en todos los grupos de la parroquia. Desde los años 40 hasta ahora he conocido a muchos párrocos y vicarios parroquiales. Hemos tenido épocas de misión, de escuela rural con una vida muy activa… hemos vivido de todo y estoy muy feliz y, si volviera a nacer, volvería a hacer lo que estoy haciendo. Lo que me quede de vida, ahí voy a estar. La parroquia me ha dado mucha más de lo que yo haya podido aportar. Siempre, siempre, siempre estaré agradecida.
¿Cuál es su acción de gracias a Dios?
Gracias infinitas por la salud para poder llevar mi trabajo apostólico a cabo; y gracias por haberme dado la fe y la oportunidad de profundizar en ella, vivirla, y compartirla. La fe, para mí, es la mayor gracia que puede dar Dios, y es la que me ha movido en mi servicio, ya sea en el trabajo o en la parroquia, o en el día a día.
