José Ignacio Álvarez Martínez es uno de los coordinadores de especialistas de acción reconocidos en el cine internacional. Sindicado americano de efectos especiales, ha participado en la película Celda 211, ganadora de ocho Premios Goya, y ha visitado Málaga dentro del rodaje de la serie Snatch.
¿Cómo decidió usted dedicarse a esta profesión?
Desde niño tuve un temperamento muy movido, y era muy ágil, por lo que pronto me ofrecieron trabajar en unas escenas de riesgo. El resultado fue muy bueno y así empezó todo.
¿Cuál es la formación necesaria para ser coordinador de acción?
Cada persona se forma de una manera diferente, pero normalmente se trabaja como especialista unos años y se empieza a ayudar a los coordinadores. Cuando has ejercido de asistente durante más de diez películas, ya se empiezan a hacer los pinitos con pequeños proyectos. Personalmente, me formé en Hollywood y continué aprendiendo en diferentes partes del mundo, como Santo Domingo, Guatemala, Francia, Honduras, también en Jordania dónde participé en la película Lawrence de Arabia. Para realizar escenas específicas, me gusta aprender de los grupos o personas cuya realidad estamos llevando a la pantalla.
¿Por qué el cine de acción tiene tantos espectadores?
Porque suele enseñar situaciones espectaculares, escenas que no son cotidianas para el espectadores y que despiertan en él emociones intensas.
¿Qué diferencia acción de violencia?
Para mí hay mucha diferencia entre violencia y acción. La acción se da cuando el personaje está en continuo movimiento (persecución, conflicto…) mientras que una escena violenta supone infligir daño o asesinar a algunos de los personajes. En mi opinión, no tiene sentido que escenas de este segundo tipo se emitan en la gran pantalla o en televisión, porque provoca en los espectadores una insensibilización hacia la violencia, y es probable que algunos espectadores intenten imitar la escena. Creo que ese no es el objetivo ni de las películas, ni de las series.
¿Alguna vez se ha visto en la situación de tener que rechazar un trabajo por esa cuestión?
Sí, me ha pasado. En las películas que son proyectos independientes, que aún no se han vendido a una distribuidora, no se marcan los suficientes límites a la hora de introducir escenas desagradables, y esto es contraproducente para los jóvenes y para personas sin la necesaria capacidad crítica. Considero que estas escenas no son necesarias, por lo que han sido muchas las ocasiones las que me he negado a su creación y difusión.
Ana María Medina