El arciprestazgo de San Patricio ha celebrado este sábado 2 de abril una jornada jubilar en el centro de la capital. Alrededor de medio millar de fieles se dieron cita en Calle Alcazabilla desde donde iniciaron una peregrinación hacia la Puerta Santa de la Catedral.
La peregrinación se desarrolló con cantos e himnos, con alegría y jubilo. Presidia una cruz que ya utilizaron en la oración en la playa de la misericordia en el mes de diciembre llamada «la cruz de la misericordia», que esta en el oratorio de la parroquia Virgen del Camino.
Al llegar a la Catedral, se leyó un resumen de la catequesis del papa Francisco sobre el sentido de atravesar este año la Puerta Santa de la Misericordia. Como afirma el arcipreste: «Tras un silencio largo para entrar en intimidad con el mismo Cristo que es la puerta, atravesamos la Puerta Santa de la Misericordia en la SI Catedral en el patio de los Naranjos. Una vez dentro del templo, oramos en tres momentos contemplamos el gozo de la misericordia (sentirnos amados y perdonados por el Padre), el rostro de la misericordia que es el mismo Cristo y el pan de la misericordia, la Eucaristía»
«Al terminar -continúa Antonio J. Sosa- comenzamos la celebración de la Eucaristía en esta octava de Pascua y víspera del domingo de la Divina Misericordia. Terminamos con una invitación a la Misión. Exhortándonos a continuar siendo discípulos misioneros en nuestros barrios»
—————–
TEXTO ÍNTEGRO DE LA HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL ARCIPRESTE
Queridos hermanos Feliz Pascua de la Resurrección de nuestro Señor Jesús.
Alegría poder celebrar juntas las comunidades parroquiales del Santo Ángel, La Paz, San Juan de Ávila, San Patricio, La Encarnación, San Ignacio, El Salvador, Natividad, Madre de Dios y Virgen del Camino, el Jubileo de la Misericordia en este último día de la octava Pascual.
Jesús nos invita una vez más a creer, El nos dice que está vivo, que le creamos, nos invita a descubrirlo en sus ricas y diversas presencias. Hemos orado esta primera semana de Pascua con los evangelios de la resurrección, hoy en el relato de la resurrección de Marcos vemos como los que iban teniendo el encuentro con Jesús resucitado no eran creídos, María Magdalena, «ella fue a anunciárselo a sus compañeros…ellos al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto no la creyeron».
También a nosotros hoy, los discípulos de Cristo en la carretera de Cádiz, hemos experimentado que el Señor se nos sigue apareciendo, necesitamos muchas veces volver a experimentar que Jesús está vivo y que lo hemos visto, aunque muchos no nos crean.
Vivimos hoy la experiencia de haber entrado por la puerta santa en la Catedral con la intención de recibir Gracia en este año Jubilar de la Misericordia. Nos recuerda el papa Francisco, Jesús es la puerta siempre abierta para encontrar al buen Dios lleno de amor y misericordia. «La Puerta indica a Jesús mismo que ha dicho: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento» (Jn 10,9). Atravesar la Puerta Santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús que no ha venido para juzgar, sino para salvar (cfr Jn 12,47)… Además algo importante, la salvación no se compra, la Puerta es Jesús y Jesús es gratis.» Qué bueno sería que al menos nos quede claro esto, no hay que pagar para entrar… Nos podemos preguntar ¿cómo están las puertas de nuestras parroquias?, para dar a Cristo gratis, no solo las físicas, puertas abiertas de comunidades parroquiales con cristianos que no son voluntarios sino discípulos misioneros, no a los voluntarios en las parroquias, parroquias abiertas, comunidades con sus pastores con ganas de gastarse por dar a Jesús, gratis. Nos dice Francisco: «Atravesar la Puerta Santa es signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. No tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejará pasar a Cristo que nos empuja a andar hacia los otros, para llevarlo a Él y a su amor.»
En el evangelio que se ha proclamado hoy, termina con la gran invitación misionera: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». Esta gracia recibida no es solo para nosotros, que muchas veces buscamos una cierta «burguesía espiritual» en las parroquias, la Misericordia de Dios es para todos, he dicho todos:
• para los pegan a las puertas de nuestras Cáritas porque están en riesgo o ya viven la exclusión, misericordia para los excluidos
• para las familias que se acercan pidiendo los sacramentos de la iniciación cristiana para sus hijos, misericordia para saber educar y transmitir la fe, misericordia para nuestras familias
• para los enfermos y ancianos, esos que poco cuentan en el barrio, que son arrinconados, para ellos también misericordia
• para los inmigrantes y los que intentan hacerse un espacio en la comunidad, a estos que los miramos con prejuicios, misericordia para los que llegan nuevos
• para los que viven la pérdida de un ser querido y nos piden oraciones, misericordia para los vecinos que viven en duelo estos días
• para nuestros vecinos los del 1ºC, del 6ºD o del 10ºB, los que no tienen fe o la han perdido, para ellos también el Señor, la misericordia de Dios es para todos
• para los que no nos caen bien, para los que me critican, para los que me he peleado con ellos, para los que no son de mi grupo, misericordia y perdón para sanear el corazón. Por que escuchamos y creemos en este lema: Misericordiosos como el PADRE
Nos explicaba el papa Francisco el porqué de este año de la Misericordia: «La Iglesia tiene necesidad de este momento extraordinario. No digo: es bueno para la Iglesia este momento extraordinario. Digo: la Iglesia necesita este momento extraordinario. En nuestra época de profundos cambios, la Iglesia está llamada a ofrecer su contribución peculiar, haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Y el Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros, para que contemplando la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, lleguemos a ser testigos más convencidos y eficaces.»
Id al mundo entero estando más convencidos y siendo más eficaces, necesitamos hoy más que nunca de una parresia especial, una nueva conversión pastoral, también un cambio de métodos, acciones y formas pastorales que son ineficaces. Estamos llamados a ser creativos hoy más que nunca en la propuesta del evangelio al hombre de hoy.
Pero si el mundo necesita del Señor, nosotros somos los primeros que necesitamos de la Misericordia de Dios, no nos escapamos en algunas ocasiones de la mundanidad espiritual nos lo recuerda Francisco:
«Ya hay que tener en cuenta que, en la raíz del olvido de la misericordia, está siempre el amor propio. En el mundo, esto toma la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres y honores unidos al deseo de acumular riquezas, mientras que en la vida los cristianos se disfrazan a menudo de hipocresía y de mundanidad. Todas estas cosas son contrarias a la misericordia. Los lemas del amor propio, que hacen que la misericordia sea algo extraño al mundo, son tantos y tan numerosos que con frecuencia ya no somos ni siquiera capaces de reconocerlos como límites y como pecado. He aquí porqué es necesario reconocer el hecho de ser pecadores, para reforzar en nosotros la certeza de la misericordia divina. «Señor, yo soy un pecador; Señor, yo soy una pecadora: Ven con tu misericordia». Esta es una oración muy bonita. Es una oración fácil de recitar todos los días: «Señor, yo soy un pecador; Señor, yo soy una pecadora: ven con tu misericordia».» Lo decimos:… no nos de vergüenza…
En estas semanas muchos hemos confesado, hemos vivido el abrazo sacramental del Padre Bueno que ama y perdona siempre. El nos levanta tantas veces como caigamos. Hoy le damos las gracias por sus caricias, pos sus besos, por los samaritanos que nos envía cuando estamos caídos en el camino. Te damos gracias Dios por este nuevo pueblo, la Iglesia, nuestra madre, la Iglesia de Málaga en la que vivimos, el Pueblo de Dios hecho carne que camina hacia la Vida Eterna. Gracias por nuestras parroquias, llamadas a ser comunidades purificadas y renovadas, para que sigan ayudándonos a vivir como hijos de Dios, que nos regala hermanos y hermanas para acompañarnos desde la fraternidad, para seguir la coherencia evangélica entre la fe y la vida.
Feliz día de Pascua a todos y Feliz año de la Misericordia.
Antonio Moreno Ruiz