Inicio de Curso de la Escuela de Magisterio (Antequera)

Diócesis de Málaga
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Homilía del obispo de Málaga, Jesús Catalá, en la Misa celebrada el 1 de diciembre de 2021 en la Escuela de Magisterio de Antequera

ESCUELA DE MAGISTERIO

(Antequera, 1 diciembre 2021)

Lecturas: Is 25, 6-10ª; Sal 22, 1-6; Mt 15, 29-37.

(Adviento 1ª – Miércoles)

1.- ¿Qué lema tenéis para este curso? El lema es: «Poner a la persona en el centro de nuestra vida». Hay muchos centros en nuestra vida y hay muchas formas de poner el centro.

Hasta la época de Galileo Galilei se pensaba que el centro del universo era la Tierra, que giraba sobre sí misma. ¿Cómo se llamaba manera de ver las cosas? (Responden los estudiantes: «geocentrismo»). Después se descubrió que el centro no era la Tierra sino el Sol. Y, ¿a esto se le llama? (Responden los estudiantes: «heliocentrismo»). Y cuando uno pone el centro en sí mismo, ¿cómo se llama? (Responden los estudiantes: «egocentrismo»).

Poner a Dios en el centro, ¿cómo se llama? (Responden los estudiantes: «teocentrismo»). Y poner a Cristo en el centro, ¿cómo se llama? (Responden los estudiantes: «Cristocentrismo»). Y poner al otro en el centro se denomina «altruismo».

El Señor nos invita en este curso a pasar del egoísmo, del egocentrismo al altruismo, al “altro-centrismo”. Eso no es fácil, pero tenemos el ejemplo de Dios.

En las lecturas que hemos leído hoy, en esta primera semana de Adviento, hemos escuchado que Dios pone al hombre en el centro de su acción. Dios por amor crea al hombre; podría no haberlo creado y haber creado solo plantas, animales y otras cosas. Pero Dios crea al hombre como centro de su amor, centro de su cuidado y de su afecto.

2.- El profeta Isaías anuncia la acción salvadora de Dios sobre todos los pueblos: «Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos» (Is 25, 7); es decir, nos quita la ceguera.

Y después dice que «aniquilará la muerte para siempre. Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros» (Is 25, 8). Dios quiere quitar nuestras lágrimas, nuestras penas, nuestros sufrimientos.

Dios nos libra de la muerte eterna; por eso pone su atención en el ser humano.

En el canto del Salmo, que el coro ha interpretado muy bien; decía: «El Señor es mi pastor, nada me falta» (Sal 22, 1). Porque «en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan» (Sal 22, 2-4).

Cristo es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, pone a las ovejas en el centro de su vida. Decía Él mismo en la parábola del Buen Pastor que «el buen pastor da la vida por sus ovejas» (cf. Jn 10, 11). El mal pastor se va, se retira, se esconde y el lobo hace estragos.

Cristo también pone en el centro de su vida y a cada uno de nosotros. Para Él somos el centro, el objeto de amor de Dios Padre, de Cristo, el Hijo y, naturalmente del Espíritu.

3.- Estamos, por tanto, salvados de la muerte, guiados por el Buen Pastor y, además invitados al banquete del Señor.

¿Vosotros a quiénes invitáis a un banquete para celebrar un acontecimiento importante de vuestra vida? A los que amáis, a los que queréis, a los más íntimos, familias y amigos, porque los amáis.

Y eso precisamente hace el Señor: «Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados» (Is 25, 6).

En el Evangelio hemos escuchado que el Señor sintiendo compasión por la gente que llevaba varios días sin comer, les ofrece alimento (cf. Mt 15, 32-37).

¿A qué estáis dispuestos durante este curso en relación al tema del centrismo? ¿Vais a seguir mirándoos a vosotros mismos para que el “ego” crezca y lo ocupe todo? ¿O vais a mirar a los otros?; ¿vais a tener cuidado de los otros?; ¿vais a poner a los otros como centro de vuestra atención, de vuestro cariño, de vuestro cuidado, de vuestra entrega?

Eso es lo que ha hecho Dios con nosotros. El Dios Trino, el Padre que no duda en enviar a su Hijo porque nos ama; el Hijo que da la vida por cada uno de nosotros; y el Espíritu Santo que sigue dándonos a cada uno de nosotros la vida que nos regaló el Señor.

4.- Iniciar el curso académico bajo el impulso del Espíritu es comprometerse a vivir según ese mismo Espíritu.

Significa mirar al otro, preocuparse por el otro, trabajar por la paz, la reconciliación, el perdón, la fraternidad; dones, todos ellos, del Espíritu Santo, que, por otra parte, posibilitarán el que nos construyamos a nosotros mismos como personas.

Pidamos la luz del Espíritu Santo para que nos ilumine, para que miremos con los ojos del Señor, con los ojos de Jesús, para descubrir las necesidades que están en nuestro alrededor, para descubrir a la persona en su situación concreta de alegría, sufrimiento, enfermedad, salud. Por tanto, pongamos en nuestra vida al otro como centro nuestro.

Pedimos la presencia del Espíritu Santo, para que nos acompañe en este curso y nos ilumine.

En este tiempo de Adviento la figura clave es la Virgen María. Pues pedimos a Santa María del Adviento y de la Esperanza que interceda y que ruegue por todos nosotros.

Recordad, que debemos poner el centro de nuestra vida en Dios (teocentrismo y cristocentrismo) y en los demás (altruismo); nada de egocentrismos. ¡Buen ánimo y buen curso! Amén.

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