«Hemos de aprender a distinguir entre grupos violentos de inspiración islámica y el islam en su conjunto»

Diócesis de Málaga
Diócesis de Málagahttps://www.diocesismalaga.es/
La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

La revista Ecclesia, de la CEE, entrevistó el pasado día 30, día que concluyó el Ramadán, al sacerdote malagueño Rafael Vázquez, director de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso. Entre otras cosas, hablaron sobre la relación entre la Iglesia en España y los musulmanes. Por su interés en el ámbito de nuestra diócesis reproducimos la entrevista que firma Fran Otero.

—Con motivo del Ramadán, la Conferencia Episcopal Española envió un mensaje fraterno a los musulmanes. ¿Qué significa este mensaje y qué se les dice?
—El mensaje con motivo de la celebración del mes de Ramadán, tan significativo para la experiencia de fe de la comunidad musulmana, es un gesto de fraternidad que la Conferencia Episcopal Española realiza cada año, al igual que lo hace el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso (Vaticano) en nombre de toda la Iglesia católica. Es habitual este tipo de mensajes entre las comunidades religiosas, que están llamadas a convivir en un mismo espacio, y suelen ser correspondidos, con un mensaje, en el caso de España, por parte de la Comisión Islámica, con motivo de nuestro periodo de Cuaresma y Semana Santa, o por Navidad.

—Puede haber, entre los católicos, personas a las que extrañe, sorprenda o no entiendan que la Iglesia envíe un mensaje a los musulmanes. ¿Cuál es el motivo para hacerlo?
—A veces los gestos se malinterpretan, o hay quien se empeña en hacer lecturas incorrectas. Enviar un mensaje fraterno en un momento importante para otras personas con las que convivimos no significa que acojamos doctrinalmente el contenido de esa fiesta, como tampoco cuando los musulmanes nos envían un mensaje por Navidad significa que admitan la encarnación de Jesucristo. Pero sabemos que es un tiempo espiritual importante, y hay una disposición especial del corazón a Dios, ¿por qué no animarnos en estos tiempos fuertes a colaborar juntos y crear un clima de convivencia pacífico y fraterno entre aquellos que nos sabemos creyentes?

—Hay quien critica un mensaje de estas características sobre la base de que hay cristianos en otros países perseguidos por fundamentalistas islámicos. ¿Qué mensaje tiene para ellos?
—Los mensajes que nos enviamos de manera recíproca, precisamente, rechazan los fundamentalismos que conducen a la violencia. Quien haya leído nuestro mensaje de este año, habrá encontrado una invitación a la educación en el amor y el respeto, como forma de combatir todo tipo de antisemitismo, cristianofobia e islamofobia. Lo grupos violentos y terroristas no pueden autoproclamarse como los representantes ni los intérpretes de ninguna religión por mucho ruido que hagan. Hemos de aprender a distinguir entre grupos violentos de inspiración islámica y el islam en su conjunto, y evitar generalizaciones dañinas. Por supuesto que nos duelen los cristianos perseguidos en todo el mundo, y apreciamos el gran valor de la sangre derramada de los mártires, pero somos conscientes de que nuestras armas no son las de la violencia, y que el mal nunca se combate con la fuerza del mal.

—¿Qué establece el magisterio de la Iglesia y de los papas sobre el diálogo interreligioso y, en particular, sobre el islam?
—La reflexión que la Iglesia hace a partir de la celebración del Concilio Vaticano II, especialmente en la constitución Lumen gentium y la declaración Nostra aetate, anima a los cristianos a apreciar todo aquello que tenemos en común con los fieles de otras religiones, reconociendo en ellos elementos de verdad y santidad que son destellos de la luz que es Cristo. Esto nos lleva a valorar lo que nos une a los miembros de otras religiones, a pesar de nuestras diferencias: la adhesión a la fe de Abrahán en la adoración de un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres al final de los tiempos, la veneración a la figura de Jesús, como profeta, o a la Virgen María, la vida moral, la vida de oración, la limosna, el ayuno, o la concepción sagrada de la vida humana, el valor de la familia, etc. El mismo Concilio dirá: «Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres» (NA 3). Esta ha sido la constante del magisterio de los Pontífices desde entonces hasta nuestros días. Y, como no puede ser de otro modo, es la línea que también la Iglesia española está decidida a seguir.

—¿De qué manera se pueden superar los miedos que provocan los sucesos, medios de comunicación y partidos políticos y que acaban desembocando en prejuicios que dificultan la convivencia y la vivencia del Evangelio?
—El miedo es fruto del desconocimiento, y se fundamenta en prejuicios que muchos se empeñan en difundir mezclados con otro tipo de intenciones políticas, usando la causa religiosa como ideario de partido y creando gran confusión conceptual: migración, islam, delincuencia, violencia, o bien, pueblo palestino, liberación, antisemitismo. A nosotros nos interesan las personas y su dignidad, cuyo respeto implica también la defensa de la libertad religiosa y de conciencia, y el derecho que cada persona tiene de poder vivir y expresar su fe, no entramos en cuestiones políticas. Nos duele el rapto y masacre de nuestros hermanos judíos, pero eso no significa que nos alineemos con las políticas de Netanyahu, como nos duele la muerte de los miles de palestinos en Gaza, y no significa que nos alineemos con Hamás. Teniendo claras estas distinciones, seguiremos apostando por el diálogo, por la reconciliación entre los pueblos, y a distinguir lo que otros se encargan de enmarañar para que, usando el enfrentamiento religioso, las heridas se enquisten aún más.

—¿De qué manera cree que afecta al diálogo interreligioso que cada vez haya más presencia de ciudadanos musulmanes en España?
—Europa, no solo España, tiene el desafío de aprender a convivir con la diversidad cultural y religiosa y no solo a tolerarla creando guetos marginales que son siempre fuente de conflictos. En las dinámicas de movilidad humana y globalización, características de nuestras sociedades, nuestra identidad cultural y religiosa se ve inevitablemente confrontada con el pluralismo religioso y cultural, lo que nos obliga a redefinirnos en un proceso lógico y natural. Esta redefinición puede hacerse de varias formas: como negación del otro, levantando muros y cerrando fronteras, lo que hoy parece poco efectivo; como adaptación y asimilación indiscriminada al otro, lo que supondría la anulación de la identidad de la cultura que acoge; o en un proceso de diálogo y encuentro intercultural, en el que, sin negar las raíces de la propia identidad, esta se ve enriquecida con todo lo bueno que el otro puede aportar, produciéndose un intercambio en el respeto mutuo de identidades sin que nadie se sienta amenazado. Entiendo que esta tercera opción es la ideal, aunque no siempre fácil de hacer, por eso la opción es la del conocimiento mutuo, el diálogo y el encuentro. No hay alternativa.

—¿Cuál es la relación entre la Iglesia católica y los musulmanes en España? ¿Hay alguna vía de colaboración?
—La relación institucional entre la Iglesia católica y la Comisión Islámica de España tiene una larga trayectoria de diálogo y colaboración. Juntos hemos podido hacer declaraciones conjuntas, posicionándonos conjuntamente ante decisiones que afectan al bien común de la sociedad: como la cuestión del aborto, la eutanasia, el respeto a los sentimientos religiosos, etc. Igualmente, en otros ámbitos existen programas de colaboración en la defensa de los lugares de culto, hay apoyo institucional en el derecho de los padres a que puedan optar por la asignatura de religión según su propia confesión, etc. Son numerosos los momentos de encuentro donde participan líderes de otras religiones: mesas redondas, ponencias, coloquios sobre temas transversales, en los que se conciencia a los fieles de una y otra religión a la colaboración. Y en muchos lugares, con programas más concretos llevados a cabo por Cáritas o la Pastoral de Migraciones, se fomenta la convivencia e integración entre jóvenes y niños, estableciendo las bases de una integración sana para el bien común. El diálogo interreligioso, por tanto, se convierte en un bien, no solo para la Iglesia, sino para toda la sociedad española, y en ello seguiremos trabajando.

Ver este artículo en la web de la diócesis

Contenido relacionado

Vélez-Málaga: Iglesia de San Juan Bautista

La primitiva Iglesia data de 1487, construida bajo los postulados gótico-mudéjares....

Enlaces de interés