Francisco Jiménez: «Le doy gracias a Dios en mi oración, día a día, casi siempre silenciosa»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Francisco Santiago Jiménez Sánchez (Ronda, 1945) es sacerdote diocesano desde hace 50 años, cuando recibió la ordenación sacerdotal (5 de julio de 1971), en la parroquia Nuestra Señora del Socorro de Ronda. 

Cincuenta años al servicio es motivo para celebrar, Paco, como todos lo conocen, afirma estar «muy contento de celebrar, pues la vida es ya una alegría. La vida es bella y la quiero vivir con toda alegría. Le doy gracias a Dios en mi oración, día a día, casi siempre silenciosa; le doy gracias por haberme dado la vida y por mantenerme en ella».

La alegría está siempre presente en cualquier conversación con Paco, hasta cuando le reza a la Virgen María: «a la Salve le uno un valle de risas y lágrimas».

Recuerda que, hace casi 50 años recibió la ordenación «en mi propia parroquia, en el Socorro de Ronda, era la primera vez que se hacía fuera de la Catedral, siendo Obispo de Málaga D. Ángel Suquía. Y fue una Misa flamenca en la que participaron cantaores profesionales».

Durante su servicio ministerial recuerda haber sido «muy muy muy natural, que es lo más difícil que hay. Compartiendo la vida, en las diversas parroquias en las que he estado, con la gente más apartada de la iglesia, y con la gente mayor. He sido cura de “hacer lío” como dice ahora el papa Francisco, y de poner “pegas”, pero también de ser muy obediente y estar disponible para todo lo que me encomendaran».

Recuerda sus inicios en seis pueblos de la Serranía y su traslado después a Melilla. También lo enviaron a Roma para estudiar el Doctorado en Teología y Psicología.

Mirando hacia atrás, recuerda que, «hay que ser más natural y tener derecho a equivocarse, pues con la equivocación tiene uno la ocasión de pedir perdón, y yo pido perdón muchas veces al día. Muchas veces me arrepentí de haber hablado, pero muy pocas veces de haber callado».

Un hombre que ha dejado huella. Su sobrino, Manuel Jiménez, también es sacerdote diocesano, el actual párroco de Los Boliches, y destaca de su tío: «su preocupación por la gente, su empatía, su estar pendiente, su cercanía, su inteligencia y su humor».

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