Eugenia, la historia de un milagro, se proyecta en Málaga

Diócesis de Málaga
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La cinta «Eugenia, una vida de película» llega a Málaga tras cosechar un importante éxito en Madrid. El pase tendrá lugar el 23 de marzo en el Auditorio Edgar Neville de la Diputación de Málaga ( C/Pacífico, 54) a las 19.30 h. (apertura de puertas a las 19 horas).

La entrada consiste en una donación de 3€ y los fondos recaudados serán para Run4Smiles, asociación creada por los padres de Eugenia que busca ayudar a niños con parálisis cerebral. Habrá también fila cero. El aforo para ver la película es limitado y las entradas no están numeradas. La película documental cuenta entre sus intérpretes con Covadonga Martínez-Echevarría, Antonio Nogales, Gonzalo del Prado y María Romeo, y el guión y la dirección de Borja Martínez-Echevarría. En la presentación estarán Nacho y Paula, padres de la niña que nació con una gravísima enfermedad pero cuya historia ha cambiado su vida y la de muchas personas. 

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La historia de Eugenia está tocando la vida de muchas personas, especialmente de sus padres: Nacho y Paula. Así testimonian ellos la misericordia que han sentido de Dios en las circunstancias tan difíciles que les ha tocado vivir como familia. «La familia, el trabajo, todo estaba controlado y nos iba bien. Estábamos felices -cuenta ella-. Teníamos ya dos niñas y nos quedamos nuevamente embarazados. En la primera ecografía, ya nos dicen que no van las cosas bien. Cuando empiezan a contarnos esas noticias, entramos en estado de shock, no acabamos de creérnoslo». «Pensábamos que estaba equivocado el médico. Buscamos a otro y te dice exactamente lo mismo», dice el padre. «Eugenia estaba afectada por el citomegalovirus, que daña el cerebro, algo que puede ser mortal para un bebé en un 99% de los casos». «Fueron momentos muy duros, y todos los médicos nos recomendaban abortar porque iba a ser totalmente incapaz de comer ni de hacer nada por sí misma -explica la madre-. Nos sentíamos incomprendidos por todos, aunque muy confortados el uno en el otro. Nos apoyamos muchísimo y vimos que, pasara lo que pasara, eramos capaces de enfrentarnos a todo. Así, y animados por un ginecólogo que por fin encontramos, vimos que teníamos que luchar por ella».

Para Nacho fue un momento de un profundo cambio: «Yo no lloraba delante de Paula, pero sentí que las palabras salían de mi boca porque alguien me iluminaba, la fuerza me vino dada porque yo era incapaz de tenerla por mí mismo. En ese momento de vacío, una amiga propuso a Paula una cadena de oración, y dijimos que sí, cualquier ayuda era necesaria. Conseguimos que las 24 horas de cada día durante 5 meses hubiera siempre alguien rezando. Yo empecé a ir más a Misa porque lo necesitaba. Creíamos en el milagro. Teníamos la confianza de que iba a pasar, de que iba a nacer sana.» «Recibir mensajes de personas de todas partes del mundo nos llenaba de esperanza. Vimos auténticos milagros en mucha gente», concluye Paula.

Eugenia nace por sorpresa y viene bien, come, se mueve, no necesita respirador, y nos parece que el milagro se ha producio. Sin embargo, nos dicen que su cerebro está muy afectado y va a ser completamente dependiente. Les dicen que puede morir esa misma noche, y eso hace que Nacho se derrumbe: «Pudiendo curarla, ¿no la ha curado Dios? Decidí que se olvidara de mí. Abandoné toda mi fe. Acompañaba a Paula a Misa pero lo hacía como un paripé». «Yo sentí que todas las oraciones vertidas sobre Eugenia venían a mí y me daban la fuerza -dice Paula-. La vida de médicos, fisioterapia, psicomotricidad empezó para nosotros. Solo oíamos malas noticias, entre ellas, que nunca íbamos a ver sonreír a nuestra hija. Eso nos cayó como una losa. Correr por sonrisas, Run4Smiles, fue una inspiración que nos vino ese día: promover carreras para conseguir fondos para los tratamientos necesarios para Eugenia y para tantos niños. Así nació la asociación para ayudar a niños con parálisis cerebral». 

Después de Eugenia, vinieron dos hijas más. Pero ya no eran los mismos. «Dios aprieta pero no ahoga. Había voluntarios de la parroquia que venían a quedarse con Eugenia y a cuidarla. Fue maravilloso. Por haber abandonado mi fe, sentía que nos estábamos separando, que ya no eramos un círculos, sino dos puntos -cuenta Nacho-. Pensaba que mi vida estaba llena, tenía amigos, familia… hasta que llegó un día en que me invitaron a un retiro Emaús y decidí ir a buscar al Nacho que conocía y que había perdido. Fue espectacular, como si hubiera estado hablando con la Virgen, el Espíritu Santo y Dios y empecé a soltar hasta que era pequeño. Y desde ahí, empecé a construir de nuevo mi vida. Me dio paz, me encontré conmigo mismo y empecé de nuevo a rezar, empezamos a rezar juntos el Rosario. Hemos aprendido mucho en este camino, también a no juzgar en el tema del aborto. Todo eso lo ha conseguido Eugenia. Dios se vale de cualquiera de nosotros». 

Eugenia falleció en diciembre de 2021 a los nueve años de edad, pero su vida sigue dando luz. Su historia puede verse ahora en las pantallas de cine.

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