«Estamos buscando a los desaparecidos»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El claretiano José Antonio Benítez, tras su paso por Málaga, se encuentra actualmente atendiendo a los migrantes en Canarias. Desde allí ha enviado el siguiente testimonio sobre el trabajo desarrollado por la Iglesia católica, en coordinación con otras entidades, para buscar a los desaparecidos en su intento de llegar a España.

Habría que preguntarse cada uno cómo vivimos la noticia de cada nuevo drama de personas que intentan entran desde África, llegar a Europa o a nuestras costas de Canarias.

¿Nos suena a una música de fondo? ¿Nos conmueve? ¿Nos hace pararnos a pensar aunque sólo sea un instante? ¿O tal vez somos de los que, sin conocer su realidad, nos decimos que están locos? que ¿cómo hacen eso de coger a sus hijos y subirse a unas barcas tan endebles?

El mes de marzo ha sido uno de los meses más terribles; en las distintas noticias que nos han enviado y que hemos podido recoger, y de las que hemos sido testigos, nos contaban cómo han llegado pateras hasta nuestras costas canarias con muchísimas personas a bordo.

Una de ellas llevaba más de 52 personas y llevaban varios días a la deriva. Todos sus ocupantes tuvieron que ser atendidos por su mal estado de salud; entre ellos estaba aquella niña de dos años que tuvo que ser arrancada de los brazos de su madre y que se encontraba en un estado de hipotermia tan severa que entró en parada cardiorrespiratoria, y nos conmovía ver esas imágenes en el muelle de Arguineguín atendida por un voluntario que gritaba pidiendo ayuda. Un cuerpo tan pequeño en el suelo y…, cuatro días después, nos enteramos de su muerte.

La pregunta es ¿qué será de esa madre que también continuaba ingresada? No puedo imaginar el drama que estará sufriendo esa mujer sin poder ver a su niña, sin poder enterrarla. A semejante dolor y tanta pena, hay que sumarle otra más, la pérdida de su hija. Ambas procedían de Mali.

Por esos días también llegó otra patera con 36 migrantes que fue rescatada a varios cientos de km. de Gran Canaria; de esta patera, durante la travesía también tuvieron que arrojar al mar a varios cadáveres.

También nos sorprendía la noticia de cómo Salvamento Marítimo salió por la tarde en busca de otra patera con otras 30 personas a bordo que fue avistada por una patrulla de la Guardia Civil a unos 13 km. de la costa de Lanzarote.

Esta patera traía otro drama, uno más; había muerto un hombre durante la travesía porque había bebido mucha agua salada, agua del mar, y el cadáver había estado más de tres días en la patera junto a su mujer embarazada que también iba a bordo y que, por desgracia, también perdió a su bebé. Por nada quería desprenderse del cuerpo, quería despedirse, quería permanecer al lado de su marido.

Cuando nazca esa niña, que ya no va a nacer, no sabemos si hubiera nacido en nuestro país o la hubiesen deportado. Cuando sea mayor, que no lo va a ser, esa mujer tendría que contarle esa triste historia (y es lo que le puede ocurrir a muchas mujeres que vienen embarazadas), que mientras la tenía en sus entrañas cogieron un barquichuelo, una patera, pagada con el dinero que no tenían y soñando con un futuro mejor para ella su padre perdió la vida en ella.

Sólo en esos meses llegaron cientos de menores a Canarias; la mayoría de ellos tienen que ser hospitalizados y los bebés raramente logran sobrevivir.

En lo que llevamos de año del 2021, el número de personas que han llegado ha crecido exponencialmente: más de un 7% de llegada de mujeres; más de un 4%, según las estadísticas, son menores, y mueren hasta el 20% de las personas que parten de su país.

Yo, junto con un grupo de voluntarios y en contacto con Caminando Fronteras estamos organizando un grupo de voluntarios para buscar a desaparecidos.

Todo este compendio de situaciones, estos fríos números, son el rostro del drama humanitario que supone la emigración. Son centenares, miles de personas sin saberse sus nombres, pierden la vida en su camino y en su derecho de querer buscar una vida mejor.

Y mientras tanto, en medio de toda esta pandemia, cada fin de semana, durante estos primeros meses del año vemos llegar a Madrid cientos de franceses, tal vez por el efecto llamada de esa permisividad de que todo vale para la diversión.

Estos son jóvenes con dinero que viajan en avión, que llegan a un aeropuerto con todo el confort de un viaje previsto, con un destino puramente de ocio y «despiporre».

Esta es la diferencia entre unos y otros, entre ricos y pobres, entre negros y blancos, entre los que son del sur y los que son del norte. Esta es la diferencia entre la vida y la muerte. Sólo los derechos de las personas empobrecidas son pisoteados, solamente los derechos de los descartados son vulnerados, incluso los de los niños.

Ojalá todo esto nos ayude a pensar que no podemos ponernos de perfil, que no podemos quedarnos callados y que tenemos que seguir manifestándonos contra esta vulneración continua de los derechos.

José Antonio Benítez CMF

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