«El momento de la muerte es tan fundamental que lo que pase en ese instante no se sabe», explica Jaime Chávarri (Madrid, 1949) empeñado en retratar la realidad humana desde «A un dios desconocido» pasando por «Las cosas del querer» o «Camarón». Afirma que «el mejor paisaje es el rostro humano». Ha recibido el Premio Retrospectiva en el 15 Festival de Málaga por su trayectoria como director, guionista y escritor.
–A través de sus películas ha contado cómo sus personajes se han enfrentado al dolor, a la muerte, ¿es posible la redención?
–Hay una redención cristiana. Yo no soy creyente, pero me he educado en el cristianismo y sí lo conozco perfectamente. La redención en el último momento es posible para todos. Aunque nunca sabemos lo que pasa dentro de cada persona hasta el último instante. Desde el punto de vista más convencional, de historia construida, si tú no ves a un personaje redimido, deduces que no se redime. Pero eso es literatura, no es la realidad. El momento de la muerte es tan fundamental que lo que pase en ese momento no se sabe. Es una cuestión de fe y de muchísima literatura.
–¿La persona busca un sentido a la vida?
–Claro, si tú no tienes fe, si no perteneces a una religión, tienes que creer en la ética porque si no no tienes salida.
–De los rostros que ha plasmado en sus películas, ¿con cuál se queda?
–Destacaría el rostro de Héctor Alterio en ‘A un dios desconocido’, que recibió el premio a mejor actor en el festival de San Sebastián, y el rostro de Ángela Molina en todas las películas que he hecho con ella, porque me parece que la humanidad de la mujer está presente en todo su sentido. Bueno, si no me gusta una cara no la contrato (ríe). Pero, destaco los rostros de los hermanos Paneros (‘El desencanto’) que eran de verdad y no de actores, o el rostro de la madre, Felicidad Blanc. El director de cine Bernardo Bertolucci decía que el primer plano era lo más maravilloso en el cine porque es el único medio existente en el que ves a la gente envejecer. Ves el paso del tiempo y eso es fantástico. Para mí, el rostro humano es el mejor paisaje.
–Al acercarse a la persona, ¿ha conectado con los personajes que ha filmado o escrito?
–Sin querer, de forma inconsciente, haces una especie de estudio psicológico y ético del personaje para comprender quién es. Tengo que saber lo que pienso de esa persona. Sé que hay personajes en una película que me caen bien o mal pero si quiero darles vida tengo que quererlos a todos porque si no, no soy ecuánime, tengo que darles una oportunidad. Eso tiene que ver con la escritura, con la elección del actor y su trabajo concreto. El resultado puede ser distinto en la película. Hay un elemento entre lo humano y yo, que es la cámara, y la cámara, no olvidemos, es un aparato. A partir de ese aparato pasan cosas y siempre tienes que estar dispuesto a dejarte sorprender. En realidad, todo esto se resume con la fotogenia.
–A la hora de enfrentarse a escribir un guión, ¿ha buscado lo que le pasaba a la persona o el porqué?
–Busco el qué le sucede, por qué le sucede y pretendo que el actor interprete eso. No que interprete lo que le pasa en ese momento concreto, sino lo que le pasa en general y cómo la persona diría lo que dice, porque si no sería ilustrar un guión. Entonces, me pregunto ¿cómo reaccionaría una persona sencilla? Eso es buscar lo que puede suceder al personaje.