Pedro Sosa (Huelva, 1975) es médico especialista en Medicina Interna, experto en Cuidados Paliativos y cantautor. Su fama aumentó con el participación en el programa televisivo “Hit”. Recientemente visitó Málaga para apoyar con un concierto benéfico uno de los proyectos de la ONG de los Misioneros Claretianos, PROCLADE BÉTICA, en Zimbabwe.
¿Cuál es tu relación con los Misioneros Claretianos?
Los conozco desde que era pequeño. Tengo muy buenos amigos Claretianos. Desde siempre me han parecido gente muy seria. A la hora de decidir con quién colaboro y dónde invierto mi tiempo, no lo hago con cualquiera ni de cualquier forma. Para mí, poner la cara por un proyecto significa avalarlo con mi imagen, con mi arte y con la de la gente que me acompañan. Me siento totalmente identificado con lo que hacen, con quienes lo hacen y de la forma en qué lo hacen. Así que me llamaron, y aquí vine.
Sus dos pasiones, la Medicina y la Música, ¿tienen relación?
Yo creo que sí. Hay gente que hace fotografías para guardar momentos importantes, yo hago canciones. Para mí, la música es la forma de recoger aquello que no debe pasar por alto en mi vida. Cuando algo merece la pena, hago una canción sobre eso. Cuando después la canto, esa música me lleva al momento en que la hice. Y de igual forma, la música se convierte en un instrumento para despertar a las personas. En mi caso concreto (cuidados paliativos), la música es una fuente constante de inspiración y de encuentro con realidades humanas muy fuertes y muy auténticas. La música es la manera que tengo para que las cosas importantes de la vida no pasen de largo. Por eso, sí entiendo que la Medicina y la Música se lleven de la mano. Al final, las profesiones y dedicaciones son excusas para vivir algo más grande.
Medicina Interna y Cuidados Paliativos, contacto directo con el sufrimiento.
Estoy convencido de que yo no acompaño a personas moribundas, sino a personas que van a hacer un tránsito. Es una realidad triste y dolorosa por la soledad que en muchas ocasiones viven los enfermos, por las patologías que provocan dolores difíciles de controlar… pero cuando la gente se acerca a su final en esta vida, se vuelve muy auténtica, las máscaras se caen. Es cierto que te acercas a una realidad a veces difícil, de sufrimiento, pero también de autenticidad. Te encuentras con la realidad de la trascendencia en el hombre pues, sea cual sea su ideología y su tendencia religiosa, la trascendencia está presente en todo ser humano. Y también te digo que es un privilegio trabajar donde trabajo, porque te acercas a gente que sabe dónde está lo auténtico y te recuerda todos los días por qué merece la pena vivir y aprovechar el tiempo.
Universo de trapo, ¿una experiencia que le marcó?
Es la Asociación de la que soy presidente y fundador, junto a otro grupo de artistas. Nuestro objetivo es la transformación social a través del arte y nació de mi experiencia de trabajo como cooperante en Honduras, en la diócesis del cardenal Oscar Madariaga. Me gustaría que la gente pudiera ver lo que hace este cardenal, te rompe todos los esquemas. Yo estoy convencido de que no le llego ni a suela de los zapatos porque en los lugares donde este hombre entra y donde dedica horas y horas, yo no soy capaz de estar más de 10 minutos, es el mismo infierno. Lo admiro y a mí me ha cambiado la idea de Iglesia y de jerarquía. Ha sido un hito en mi vida encontrarme con una figura como él. A raíz de este trabajo como cooperante nació la asociación. Mi último disco tiene el mismo nombre “Universo de trapo”, todo lo que se recaude con él se destinará a la casa Zulema, en Tegucigalpa, un albergue para personas portadoras del sida, que se encuentran en situación de abandono y marginación.
Un hombre televisivo, ¿cómo fue su paso por el programa “Hit”.
Me gusta mucho la definición de evangelización de Eloi Leclerc en su obra «Sabiduría de un pobre»: “evangelizar es mostrarle al otro la parte de sí mismo que no necesita ser salvada”. Cada vez que muestras a un hombre lo bueno que tiene dentro, lo que no necesita ser cambiado porque ya es auténtico, ya estás evangelizando y ante esa definición yo creo que, cualquier lugar es bueno para recordarle a la gente todo lo bueno que lleva dentro de sí. El paso por “Hit” me rompió también muchos esquemas porque me encontré gente buenísima, preocupada por los demás, como por ejemplo Melendi, con quien sigo teniendo amistad. No piensas que con ese nivel de popularidad, gente que está en lo más alto, tenga ese nivel de compromiso social y personal. Para mí fue un regalo la experiencia televisiva.
Concluyó el Año de la Misericordia, ¿cómo lo ha vivido?
Yo creo que cualquier cosa en la vida, cualquier excusa que te acerque a sentir las realidades de otras personas como propias, es tiempo bien utilizado. Yo creo que ha sido un año para recordanos algo que deberíamos tener siempre presente, que lo afectivo siempre es efectivo. Yo creo que no nos podemos plantear un cambio en la forma de pensar, de relacionarnos los seres humanos, en un mundo nuevo, en una forma de sociedad que sea más justa e igualitaria si no entendemos el concepto de que nos tiene que doler lo que al otro le pase, tanto de bueno como de malo, desde ahí entiendo yo la misericordia, desde el vibrar con las personas según lo que estén viviendo. Tengo la suerte de que mi vida y mi corazón están llenos de nombres a raíz de las experiencias en América, el acercamiento a asociaciones y ONGs católicas y de otras tendencias. Te vas encontrado con gente que hacen que tu corazón se llene de nombres y ya no eres alguien que quiere hacer el bien y quiere ser bueno, sino que es una cuestión de familia. Al final, la misericordia es ser familia, que las cosas del otro te duelan como si fueran propias, y desde ahí entiendo el cambio de la sociedad y de nuestro entorno más cercano. Hay que sentir como familia al otro.
¿Cómo está la fe Pedro Sosa?
He pasado de tener una fe aprendida a tener una fe estudiada, me transmitieron una fe que pasó por la teología que pasó por la educación, pero una fe que volvió a encontrarse con la dimensión trascendente que hay detrás de cada persona. Cada vez que me acerco a una persona en su dolor y en su soledad, me encuentro con una dimensión trascendente y de presencia inmensa. Yo, como santo Tomás, he visto y he metido la mano en el costado y en las heridas de la gente. Tengo la certeza de que dentro de cada persona hay un espacio donde no necesitas ser nada distinto para sentirte amado tal y como eres, un espacio dentro de cada uno donde nos quieren como somos, esa es mi única experiencia real de Dios. Yo he visto situaciones donde mis fuerzas no me podían sostener, y ahí me he sostenido. Cuando tienes una cría de 23 años muriéndose en tus brazos, sin familia que la acompañe y lo único que te queda es que no muera sola, te convences de que no eres capaz por tus fuerzas de soportar esto. Ahí está la certeza, yo no he decidido creer en esto, sino que la realidad de Dios y de lo trascendente es una certeza en mi vida.
Encarni Llamas Fortes