Emaús, un proyecto para la atención de personas mayores sin hogar

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Ser persona mayor, y vivir en la calle, son situaciones que provocan una gran vulnerabilidad y ocasionan un sufrimiento que no podemos dejar de mirar desde Cáritas. Ante esta realidad presente en nuestra Diócesis y tras la petición del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga, la institución asume la gestión del proyecto “Emaús”, una casa de acogida para ellos y con ellos, que cuenta con la financiación del Ayuntamiento de Málaga, además de la propia de Cáritas.

Situado en calle Cuarteles, 33, este recurso consta de dos amplios pisos unidos que permiten la acogida de un máximo de 19 personas con autonomía suficiente para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Por las características de las instalaciones, solo se pueden admitir hombres (que es el género más numeroso en estas circunstancias). La vivienda, cedida a tal efecto por el consistorio, cuenta con habitaciones y baños compartidos, así como con otras estancias comunes como comedor y sala de estar.

Espacio de vida

Cáritas quiere que “Emaús” sea ante todo un espacio de vida, una casa en la que la persona mayor pueda mejorar su situación previa trabajando elementos esenciales como la responsabilidad y la integración. Una de las características más relevantes de este proyecto es la temporalidad de la estancia, ya que se ha concebido como un espacio de transición en el que los acogidos puedan retomar su propio proyecto de vida: incorporándose a otros recursos residenciales, recuperando la convivencia con familiares o amigos, etc.

Patricio Jesús Fuentes, director del centro gerontológico El Buen Samaritano, asume la supervisión general del proyecto que cuenta con un equipo humano compuesto por una responsable y siete cuidadores (dos en la mañana, dos en la tarde y uno en la noche). Además, «la coordinación con los servicios sociales municipales, a través de un trabajador social, es fundamental para el correcto funcionamiento del centro, ya que serán ellos quienes estipulen las personas que pueden acceder a las plazas públicas de urgencia social», afirma Patricio.

De la coordinación del centro se encarga la trabajadora social Juana Estévez. «Desde que Puerta Única se pone en contacto con nosotros, nos encargamos de atender a la persona que llega, valorar su situación y gestionar las cuestiones sanitarias, ya que al tratarse de un centro para hombres mayores de 60 años, suelen traer alguna patología asociada a su situación social», explica Estévez. En el día a día de la casa, los acogidos realizan las tareas propias de cualquier persona de su edad colaborando en la medida de sus posibilidades con el funcionamiento del centro. Es habitual que salgan por las mañanas a realizar sus compras y todo tipo de gestiones. Para ella este trabajo es mucho más que un empleo porque reconoce recibir de los acogidos mucho más de lo que ella pueda llegar a dar, por eso afirma con clara convicción que «todos necesitamos abrir los ojos a esta realidad y mirarles cuando les vemos en la calle, porque no sabemos qué ha podido llevar a la persona a esa situación y quizás mañana seamos nosotros quienes tengamos que estar ahí. No solo los niños y los jóvenes tienen derecho a una oportunidad. Cualquier persona, hasta el último de sus días tiene que vivir con dignidad».

Alfred (77) es uno de los diecinueve hombres que reside en este centro. Llegó en el mes de marzo tras pasar por distintos recursos sociales, y a pesar de sus dificultades para caminar colabora activamente en todas las tareas que están a su alcance. «Llegué a la casa sin ganas de vivir y me cuesta mantener el ánimo, pero ahora sí me siento querido y valorado». También Rafael (76) llegó durante el periodo de confinamiento y desde el primer momento ha tenido una actitud atenta y servicial, iniciando su labor desde primera hora de la mañana con la organización del comedor. Ahora, emocionado, cuenta que este es su hogar. «No me gustaría tener que marcharme de esta casa en la que me siento muy a gusto e integrado. Tengo amigos, cariño y todo cuanto necesito», añade.

Los mayores en Cáritas

Aunque entre las personas sin hogar los mayores sean minoría, su situación es especialmente dolorosa por la dificultad añadida de este sector de población para adaptarse a un medio tan complicado como es la calle. Para Cáritas, las personas mayores desempeñan un papel fundamental, tanto para el funcionamiento de la institución como para la sociedad en general y es que la mayor parte del voluntariado de Cáritas tiene edades superiores a los 65 años. Sin su participación activa y desinteresada en beneficio de los más necesitados, sería imposible poder realizar toda la tarea sociocaritativa que viene desarrollando la institución en las Cáritas parroquiales, en los centros sociosanitarios o en los Servicios Generales.

También, para todos aquellos mayores que necesitan ser atendidos, acompañados o acogidos, Cáritas cuenta desde hace más de 25 años con el centro gerontológico El Buen Samaritano, en Churriana, o los apartamentos de mayores Tomás de Cózar y Obispo Ramón Buxarrais, en la capital. Además, desde las Cáritas parroquiales se desarrollan proyectos de acompañamiento para los mayores de su entorno, ofreciéndoles escucha, cercanía y afecto.

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