
En la taca o alacena de la sacristía de la Catedral, donde se custodian todas las reliquias que ésta posee,se guarda esta curiosa pieza del Agnus Dei. En realidad son dos las piezas, exactamente iguales, y aunquea simple vista pueda interpretarse como relicarios no lo son, pese a su forma de ostensorios acristaladoscon sus respectivos basamentos.
Con las imágenes grabadas de un cordero, estas tortas de cera estánconfeccionadas con los sobrantes del cirio pascual con los cuales, por antiquísima tradición, los papasobsequiaban a personajes o instituciones importantes.
Estaba estipulado que tales masas, mezcladascon sagrado crisma, se consagrasen en el transcurso de una ceremonia especial celebrada solo durante elprimer año del pontificado del respectivo pontífice, y de allí en adelante con una secuencia de siete años.La cera viene a evocar la carne virginal de Cristo, mientras que la representación del cordero recuerda sucondición de víctima ofrecida en sacrificio por los pecados de los hombres.Estos objetos de devoción tienen carácter sacramental, con lo que quedan equiparados al agua benditao a las palmas del Domingo de Ramos, considerándose en el pasado que tenían la virtud de conjurarpeligros físicos, tales como incendios o inundaciones.
No ha llegado a nuestros días la documentación que aporte datos sobre quiénes fueron losbeneficiados de estos agnus benditos que atesora la Catedral. En todo caso se pueden fechar hacia elsiglo XVI, sorprendiendo que los ostensorios, pese a estar labrados en madera con el solo adorno de unosribetes dorados, se encuentren en perfecto estado de conservación. Ninguno de los dos posee marcas, niinscripción alguna.
Por Alberto Palomo