Daniel estaba solo gimoteando en el patio del colegio. Su fiel profesor de religión, Mauro, pasa por su lado, se sienta con él y lo mira fijamente.
-Daniel, ¿Estás bien?
Daniel, desconsolado y con la voz rota, confiesa:
-Estoy agotado. He perdido la esperanza en mí. No se me da bien nada.
Mauro preocupado por su alumno, responde:
-Daniel, ten esperanza, porque la bondad que desprendes día tras día supera cualquier capacidad. Dios es tu amigo y nunca te abandona. Confía en Él y verás que te acompaña para encontrar la motivación que necesitas.
Daniel se queda anonadado reflexionando y con la mirada dirigida a su profesor.
Mauro, le ofrece un pañuelo para que enjuge sus lágrimas diciéndole:
-Daniel, la vida nos pone a prueba, pero dale las gracias y Él caminará siempre a tu lado.
José Luis Dago