Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de las Confirmaciones en la parroquia de San Gabriel Arcángel de La Joya el 12 de enero de 2012.
CONFIRMACIONES
EN LA PARROQUIA DE SAN GABRIEL ARCÁNGEL
(La Joya, 28 enero 2012)
Lecturas: Ez 37, 1-14; Rm 15, 7-11; Jn 7, 37-39.
1.- Un fraternal saludo al párroco, D. Manuel, al Sr. Arcipreste y a D. Gonzalo. Han querido unirse a esta gran fiesta de la comunidad cristiana de La Joya, en la que un buen número de los fieles de vuestra comunidad va a recibir el sacramento de la confirmación.
Las lecturas nos presentan una reflexión preciosa. La del profeta Ezequiel, que hemos escuchado, retrata la escena de un campo de huesos secos y pone de manifiesto el poder que tiene el Espíritu para transformar los huesos y hacerlos revivir.
Pues eso es lo que vais a recibir, queridos confirmandos, la fuerza del Espíritu que va a ser capaz de transformaros, de poner vida en vosotros. No es que no estéis vivos; el Señor nos ha regalado la vida biológica a través de nuestros padres, pero quiere también regalaros una vida más profunda, otra vida que no se ve con los ojos físicos, pero que sí se ve con los ojos de la fe.
2.- Escuchando la escena de la lectura de Ezequiel, me vino a la mente este pueblo de La Joya como un gran valle, una hoya inmensa repleta no de huesos secos, sino de plantas y de retoños cristianos. ¿Sabéis cómo se les llamaba a los cristianos recién bautizados? Plantitas nuevas, neófitos, nuevos retoños. Pues bien, imaginaos que en todo este gran valle de La Joya, donde vivís vosotros, hay abundancia de plantas y que sois vosotros esas plantas; y resulta que pasa mucho tiempo sin que llueva, como ocurre a veces. Si no lloviera ¿qué les sucedería a esas plantas y a esos árboles? Acabarían siendo árboles secos, como los huesos secos que relata el profeta Ezequiel. Y ¿qué haría falta para revitalizar esos árboles secos? Agua.
Pues esta tarde el Señor va a regar abundantemente este pueblo de La Joya; es decir, esta “hoya”, jugando con las palabras. La Joya va a ser regada con abundancia del agua del Espíritu. Y os va a transformar en plantas capaces de dar fruto. Va a daros vigor por dentro; vais a tener una savia nueva, capaz de transformaros. Esta idea la podemos captar porque estamos en una comarca agrícola. Cuando haya pasado el invierno, cuando hayan empezado a despuntar los árboles, los almendros estarán en flor. Gracias a la lluvia de su Palabra y al rocío de gracia de cada día, el Señor nos llena el alma.
El rocío y el agua del Espíritu podrán fecundar esta comunidad cristiana a través de las distintas plantas, a través de los distintos árboles, que somos cada uno de nosotros.
3.- Y ¿qué ha dicho el Señor en el Evangelio de Juan? Ha hecho una invitación: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí. Porque -de Cristo-, de su seno correrán ríos de agua viva» (Jn 7, 37-38).
¿Recordáis el pasaje de la samaritana? Jesús, un día de calor, se sienta junto al pozo de Sicar; llega una mujer a sacar agua y Jesús le pide de beber. Entre samaritanos y judíos no había buena relación, como puede pasar con pueblos vecinos. Espero que esto no os ocurra nunca de estar enfrentados con los pueblos vecinos. Y Jesús le pide de beber a la mujer samaritana y ésta le contesta: Pero tú, siendo judío, que no nos hablamos, ¿me pides de beber? Y le responde Jesús: “¡Si supieras quién te pide de beber! Yo te daría agua viva que salta hasta la vida eterna. Yo te pido agua para apagar la sed material, pero yo tengo un agua tan buena, tan cristalina, tan potente, que es capaz de dar vida y hasta vida eterna (cf. Jn 4, 5-14).
Pues esta tarde el Señor os invita a que bebáis de sus aguas, de su manantial. Esta tarde os va a colmar, a inundar, a regar de su agua benefactora, que es el Espíritu Santo. Pero acordaos de una cosa: cuando en vuestra vida os sintáis secos de manera que os vaciáis de sentido y de contenido, habrá que volver al manantial de Jesús; habrá que volver a escuchar su Palabra. Tendréis que volver a participar en la Eucaristía y en los sacramentos para renovarnos, para volver a revitalizaros, porque sólo así podréis dar nuevamente frutos y obras abundantes.
Cuando Un árbol seco se revitaliza y empieza a ponerse lozano y a reverdecer ¿cuál es el resultado final del proceso? Que acaba dando frutos.
4.- ¿Qué pide la carta, que hemos escuchado de Pablo a los Romanos? «Haced que todos los gentiles respondan a la fe para la gloria del nombre de Dios» (Rm 15, 9). Si os llenáis de la savia buena, si os dejáis rejuvenecer con el don del Espíritu que hoy vais a recibir, tanto los confirmandos como toda la comunidad, seréis capaces de cumplir el objetivo, la misión que nos encarga el Señor. ¿Y cuál es esa misión que nos encarga el Señor? La de hacer que los gentiles lleguen a la fe, para que Dios sea glorificado. Debéis transformaros en misioneros, en transmisores del Evangelio, en testigos de Jesucristo.
Por tanto, el que se confirme hoy saldrá transformado y capaz de ser testigo valiente de Jesucristo. Pablo hace dos mil años vivía en una sociedad pagana, es decir, en una sociedad compuesta de no creyentes o de creyentes que profesaban otras religiones. Y él dice que a los que no conocen a Jesucristo hay que anunciárselo.
También hoy, no sólo en este Pueblo de La Joya, sino en general, hay mucha gente que pasa de ser cristianos, que pasa de Dios, que no lo tiene en cuenta, que no quiere saber nada de Dios. A esos que viven en el paganismo real, a los que no quieren saber nada de Dios hay que anunciarles el mensaje de Cristo, que es manantial de la vida y da sentido a todo lo que hacemos; incluso da sentido a la enfermedad, da sentido incluso a la muerte y nos ayuda a ir hasta el más allá.
5.- Queridos confirmandos: ¿queréis convertiros en árboles bien regados que den frutos de testimonio de Jesús? El que se confirme hoy es porque quiere seguir a Jesús; quiere vivir de su savia y de su manantial refrescante. En una palabra, quiere convertirse en un testigo de Cristo convertido y comprometido.
Vamos a pedirle al Señor que nos regale el Espíritu Santo, para que quedéis transformados. Y vamos a pedírselo también a la Virgen Santísima, que siempre ha estado junto a Jesús, desde su concepción hasta el día de su muerte; siempre ha estado a su lado, siempre ha estado apoyándole. Y también siempre está a nuestro lado y nos cuida como madre. Vamos a pedirle que nos siga cuidando a cada uno de nosotros.
Ahora los confirmandos vais a encender vuestra vela del Cirio Pascual, que significa la Luz de Cristo resucitado, como símbolo de vuestro bautismo y como signo de que queréis transmitir esa luz a los demás hombres. Que así sea.