El sacerdote diocesano de Málaga y profesor de los Centros Teológicos Diocesanos Rafael Rodríguez Sainz de Rozas ayuda a profundizar en el Evangelio de este II Domingo de Pascua.
El papa San Juan Pablo II llamó al segundo Domingo de Pascua “Domingo de la Misericordia”. ¿Cómo explicar la misericordia? El amor misericordioso del Señor es un amor que supera todas nuestras expectativas.
El amor de los padres hacia los hijos es incondicional, casi ilimitado. No conozco a ningún padre que tenga una libreta donde anote las noches de desvelo, las veces que ha llevado a sus hijos al hospital, el dinero invertido en ellos en zapatillas de deporte, el dinero en regalos de cumpleaños… Si los padres aman de un modo incondicional, el Señor, mucho más, y así nos lo transmite el profeta Isaías: “¿Puede una mujer olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella lo hiciera, yo no me olvidaré de ti”.
La historia de la salvación nos transmite cómo el Dios Uno y Trino sale al encuentro de cada persona y de la humanidad. Dentro de esta historia hay dos momentos cumbre: cuando el Hijo de Dios asume nuestra humanidad para salvarnos y cuando se queda como pan de vida eterna. Tú y yo nos nutrimos del amor misericordioso en la Misa. Queremos recibir al Señor con el alma limpia, le damos la bienvenida a nuestra alma y le pedimos que nunca nos suelte de su mano. Tenemos también una fuerte experiencia del amor misericordioso en el sacramento de la penitencia.
Ante tanto amor que el Señor derrama sobre nosotros, solo nos queda ser transmisores de su amor a través de las obras de misericordia. ¡Feliz Domingo de la Misericordia!