
El sacerdote y profesor de los centros teológicos diocesanos José Manuel Ferrary Ojeda invita a profundizar en el Evangelio de este domingo XIX del Tiempo Ordinario: Lc 12, 49-53.
«Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra lucha contra el pecado» (Heb 12, 4). Estas palabras de la carta a los Hebreos nos sacuden. La fe no es adorno ni costumbre, es una decisión valiente que exige entrega. Nos hemos habituado a una religiosidad cómoda, que a veces reduce el Evangelio a buenos deseos sin compromisos. Pero seguir a Cristo es tomarse en serio su mensaje, incluso cuando incomoda.
Necesitamos volver al centro, a un encuentro real con Jesús que renueve nuestra fe y despierte nuestra responsabilidad. Porque una fe sin impacto en la vida concreta, en la justicia, en la defensa del débil, no es la fe del Evangelio. Jesús es misericordioso, pero firme ante el mal; es cercano, pero exigente. Y ese Cristo verdadero puede todavía fascinar y transformar el mundo.
No podemos permanecer neutrales ante el sufrimiento, la pobreza o la injusticia. Si la fe no nos empuja a actuar, a levantar al caído, a defender la dignidad humana, entonces algo en nosotros se ha dormido.
«Señor, date prisa en socorrerme» (Sal 39, 14). Hoy pedimos no solo por nosotros, sino por tantos que sufren por su fe o por la injusticia. Que Dios nos dé su fuerza para no callar, no claudicar, y vivir una fe comprometida, que cambie corazones… y también realidades.