
El sacerdote y profesor de los centros teológicos diocesanos José Emilio Cabra Meléndez invita a profundizar en el Evangelio de este domingo XIX del Tiempo Ordinario: Lc 12, 35-48.
«No temas, pequeño rebaño». Jesús insiste en muchas ocasiones y de distintas formas: «No temáis, no os angustiéis, no tengáis miedo». Lo repite con más frecuencia que el mandamiento del amor o la necesidad de perdonar, con lo importantes que son. Por algo será. Quizás porque Jesús sabe que todos cargamos con algún miedo que nos paraliza, nos achica y nos impide dar todo lo que llevamos dentro.
Cuando Jesús anima a no tener miedo, siempre añade el motivo para no temer, porque el miedo –lo sabemos– no se elimina así como así: «No temáis, soy yo, yo estoy con vosotros», «no tengáis miedo, Dios se ocupa de vosotros». Hoy nos tranquiliza: «No temas, pequeño rebaño, vuestro Padre ha querido daros el Reino». Dios es nuestro Padre, nos ofrece lo mejor que tiene, estamos en buenas manos, no hay que temer. En el fondo, el gran motivo para no tener miedo es que nunca estamos solos: el Señor nos asegura que siempre nos acompaña. E
s la promesa que atraviesa toda la Biblia: «Yo estaré contigo». Precisamente porque siempre nos acompaña, Jesús nos anima a vivir atentos, a abrir los ojos para descubrirlo: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas». El Señor nos sale continuamente al paso y nos ofrece cada día mil oportunidades de encontrarnos con Él. Si Él está cerca, si nunca nos abandona, no hay razón para el pesimismo o el desánimo. Su presencia elimina el miedo.