Comentario al Evangelio del domingo 19 de septiembre, por Rafael Carmona

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El diácono permanente de los Santos Mártires y San Juan Bautista, Rafael Carmona, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo XXIV del Tiempo Ordinario (Marcos 9, 30-37).

El domingo pasado la liturgia nos presentaba dos condiciones para seguir a Jesús: negarse a sí mismo, luego tomar la cruz y seguirle. Hoy,despuésde escucharelsegundoanunciode su muerte y resurrección, Cristo nos muestra la grandeza de la sencillez y la humildad.

Sin embargo, los discípulos siguen soñando con un Mesías glorioso y muestran una gran incoherencia al discutir entre sí quién de ellos es el mayor. ¡Increíble! Jesús anuncia a los discípulos que lo van a matar, y ellos negocian un lugar de importancia para cuando esto ocurra. “No entendieron nada”, nos dice en el Evangelio.

¿Cuánto de esto nos pasa también a nosotros? Nos cuesta entender el proyecto de Jesús. Hoy, si Jesús viniera de nuevo a nuestra tierra, nos diría que, como cristianos y católicos, fuésemos algunas veces “los primeros” en ocupar puestos de decisiones, desde los cuales poder incentivar el anuncio del Evangelio; los pioneros en dirigir ciertos medios de comunicación para que fuesen más respetuosos, agradecidos y receptivos con la esencia cristiana que ha forjado a occidente y otros tantos continentes.

Ya sabemos que, como cristianos, ser los primeros, significa ser servidores de los demás. Pero, flaco favor haríamos a nuestra tierra, a nuestra sociedad, a nuestro mundo, a nuestro pueblo si –por el hecho de ser excesivamente blandos y permisivos- nos pusiéramos tan al fondo de todo, que otros sean los que se aprovechen del vacío peligroso que estamos dejando, fruto de nuestra anemia espiritual.

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