El profesor de los Centros Teológicos de Málaga y sacerdote Gabriel Leal ayuda a profundizar en el evangelio de este domingo.
Tras dar de comer a la multitud, Jesús se retiró porque querían hacerlo rey. Pero vuelven a buscarlo movidos por el interés, “no porque habéis visto signos” que podían conducirles a la fe, “sino porque comisteis pan hasta saciaros”. Un pan que sólo puede satisfacerlos temporalmente, sin evitar tener hambre y sed de nuevo. Jesús nos invita a buscar otro alimento, «que perdura para la vida eterna», el único capaz de acallar definitivamente nuestra hambre y sed más profunda. Este pan solo puede darlo el Señor, especialmente en la celebración eucarística. En ella nos da su Palabra, la comunión eucarística y su presencia en la comunidad reunida en su nombre.
Alimentándonos de la Eucaristía, el Señor va haciendo de nosotros un solo cuerpo que, como Él, se entregue, amando y sirviendo a los demás, especialmente a los más necesitados, al estilo de Cáritas y otras instituciones de la Iglesia.
No busquemos inútilmente acallar nuestra necesidad más profunda con lo que no puede satisfacerlas. Sólo alimentándonos de la Eucaristía, con lo que ella implica, podremos satisfacer nuestro deseo más hondo: vivir plenamente y para siempre, tener una vida que nada ni nadie nos podrá arrebatar.