Carta a un cura bueno que ya ha llegado

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Semblanza de D Alfonso Arjona Artacho preparada por su amigo y compañero, el también canónigo D. Francisco Aranda y leída durante la Misa Corpore Insepulto celebrada en la Catedral de Málaga el sábado 18 de enero de 2025.

CARTA A UN CURA BUENO QUE YA HA LLEGADO

Si el que canta ora dos veces… cuántos rezos acumulados por este pequeño cordobés, luego asentado en Málaga, que vio la luz en Benamejí en aquel oscuro verano del 36 y que se cría en los complicados años que transcurren desde ahí hasta… muchos años después en la postguerra española.

Si un cristiano triste es un triste cristiano, que gigante de la alegría compartida fue este enclenque hijo de María y Jacinto:

Ya de niño apuntaba maneras y se arrancaba entre verdiales, soleares, bulerías o lo que terciara, en su pueblo y en su otra casa, la del Seminario de Málaga, -aquí por Gregoriano y otros menesteres- que soñó el obispo  de los Sagrarios Abandonados, de la Eucaristía, de la Inmaculada  y de los curas- a los que quería de verdad-, para que no fueran “funcionarios con sotana”, para que vivieran “de balde y con todo lo nuestro”.

En el centenario de la apertura académica del Seminario Conciliar Diocesano, origen y fundamento de su “Sueño Pastoral”. ¡Tan cerca de la celebración de esta efeméride …se nos fue…! ¿Coincidencias del azar?, Puede ser, aunque esta que es la rúbrica con la que Dios firma sus actos.

También en tantos lugares- campos de nuestra diócesis tan esmirriados, escuelas rurales, alquerías, parroquias de costa, mar y ciudad- centros de formación … Con un leve guiño a su inolvidable Torre del Mar y sus torreños  pescaores de las Mimosas y aledaños. Al alborear el dia se levantan con un deje  de esperanza y miedo ante el misterio del mare Nostrum, hoy por desgracia Mare mortuum.

Tocaba todos los palos, porque ha sido un cura poliédrico

He andado muchos caminos,

he abierto muchas veredas;

he navegado en cien mares,

y atracado en cien riberas

Y en todas partes he visto

gentes que danzan o juegan,

Nunca, si llegan a un sitio,

preguntan a dónde llegan.

Cuando caminan, cabalgan

a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa

ni aun en los días de fiesta.

Donde hay vino, beben vino;

donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,

laboran, pasan y sueñan,

y en un día como tantos,

descansan bajo la tierra

Y, sobre todo, normal.

Me lo aconsejaba en mis años jóvenes, recién estrenado de cura, en la Parroquia de San Gabriel que fue su gloria y su cruz:

Paco -me decía en la antigua capilla del sagrario que diseñó Vincet- cada día lo primero que le pido al Señor es que sea normal.

Y lo fue: humano, tal vez demasiado humano; cordial, alegre, sincero, bragado en las alegrías y las penas, en el triunfo y en el fracaso, contra viento y marea, que de todo hubo en la viña del Señor.

Y amigo, muy amigo, de los amigos. En su casa cabíamos todos, todos, todos y siempre hasta hoy que nos dejas. Gracias Jadilla por tanto.

Y muy amigo de Jesús y de María.

Mas todavía: Para mí, escribía, Jesús es todo: El camino, la verdad y la vida. Siempre por recorrer, siempre por quien comprometerse, siempre por vivirse. Trato de correr… ¿Llegaré algún día?, se preguntaba.

Y conoció el dolor. Claro que sí. En una entrevista en la revista Diócesis, en abril de 2019, dejaba algunos flecos: el peor pecado, respondía, es el poco afecto y preocupación humana para con los sacerdotes, pese a su preocupación por el mundo del dolor o las migraciones. Señala que lo más complicado que ha vivido como sacerdote es tener que haber tomado decisiones con la ayuda de Dios pero sólo, y la desidia y dejadez que existe entre los curas y advierte contra el peligro de la soledad. Una llamada de atención a cuidar de nuestra fraternidad.

Finalmente cierra esa entrevista con este regalo, con este recuerdo de la infancia: el mejor olor que recuerda, el  día de matanza en la casa de su familia; su flor favorita , la rosa roja; la más bella  palabra: la esperanza, tan necesaria, añadiría yo.

Te preguntabas Alfonso: trato de correr ¿Llegaré algún día? Pues ya has llegado y nosotros, con alegría, damos gracias al Dios de la Vida por tu vida. Como lo has sido tú, somos “Peregrinos de la Esperanza” ¿me permites unos “malos” consejos para esa nueva y definitiva aventura que acabas de iniciar?  

En palabras de Cortázar:

No aceptar otra orden que la de las afinidades,

otra cronología que la del corazón y otro horario, que el de los encuentros a deshora, los verdaderos

Gracias Alfonso, gracias, Sr Arjona.

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