Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la apertura de curso en la Escuela de Magisterio «María Inmaculada» (Antequera) celebrada el 25 de noviembre de 2015.
APERTURA DE CURSO
EN LA ESCUELA DE MAGISTERIO
“MARÍA INMACULADA”
(Antequera, 25 noviembre 2015)
Lecturas: Dan 5, 1-6.13-17.23-28; Sal: Dan 3, 62-67; Lc 21, 12-19.
1.- Hemos escuchado en el libro de Daniel el final de los días del rey Baltasar. Había traído cautivos desde Jerusalén, en tiempos de su padre Nabucodonosor, a unos jóvenes nobles a los que educó en la lengua caldea y los tenía como colaboradores, como sabios consultores; con una sabiduría mucho más profunda que los propios sabios de su reinado, porque veían las cosas desde Dios, desde la fe judía.
«El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus nobles, y se puso a beber vino delante de los mil» (Dan 5, 1). «De repente aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoque del muro del palacio real, frente al candelabro; y el rey veía el dorso de la mano que escribía. Entonces su rostro palideció, sus pensamientos le turbaron, los músculos del cuerpo se le aflojaron, y las rodillas le entrechocaban» (Dan 5, 5-6).
El rey banquetea con sus colaboradores, usando los vasos que había robado su padre Nabucodonosor del templo de Jerusalén, y ve que, en el revoco de la pared, unos dedos escribían tres palabras en su lengua caldea: contado, pesado, dividido.
2.- Como nadie sabía interpretarlo, llamó a Daniel, que era un sabio y que además interpretaba sueños. Y Daniel le dijo que el significado de estos signos es por lo que el rey había hecho en su vida: «Te has rebelado contra el Señor del cielo y has hecho traer a tu presencia los vasos de su templo, para beber vino en ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y tus concubinas. Has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de tu vida y tus empresas no lo has honrado» (Dan 5, 23).
El rey tenía inteligencia para descubrir que el oro no es Dios, que la madera no es Dios, que una imagen de piedra no es Dios; todo esto son cosas inertes. Tenía inteligencia para descubrir a Dios a través de la naturaleza, –como dice el libro de la Sabiduría, que hay un Dios que ha creado la naturaleza y ha creado al hombre a su imagen (13, 1-9)–, pero no fue capaz.
3.- Daniel le descifró al rey Baltasar lo que significaban aquellos signos: «Lo que está escrito es: Contado, Pesado, Dividido. Y la interpretación es esta: “Contado”: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final» (Dan 5, 25-26). Se acabó tu reinado. «Pesado: te ha pesado en la balanza, y te falta peso» (Dan 5, 27). No tienes sustancia, estás vacío, no pesas nada, no tienes peso específico. «Dividido: tu reino ha sido dividido, y lo entregan a medos y persas» (Dan 5, 28). El fin del reino caldeo terminó.
En el texto que hemos leído no está, pero si seguís leyéndolo se narra cómo esa misma noche el rey Baltasar murió asesinado (cf. Dan 5, 28), seguramente por los medas y persas, que lo destronaron e invadieron su reinado, porque se caía por su peso.
Sucedió como dicen los historiadores que ocurrió lo mismo al impero romano, que cayó en el siglo VII, con la invasión de los centroeuropeos porque el imperio estaba corrompido por dentro. Cuando llegaron a Roma bastó con “soplar” para que se cayera, porque por dentro estaba podrido el poder: intrigas palaciegas, asesinatos, riñas entre los herederos, familias deshechas y divididas. Era un reino divido y cuando un reino está dividido se cae.
4.- ¿Qué enseñanza nos da esto? Tenemos que tener peso humano. Quiere decir, una base de formación humana para el diálogo interpersonal, la acogida del otro, al escucha, la paciencia…; muchas cosas que estudiáis en pedagogía. Pero tenemos que tener peso específico también en lo religioso.
Baltasar no supo adorar al Dios verdadero; se equivocó. Puso su interés y su alabanza en cosas que son inertes, que no sirven. Y tenemos la capacidad de descubrir que tenemos un Dios creador y, más aún, conocer a través de Jesucristo al Dios verdadero, al Dios de Jesucristo.
Nosotros no conocemos a Dios solamente por lo que está escrito en la Biblia. Hay un testimonio personal a través del tiempo, desde los apóstoles hasta hoy. Nosotros adoramos y veneramos al Dios que nos ha revelado Jesucristo; un Dios que no es de oro ni de plata. ¡Cuántos paisanos y contemporáneos nuestros siguen adorando a los mismos dioses que adoraba el rey Baltasar! Pues esos tienen los días contados y su vida no tiene peso.
5.- El Lema que habéis elegido para el presente curso en esta Escuela de Magisterio “Es justo y necesario”, vais a desarrollarlo en tres verbos de acción: conocer, interpretar y transformar. Lo contrario de contado, pesado y dividido.
Tenéis que “conocer” la realidad; el rey Baltasar no supo reconocer la realidad. Conocerla desde la inteligencia que Dios nos ha dado, pero también desde la luz de la fe que Dios nos da. Hay que conocer la realidad, el otro, el mundo, el trabajo desde esas dos luces: la inteligencia natural y la sabiduría de la fe, que es una luz sobrenatural. Os animo a que conozcáis con esa doble mirada, con dos ojos: la inteligencia natural y la fe sobrenatural; así veréis con más claridad que quienes no ven con los ojos de la fe, simplemente no ven nada.
En cuanto al término “interpretar”. La realidad no es suficiente verla y decir que necesita un cambio; que está bien o que está mal; que es bella o es fea. No solamente hay que verla, sino que hay que interpretarla; hay que iluminarla, hay que descubrir qué es lo que podemos hacer con ella, empezando con uno mismo.
Y esto nos lleva al tercer término que es “transformar”. Si miro y contemplo la realidad, la juzgo y la interpreto, pero me quedo con los brazos cruzados, no he hecho nada. En vuestra tarea, que espero sea de grandes personas, pedagogos y maestros, si no trabajáis con vosotros en la transformación personal primero y en la transformación del otro, ¿para qué estudiar pedagogía, magisterio, psicología, matemáticas? ¿Para qué, si no tiene una utilidad de bien, de transformación de la sociedad a mejor? Ese es el objetivo de vuestra estancia aquí y de vuestro estudio: conocer, interpretar y transformar a mejor.
6.- Hoy es la fiesta de santa Catalina de Alejandría. ¿De qué color son hoy las vestiduras litúrgicas? (Responden los alumnos: rojo). Y, ¿por qué vamos de rojo y no de verde como en días pasados? ¿El color rojo a qué lo asociáis? (Responden los alumnos: al amor y a la sangre). El amor lo pintan de rojo, porque es capaz de dar la sangre por la persona amada; y porque hace referencia al corazón.
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de una santa llamada Catalina, que vivió entre el siglo III y IV en Alejandría. En esta ciudad había en aquella época una grandísima universidad. Decían que la biblioteca de Alejandría era la mejor del mundo con miles de rollos y de libros.
Santa Catalina, desde su condición de mujer y siendo cristiana en aquella época, estudió filosofía y conversó con los profesores y filósofos de su tiempo. Dialogó de tal manera que fue capaz de demostrarles que estaban en el error. Podemos aplicar aquí lo que hemos dicho sobre los tres términos de vuestro lema: “conoce”, “interpreta” y “transforma”, que hemos mencionado antes.
7.- Los paganos no podían hacer frente con sus razonamientos a las palabras de Santa Catalina. Se cumplían así las palabras del Señor: «Porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro» (Lc 21, 15).
Pero los paganos condenaron a muerte a Catalina, dando testimonio de su fe con la oblación de su vida. Se cumplió también lo que dijo el Señor: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio» (Lc 21, 13).
No sé hasta qué punto estáis dispuestos vosotros a dar testimonio de vuestra fe. Eso sólo lo sabe cada cual. Hay quienes estarán diciendo que están dispuesto hasta dar su vida por la fe y otros pensarán que mejor que eso lo hagan otros.
Catalina de Alejandría nos enseña que, desde la fe y la inteligencia, se puede dialogar con el mundo pagano en nuestra sociedad y que podemos ser testigos de Jesucristo hasta el final.
Vamos, pues, a pedirle al Señor que nos ayude a saber conocer la realidad, interpretarla adecuadamente y transformarla a mejor. Que no nos pase lo del rey Baltasar; y que nuestra vida no esté vacía, y que nuestro tiempo no termine.
Se lo pedimos a la Virgen que sí que supo hacer estas cosas bien hechas. Que así sea.