En la mañana del 10 de enero de 1792, el entonces deán Manuel Trabuco Belluga recibió en su casa la visita anunciada de Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Lasso de la Vega, IV marqués del Vado del Mestre, conde de la Puebla del Maestre y Grande de España de segunda clase.
El aristócrata le hizo partícipe de que había decidido regalar a la Catedral una imagen de la Virgen de las Angustias. Deán y Cabildo quedaron encantados con el ofrecimiento y más sabiendo que el donante había contratado los servicios de los prestigiosos escultores Pietro y Giovanni Pissani, naturales de Treviso, pero con taller en Florencia.
Sin embargo, transcurrirían once años hasta que la escultura llegó a Málaga, a causa de la situación política que atravesaban los estados italianos de la época. De hecho, la obra estuvo retenida en el puerto de Livorno desde 1797 a 1802 cuando, gracias a los servicios de una compañía denominada Quilty, pudo ser embarcada en el laúd valenciano Cristo del Grao.
Tras muchas peripecias, el día 13 de diciembre de ese último año, siendo las cuatro y media de la tarde, entró en la Santa Iglesia Catedral, por la puerta del cementerio del Sagrario, una caja grande de peso de setenta y cinco quintales y tirada por cuatro pares de bueyes, según podemos leer en la anotación que hizo el secretario capitular. En la mañana del 29 de marzo de 1803, esta Virgen marmórea de las Angustias fue solemnemente bendecida y puesta a la veneración en la capilla central del trascoro donde, felizmente, permanece.