25 aniversario de matrimonio de Daniel y Gema, familia neocatecumenal en misión en Dinamarca (Parroquia San Patricio-Málaga)

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Homilía del obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá, durante la Eucaristía con motivo del 25 aniversario de matrimonio de Daniel y Gema, familia neocatecumenal en misión en Dinamarca

25 ANIVERSARIO DE MATRIMONIO DE DANIEL Y GEMA, FAMILIA NEO-CATECUMENTAL EN MISIÓN EN DINAMARCA

(Parroquia San Patricio, 19 julio 2025)

Lecturas: Gn 18, 1-10a; Sal 14, 2-5; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42.

(Domingo Ordinario XVI-C)

1.- Los hijos, regalos de Dios a la familia

En la narración del libro del Génesis nos cuenta la visita de tres personajes a Abrahán junto a la encina de Mambré (cf. Gn 18, 1-3), y ahí destaca la hospitalidad del pueblo de Israel que acoge al que llega como al mismo Señor y le ofrece cobijo y alimento (cf. Gn 18, 4-8).

Al mismo tiempo, estos personajes prometen a Abraham y Sara descendencia (cf. Gn 18, 10), porque los habían acogido con mucho primor.

Los hijos, y bien lo sabéis todos, son un regalo de Dios a la familia. Un regalo de Dios a la Iglesia y a la sociedad. Lo que pasa es que no se aprecia.

Queridos Daniel y Gema, damos gracias a Dios hoy por vuestro 25 aniversario de matrimonio y por los hijos que el Señor os ha regalado, porque son un regalo fundamentalmente, Sois una familia numerosa que os habéis fiado de la providencia divina y habéis marchado en misión a tierras lejanas, a Dinamarca. Dejarse llevar por el Señor es lo mejor que hay y pensar que el Señor siempre nos tiene con su providencia cogidos de la mano, aunque no lo veamos.

Habéis sido bendecidos con Dios con muchos retoños nacidos de vuestro amor. Hoy damos gracias a Dios por vosotros, por vuestro matrimonio y por la familia numerosa que formáis.

2.- La misión evangelizadora

San Pablo, el apóstol, nos ha dicho ya en la monición para escuchar este texto, que se alegra de sus sufrimientos por el evangelio y dice: «Así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia» (Col 1, 24). No es que necesita Jesús que nosotros apoyemos su obra, su obra está hecha allá. Él sabe que la Iglesia es la prolongación de la obra de Jesucristo, porque la Iglesia es su cuerpo que necesita ser cuidado y alimentado. A esta iglesia es a la que vosotros servís y todos queremos, todos amamos.

Pablo ha sido nombrado servidor del evangelio conforme al encargo que le ha sido encomendado: «llevar a plenitud la palabra de Dios» (Col 1, 25). Pablo recorrió casi toda Asia y parte de Europa para anunciar el evangelio. A vosotros el Señor os ha llamado para anunciar el evangelio dentro de Europa, concretamente en un país del norte. Antes decíais que una hermana vuestra ha estado en otros países, en Rusia, en otros lugares. El Señor a cada uno nos lleva donde Él quiere, no donde nosotros elegimos.

Y el Señor ha marcado vuestra familia y le ha encargado una misión: anunciar el Evangelio de Jesucristo en Dinamarca o donde viváis. Porque vuestros hijos no sabemos después dónde van a ir. Él quiere que deis a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio (cf. Col 1, 27). Sois instrumentos de Dios para pregonar su salvación, para dar a conocer el misterio escondido durante siglos y manifestado en Cristo Jesús, como dice Pablo (cf. Col 1, 26).

Alguien ha dicho antes que no es fácil realizar la misión del anuncio del reino de Dios. Habéis sufrido muchas dificultades y obstáculos, sobre todo los primeros años, me contabais cuando nos encontrábamos en verano. Pero la providencia de Dios ha querido siempre que se resolvieran las cosas a su modo, no al nuestro. Pero se han resuelto. Donde no llegabais, estaba su mano. Donde no llegamos, está su mano.

Y yo me alegro, los chiquititos también, por haber creído y confiado en el Señor, igual que cada uno de vosotros, porque os toca la misma suerte. Decidieron vuestros padres, pero a vosotros os toca compartir esas dificultades, esos sufrimientos y ser instrumentos de evangelización.

Enhorabuena. y seguid así. Donde el Señor os envíe sed los misioneros que Dios quiere que seáis.

Hoy damos gracias a Dios por todos vosotros, por los dones recibidos, sobre todo en estos 25 años de matrimonio.

3.- Las hermanas Marta y María

El evangelio que hemos escuchado hoy es el de Marta y María. Estamos abocados a la acción, pero el Señor valora más la oración y la contemplación. Es importante en esta sociedad del desenfreno, del activismo, del no parar, que tengamos momentos de silencio, de oración, de escucha de la Palabra, de meditación, de contemplación.

¿Por qué dice el Señor que María ha escogido la mejor parte y no le será quitada? Porque el activismo terminará aquí, en esta vida. El hacer, el hacer, el hacer, terminará aquí. En el cielo no haremos actividades. En el cielo la visión beatífica es la contemplación del amor. Como esos momentos en los que las personas que se aman son felices mirándose, contemplándose. No hace falta decir nada, sólo estar junto al otro o delante del otro contemplándolo. Eso es lo que ha elegido María. Y a eso es a lo que estamos llamados también nosotros: a contemplar la belleza, a contemplar a Cristo resucitado. Lo de aquí es una figura de lo de allá. Importancia, pues, de la contemplación.

4.- El significado de vuestros nombres

Quiero decir una palabra sobre vuestros nombres. A mí me gusta e invito siempre a la gente a que conozca su nombre, significado, a que celebre el santo y a que celebre el bautismo. Aquí hay costumbre de celebrar mucho el cumple, ¿no? Los cumpleaños se celebran con fiesta. En mi tierra y en mi familia celebrábamos más el santo. Y creo que vale la pena que celebremos el aniversario de nuestro bautismo porque ahí nos pusieron un nombre.

Los nombres en la Biblia tienen su sentido, su significado. Y cuando los padres escogen los nombres para los hijos, cuando yo escucho que uno se llama el nombre con el nombre de un actor o el nombre de una flor, me queda un poco triste. El nombre en la Biblia significa lo que uno es, mejor aún, la misión a la que el Señor te ha llamado.

Animaos pues, si ya lo hacéis mejor, a celebrar el día de vuestro bautismo, el día de vuestro santo.

Daniel, ya sabes lo que significa. Dan-el, es Dios. La justicia de Dios. Pero no es la justicia de un juez justiciero, duro, castigador. Porque la justicia de Dios, manifestada en Cristo Jesús, es justicia salvífica siempre. Ese juez siempre salva, nunca condena. Merecemos la condena por el pecado, pero la justicia de Dios es justicia salvífica. Añadirle siempre ese adjetivo. Es justicia misericordiosa, perdonadora, salvadora. Hayamos hecho lo que hayamos hecho Cristo nos perdona y nos salva.

Imagínate para ti, para todos, o para todos los que os llaméis Daniel, ser para otros, justicia salvadora, saber perdonar, saber ser misericordiosos me hayan hecho lo que me hayan hecho. Y, sobre todo, agradecer esa misericordia recibida que yo recibo de Dios.

Y Gema no es un nombre hebreo, Daniel sí, pero las santas que llevan este nombre su significado proviene de una piedra preciosa; una gema es una piedra preciosa. Por tanto, una mujer preciosa, de mucho valor, En el sentido religioso tiene la connotación de gloria o presencia divina. Fíjate que cambia, ¿eh? No es lo mismo una gema, una piedra que valoramos porque es hermosa, bonita, tiene mucho valor. Eso es a nivel de aquí, de tejas abajo. A nivel espiritual, Gema es una presencia de Dios. Ya puedes sacar las consecuencias que quieras. Ser presencia de Dios en tu familia, fundamentalmente. Y presencia de Dios en la comunidad y presencia de Dios donde estés.

Esas dos cosas os deseo a los dos en este 25 aniversario, haciendo honor a vuestro nombre.

A todos, naturalmente cada uno que vea qué misión le ha dado Dios con el nombre que nuestros padres nos han puesto.

A mí me pusieron el nombre de Jesús porque me bautizaron el día de Navidad. Nací el jueves anterior, tres días antes, me bautizaron el domingo siguiente, nací un jueves, me bautizaron el domingo y ese domingo, ese día era la Navidad. Y ya podéis imaginar que para mí el nombre de Jesús ha significado todo en mi vida.

Mis padres cuando pusieron ese nombre no pensaron en lo que sería mi vida, seguramente. Pensaron que como era el día de Navidad era bonito ponerme el nombre de Jesús. Pero el Señor providencialmente ha hecho de mi vida un representante de Jesús.

Pido que me ayudéis a dar gracias, en este final de mi pontificado como el obispo de Málaga, por haberos encontrado, por haber estado compartiendo con vosotros estos ya casi completos diecisiete años. Recuerdo que cuando os marchasteis de misión yo llevaba pocos años aquí.

La eucaristía es acción de gracias. Damos gracias a Dios por vosotros, por vuestra familia, por vuestros hijos y por cada uno de los que estamos aquí, que agradezcamos al Señor todo lo que nos ha regalado.

Pedimos a la Santísima Virgen María que os siga acompañando, a Daniel y Gemma, a la familia y a todos, a la comunidad, en la misión a la que el Señor a cada uno le ha confiado.

Que así sea.

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