El próximo 17 de octubre, a las 19.00 horas, se celebra una misa de acción de gracias con motivo del 150 aniversario de la llegada de las Hermanitas de los Pobres a Málaga. La celebración de la Eucaristía en la Catedral estará presidida por el Cardenal Sebastián.
Con motivo de estos 150 años de historia, la superiora de la comunidad de las Hermanitas de los Pobres de Málaga, Sor María Monserrat, escribe esta «carta abierta».
Corre la segunda mitad del siglo XIX. Málaga sonríe ante el futuro. Su posición marítima, su terreno y su clima auguran progreso y mejoría en su bienestar. El fomento de la economía; la creación de la línea Málaga-Córdoba y la modernización del transporte marítimo contribuyeron a una gran mejora comercial de la ciudad con la consiguiente atracción de visitantes, nacionales e internacionales, en busca de proyectos empresariales.
La revolución industrial aportó bienestar para muchos pero, también, una gran pobreza para otros. El aflujo de gente del campo para trabajar en las fábricas conllevó la presencia de muchos ancianos solos y abandonados, en sus casas o por las calles.
Ante esta creciente y dolorosa realidad, varios empresarios de la ciudad y entre ellos la familia Larios, Heredia y Loring, decidieron buscar una solución. Sabedores de la presencia de las Hermanitas de los Pobres en Granada, pidieron a la Casa General de la Congregación, en Francia, que hiciera una fundación en Málaga.
La solicitud fue atendida y, el 18 de marzo de 1865, llegaban a Málaga las primeras Hermanitas de los Pobres para abrir una casa de acogida para ancianos que pronto se vio desbordada por el número creciente de peticiones de ingreso.
Desde entonces, las Hermanitas de los Pobres, ya sea en tiempos de turbulencia política o de paz, se han mantenido en la ciudad sostenidas por la estima y las aportaciones de todas las familias malagueñas.
Con la colaboración de todos, han podido llevar a cabo su misión hospitalaria y atender a más de 4.000 ancianos ofreciéndoles una casa confortable, los cuidados necesarios y haciendo renacer, en muchos de ellos, el gozo y la paz.
La celebración de los 150 años de su llegada nos invita a leer su historia como un camino de confianza en Dios. La fundadora de la Congregación, santa Juana Jugan, decía con una profunda convicción de fe: «Si Dios está con nosotros eso se hará».
Esa serena confianza en el Dios del amor y de la esperanza ha mantenido el entusiasmo y la dedicación de generaciones de Hermanitas que, a lo largo de estos 150 años, han recorrido ese camino de servicio al hermano, creyendo en la Providencia de Dios que no las ha dejado de su mano.
Hoy podemos decir con toda verdad: «El Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres».