
Los días 26 y 27 de octubre, en la Casa de Espiritualidad «San Juan de Ávila» de La Yedra, ha tenido lugar la primera convivencia sacerdotal del curso, dirigida al clero intermedio de la Diócesis. Un encuentro que ha combinado la oración, la fraternidad y la reflexión sobre uno de los desafíos más actuales de la vida sacerdotal: el equilibrio entre la entrega pastoral y el cuidado personal.
La convivencia comenzó el domingo 26 por la noche, con una cena compartida y una velada fraterna junto a nuestro Obispo Don Sebastián Chico, en un ambiente distendido que favoreció el encuentro fraternal entre los participantes.
El lunes 27, la jornada se abrió con un rato de oración ante el Santísimo, fuente de toda renovación interior. A continuación, tuvo lugar la charla “Arder sin quemarse. Pistas para reconocer y prevenir el burnout”, a cargo de D. Damián Picornell Gallar, sacerdote de la diócesis de Albacete, doctor en Teología Moral, licenciado en Filosofía y máster en Psicología General Sanitaria y en Investigación en Psicología.

Picornell, que ha desarrollado su labor docente en el ámbito de la ética filosófica y teológica, la antropología y la metodología de la investigación, ha centrado en los últimos años su trabajo académico y pastoral en el estudio del síndrome de burnout o del trabajador quemado, especialmente en el contexto del ministerio sacerdotal. Su publicación más reciente sobre este tema apareció en el número monográfico de la Revista Seminarios. (https://seminariosdigital.es/index.php/RevistaSeminarios/issue/view/206).
En su intervención, el ponente subrayó la necesidad de reconocer los signos tempranos del desgaste pastoral, que puede manifestarse en el agotamiento emocional, la pérdida de motivación o la sensación de inutilidad. Frente a ello, propuso un camino de prevención integral, que pasa por una espiritualidad encarnada, el cuidado de las relaciones fraternas y una gestión saludable de los límites personales y comunitarios.
«Arder sin quemarse —afirmó Picornell— significa vivir una entrega apasionada al ministerio sin dejar que el fuego interior se convierta en ceniza. Es encontrar un ritmo vital que permita cuidar lo que somos mientras servimos desde lo que somos».
Tras la ponencia, los sacerdotes participaron en un trabajo por grupos y un diálogo común, donde pudieron compartir experiencias y reflexionar juntos sobre los desafíos y recursos personales para sostener la fidelidad y la alegría en el servicio pastoral.

La jornada concluyó con la comida fraterna, que puso el broche a un encuentro vivido en clima de cercanía, esperanza y renovación interior.
Raúl Contreras
Delegado Episcopal para el Clero
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