Homilía en el Miércoles de Ceniza

El Obispo de Jaén en la S. I. Catedral, el 13 de febrero de 2013.

Saludos…

1. El miércoles de Ceniza es la puerta que nos introduce en la Cuaresma. La reciente renuncia de Su Santidad, como Pastor universal de la Santa Iglesia, y el próximo Cónclave para la elección de su sucesor, así como las celebraciones del Año de la Fe, serán motivaciones muy especiales para el recorrido cuaresmal de este año.

La Cuaresma, como sabemos, es un tiempo cargado de historia. No podemos permitir los cristianos que se vacíe de contenidos: Tienen mucho que decir en ello también las Cofradías, Hermandades y grupos parroquiales de Pasión. Como compromiso especial en este año, tenemos la propuesta del Papa de hacer crecer y enraizar cada vez más en nosotros, la fe en Jesucristo para vivirla con coherencia y sin miedo ante los demás.

2. La Iglesia, desde la liturgia, se preocupa en este itinerario cristiano, día a día, del recorrido cuaresmal que iniciamos.

Hoy concretamente:

– La Antífona de entrada de la Misa nos recordaba el objetivo fundamental de la Cuaresma: «Convertíos a mí de todo corazón». La misma propuesta se nos hacía en la oración colecta: Orad para emprender «el camino de una verdadera conversión».

– El profeta Joel, primera lectura proclamada, nos exhortaba a volver a nuestro Padre «de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto… porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, se arrepiente de las amenazas» (Jl 2, 12-13).

En el Salmo 50 hemos pedido al Señor que cree en nosotros «un corazón puro»; que nos renueve por dentro «con espíritu firme».

El Apóstol San Pablo en su 2ª Carta a los Corintios (2 Cor 5, 20). Nos pedía así mismo, que «en nombre de Cristo nos reconciliemos con Dios». Es decir, que nos convirtamos a Él, que recorramos durante esta Cuaresma, de modo fructuoso, el itinerario interior de conversión encontrándonos personalmente, y en la intimidad, con Cristo, Nuestro Señor.

Finalmente en el pasaje evangélico, San Mateo (6, 1-6; 16-18) nos pone en guardia contra la vanidad que conduce a la ostentación, a la hipocresía, superficialidad y autocomplacencia. Por el contrario se nos propone cultivar la intimidad y humanidad en nuestros encuentros con el Señor para evitar la carcoma de la vanidad y crecer en pureza y autenticidad de intenciones.

3. Saben seguramente que el Santo Padre Benedicto XVI, en su Mensaje acostumbrado de Cuaresma, nos ofrece una profundas reflexiones para meditar durante la presente Cuaresma sobre la relación entre fe y caridad. Entre creer en Dios, el Dios que nos revela Jesucristo, y nuestro amor, como entrega a Dios y a los demás:

Nos dice el Santo Padre, al frente de la Iglesia de Jesucristo hasta las 20 horas del próximo día 28 de este mes, que la existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios, para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan (del Señor) a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios. Fe y caridad unidas, como camino cuaresmal para este año.

(Fe y caridad están íntimamente unidas». «La fe es conocer la verdad y adherirse a ella» (cf. 1Tm 2, 4), «La caridad es caminar en la verdad»(cf. Ef 4, 15).

«Con la fe se entra en amistad con el Señor, con la caridad se vive y cultiva esta amistad».

«La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro, la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica».

Son algunas frases de su precioso mensaje, ¿El último?.

4. Muy queridos fieles:

El rito tradicional de la imposición de la ceniza con el que iniciamos el recorrido cuaresmal, va iluminado por las palabras que lo acompañan: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás» (Gn 3, 19), o bien «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15).

La Cuaresma empieza con la ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros para dar lugar a la novedad de la vida Pascual de Cristo.

Podemos preguntarnos como San Ignacio de Loyola en el libro de sus Ejercicios Espirituales cuando propone la contemplación de la cruz: Cristo ha muerto en la cruz por mí. Yo ¿que he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? y ¿Qué estoy dispuesto hacer por Cristo?. Y ¿esta cuaresma?.

Marquemos nuestro programa personal de conversión. Vivamos esta cercanía a Jesucristo con la comunidad cristiana en las celebraciones litúrgicas y sacramentos. Acerquémonos con plena confianza a Cristo en su perdón y alimento eucarístico. Rompamos nuestros egoísmos mediante la caridad cristiana.

El Vía Crucis que seguirá a esta celebración, presidido por la imagen de Jesús Despojado de la Cofradía de la Amargura, con sede canónica en la Parroquia del Salvador, nos ayude a la conversión personal que iniciamos hoy camino de la gran Fiesta cristiana de la Pascua.

Que nuestra Madre del Cielo nos acompañe en este itinerario hacia un nuevo y renovado encuentro con su Hijo. Amén.

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