Carta del obispo de Jaén, Mons. Amadeo Rodríguez
Al servicio de la conversión misionera de la catequesis
Un Directorio para conocerlo y asumirlo
Cuando está a punto de ver la luz, en su versión en español, el Directorio para la Catequesis, quiero adelantar una breve presentación, en la que espero animar a todos los destinatarios a conocerlo y asumirlo cuanto más en profundidad mejor. Es importante que sea conocido y estudiado; con él se puede orientar de un modo práctico el sentido misionero la acción pastoral. El Directorio es una guía autorizada para poner en práctica las indicaciones de Evangelii Gaudium y de todo el magisterio del Papa Francisco.
En el Directorio se recoge “casi” todo lo que en este momento se ha de tener en cuenta en el amplio ámbito de la acción catequética. De este directorio cabe decir que marca para la catequesis una acabada síntesis de todo cuanto hay que tener en cuenta en su programación y en su desarrollo, como enseguida diremos al hacer referencia a su contenido. Dice todo cuanto el catequista ha de conocer para su ser, su hacer y su saber hacer. Por eso, es tan importante que las comunidades cristianas lo conozcan.
El Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, competente para la catequesis desde el 16 de enero del 2013 por la publicación del Motu Proprio Fides per Doctrinam, es consciente de que el Directorio para la Catequesis es un instrumento perfectible. No tiene pretensiones de plenitud, porque por su naturaleza está destinado a las Iglesias particulares, de modo que se motiven y sean apoyadas para redactar sus propios Directorios. Por tanto, estamos ante un documento muy útil, hasta en su perfectibilidad, para cualquiera que en la vida de la Iglesia participe en la transmisión de la fe. Por eso advierto que hay que verlo con una mirada abierta y universal.
Documento que orienta la acción catequética
En la historia de la Iglesia, en todas las épocas, encontramos documentos que recogen las preocupaciones pastorales del momento en orden a la acción catequética. Sirvan de ejemplo algunos más significativos: La Didajé, Tradición Apostólica o de Catequizandis Rúdibus. Luego en la Edad Media encontramos las normas emanadas de los sínodos y concilios, hasta que en Trento se propone la elaboración de un catecismo, que se concreta en el Catecismo Romano o Catecismo universal Ad Párrocos. Los directorios, con autoría de la Santa Sede, surgen, sin embargo, a partir del Concilio Vaticano II. De hecho, el primero viene recomendado por el Decreto Christus Dominus, que estableció la necesidad de orientar la acción catequética de la Iglesia.
Apareció entonces el Directorio Catequístico General (1971). De inmediato, también los Sínodos marcaron los caminos de la evangelización y la catequesis. El Sínodo sobre la evangelización del mundo actual (1974) y la Exhortación Apostólica de San Pablo VI, Evangelii Nuntiandi (1975), ofrecen un horizonte nuevo para la pastoral misionera de la Iglesia en el mundo contemporáneo. El Sínodo sobre la catequesis en nuestro tiempo (1977), que da lugar a la publicación del Papa San Juan Pablo II de la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae (1979), señala un rico y fecundo camino para la acción catequética.
En la Iglesia española se crea el Secretariado Catequístico Nacional de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española. La acción catequética se dinamiza con Planes específicos, que siempre tienen en cuenta las urgencias derivadas de la cambiante sociedad española y las necesidades concretas de las diócesis en el campo de la educación cristiana. A la luz del magisterio universal, se elaboran documentos, que han servido de guía a la catequesis en España. Cabe destacar: La catequesis de la comunidad (1983); El catequista y su formación (1985); Catequesis de adultos (1990). A estos documentos hay que añadir la elaboración de materiales tanto para la Enseñanza Religiosa escolar como para la Catequesis.
El Catecismo de la Iglesia Católica
La publicación Catecismo de la Iglesia Católica (1992-1997), que fue un acontecimiento decisivo para la catequesis y marcó un hito fundamental en su evolución, genera una profunda reflexión y anima una también profunda renovación de toda la acción catequética, centrada, en principio, en la actualización de los catecismos locales. En ese momento justo aparece el Directorio General para la Catequesis (1997), que ofrece una perfecta y acabada síntesis de todo cuanto hay que contemplar en la acción catequética en su ser, en su saber y en su saber hacer. Se puede decir que es el documento que señala el camino para una renovada catequesis en nuestro tiempo. En España dio lugar a la actualización de los catecismos de iniciación cristiana, a la luz de su referente el Catecismo de la Iglesia Católica. Desde 2008 hasta 2019, se han elaborado los actuales catecismos: Mi encuentro con el Señor -para el despertar religioso e iniciación a la fe-, Jesús es el Señor -para la iniciación sacramental- y Testigos del Señor -para la personalización de la fe.
Documentos de la CEE sobre la iniciación cristiana
Al servicio de la iniciación cristiana y del catecumenado, la C.E.E. elaboran también una serie de documentos, que han servido de guía en nuestro caminar catequético en los últimos años: La iniciación cristiana (1998); Orientaciones pastorales para el Catecumenado (2002); Orientaciones pastorales para la iniciación cristiana de niños no bautizados en su infancia (2004); Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, parroquia y escuela en la transmisión de la fe (2013).
Nuestra última aportación es Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo. Instrucción pastoral para la iniciación cristiana de niños y adolescentes (2014). Con ese documento, además de marcar un camino que asume la situación de la fe de los destinatarios, en su desarrollo evolutivo, la reflexión y la acción de la catequesis y del catecumenado se abre a todas las preocupaciones y a las sensibilidades pastorales que ha de asumir la catequesis en tiempo de evangelización. Algunas de ellas las hemos encontrado en el Directorio que acaba de publicarse.
El Directorio del año 1997 ha acompañado durante veintitrés años el devenir de la catequesis en la Iglesia en España, que ha tenido momentos de gran riqueza en su desarrollo y, sobre todo, en una profunda reflexión. Se puede decir que ha marcado el ritmo renovador de nuestra catequesis en su concepción, en sus contenidos, en sus instrumentos, en su pedagogía y metodología, en la identidad y formación de los catequistas y, sobre todo, en una profunda reformulación de su servicio a la iniciación cristiana en el seno de las comunidades parroquiales.
Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
Ahora acaba de aparecer un nuevo y tercer Directorio para la catequesis. El hecho, a mi entender, más decisivo para su redacción y publicación está en el nuevo ámbito en el que la catequesis se sitúa en este tiempo. Por oportuna y coherente decisión del Papa Benedicto XVI, de la catequesis se ocupa en este momento el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. También han sido decisivos para su elaboración algunos acontecimientos de la vida de la Iglesia, como los últimos sínodos, que han señalado nuevos ámbitos y acentos para la evangelización y la catequesis. Y nada es tan decisivo como el Sínodo sobre la Nueva evangelización y la transmisión de la fe (2012) y la consiguiente Exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013) del Papa Francisco y su posterior magisterio. De un modo especial, no podemos olvidar el Sínodo sobre la familia y el de los jóvenes; ambos dieron lugar a las Exhortaciones Apostólicas Amoris Laetitia y Christus Vivit.
La novedad del Directorio para la catequesis
Al entrar en el estudio del nuevo Directorio para la catequesis se tiene la impresión de que no falta ningún acento en los que no hayamos ido avanzando en la renovación catequética; pero también se recogen sobradamente nuevas y decisivas intuiciones. Lo que sí es cierto es que no hay nada en este nuevo instrumento que sea ajeno a cuanto ha ocupado y preocupado a la sensibilidad del magisterio de los últimos Papas y en especial del actual Pontífice, Papa Francisco.
Este Directorio promueve una catequesis que, en sus objetivos, contenidos y estilo, realice una profunda conversión pastoral. Su primera preocupación ha de ser el promover un encuentro personal con Jesucristo, que lleve a los destinatarios a elegir libremente su fe y a descubrir que el mensaje que se ofrece es fuente de amor y de vida. La opción de fe será lo prioritario en la catequesis, más que la propuesta de contenidos. La transmisión de la fe estará al servicio de la animación de un acto de libertad en el que se descubre que se es amado.
El Directorio para la catequesis promueve el movimiento catequético
El Directorio para la Catequesis fue aprobado por el Papa Francisco el 23 de marzo pasado y presentado el 25 de junio. Se ha llegado al final tras doce proyectos sucesivos a lo largo de seis años. Este documento articula sus contenidos en una estructura renovada y sistemática para una actualización de la catequesis fiel a Dios y fiel al hombre, y en la que se conjuga una profunda relación entre verdad y libertad.
En el nuevo Directorio se recoge todo lo que hasta hoy ha ido aportando el movimiento catequético en toda su riqueza y en toda la variedad de sus aportaciones. De un modo especial se recogen principios teológicos-pastorales y algunas orientaciones fundamentales que han de ser relevantes para la práctica de la catequesis en nuestro tiempo. Seguramente, no hay “casi nada nuevo”, pero lo que sí se puede decir es que recoge todas las diversas y legítimas sensibilidades eclesiales.
El Directorio apuesta por una estructura renovada y sistemática
El resultado es que el Directorio para la catequesis articula sus contenidos en una estructura renovada y sistemática. La organización de los temas busca ordenar las diversas y legítimas particularidades eclesiales. El mismo Directorio hace en su introducción una rica síntesis de sus tres partes y de sus doce capítulos. Aunque nada puede sustituir a la lectura directa, lo recojo para que se pueda hacer una idea de la diversidad de temas que aparecen a lo largo de este rico documento; y, sobre todo, para que se perciba la unidad de planeamientos y principios a lo largo de su desarrollo.
EN LA PRIMERA PARTE (La catequesis en la Misión Evangelizadora de la Iglesia) plantea los cimientos de todo el camino de la fe:
La Revelación de Dios y su transmisión en la Iglesia abren la reflexión sobre la dinámica de la evangelización en el mundo contemporáneo, asume el desafío de la conversión misionera que corresponde a la catequesis (capítulo I).
La Revelación se aborda describiendo su naturaleza, su propósito, sus acciones y sus fuentes (capítulo II).
Del catequista se presenta su identidad (capítulo III), su formación (capítulo IV), se hace visible y operativo el ministerio eclesial de la catequesis.
En esta primera parte, además, de actualizar las cuestiones de fondo, es importante señalar el capítulo sobre la formación que indica importantes perspectivas en orden a la renovación de la catequesis.
EN LA SEGUNDA PARTE (El proceso de la catequesis) se entra ya en lo propio de la dinámica catequética.
En primer lugar, está el paradigma de referencia que es la pedagogía de Dios en la historia de la salvación, ese modelo inspira la pedagogía de la Iglesia y la catequesis como acción educativa (capítulo V).
A la luz de ese punto referencial, los criterios teológicos para el anuncio del mensaje evangélico son reorganizados y se adaptan a las necesidades de la cultura contemporánea. Además, el Catecismo de la Iglesia Católica se presenta aquí en todo su significado teológico-catequético (capítulo VI).
El capítulo VII presenta algunas cuestiones sobre el método de la catequesis con referencia, entre otras cosas, al tema de los diversos lenguajes.
La segunda parte se cierra con la presentación de la catequesis y los diversos interlocutores (capítulo VIII). Sabiendo que las condiciones culturales del mundo de hoy son muy diversas y que además son necesarias otras investigaciones a nivel local. Se ha querido ofrecer un análisis de las características generales de esta amplia temática, tomando nota de los ecos de los Sínodos sobre la Familia y los Jóvenes. Por último, el Directorio invita a las Iglesias particulares a prestar atención a la catequesis con las personas en situación de discapacidad, con los migrantes y emigrantes y con los privados de libertad.
EN LA TERCERA PARTE (La catequesis en las Iglesias particulares) muestra cómo el ministerio de la Palabra de Dios toma cuerpo en lo concreto de la vida eclesial. Las Iglesias particulares, con todas sus instancias, hacen presente la tarea de anunciar el Evangelio a los diversos contextos en los que viven (capítulo IX).
En esta parte, se reconoce la identidad de las Iglesias Orientales, que tienen una tradición catequética propia. Cada comunidad cristiana está invitada a confrontarse con la complejidad del mundo de hoy que confluyen diversos elementos (capítulo X).
Diferentes contextos geográficos, escenarios religiosos, tendencias culturales que, aunque no afectan directamente la catequesis eclesial, conforman la identidad de la persona de hoy, a la cual la Iglesia quiere servir. Eso pide un verdadero discernimiento en aras de la propuesta catequética. Vale la pena señalar la necesidad de reflexionar sobre la cultura digital y sobre algunos temas de bioética que pertenecen al gran debate de nuestros años. El capítulo XI, volviendo a la acción de la Iglesia particular, señala la naturaleza y los criterios teológicos de la inculturación de la fe que deben reflejarse en la redacción de los catecismos locales.
El Directorio se cierra con la presentación de los organismos, que en niveles diversos están al servicio de la catequesis (capítulo XII).
Un Directorio con sensibilidad evangelizadora
Como ayuda para el estudio y la reflexión, conviene tener en cuenta, como punto de partida, este elenco de acentos que, sin romper con la continuidad del magisterio catequético, convierten en novedad el desarrollo de la acción evangelizadora de la Iglesia, y de la acción catequética en particular, tal y como es presentado a lo largo de todos los capítulos y de todos los temas que en ellos aparecen.
1 Se tiene la impresión de que, en cada concepto, planteamiento, situación, responsabilidad, servicio, opción, se percibe la unidad de la acción evangelizadora de la Iglesia; no hay yuxtaposiciones, imprecisiones o desajustes con su objetivo fundamental, que no es otro que poner de relieve que “el corazón de la catequesis” es el anuncio de la persona de Jesucristo, que va más allá de los límites de espacio y tiempo, y ofrece a todos el sentido de la vida.
2 El anuncio del Evangelio es el testimonio de un encuentro que permite tener los ojos fijos en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado en la historia de los hombres, para dar cumplimiento a la revelación del amor salvífico del Padre. El kerygma es el anuncio de la misericordia del Padre que va al encuentro del pecador como un invitado al banquete de la salvación, que consiste en el perdón de los pecados y en la participación en la vida eterna. A partir de este punto central de la fe, la lex credendi se abandona a la lex orandi, y juntas realizan el estilo de vida del creyente como testimonio del amor que hace creíble el anuncio. De hecho, cada uno se siente involucrado en un proceso de realización de sí mismo que le lleva a dar una respuesta última y definitiva a la búsqueda de sentido.
3 La evangelización ocupa, pues, el puesto primario en la vida de la Iglesia y la catequesis se incluye íntimamente en ella; toda catequesis es evangelizadora. Se puede decir que la catequesis “vive” en la evangelización, y es una etapa de la evangelización, no una alternativa.
4 Se propone una catequesis kerygmática. En ella, el kerygma no es simplemente la primera etapa de la fe, previa a la catequesis, sino la dimensión constitutiva de la catequesis misma. El primer anuncio es el punto de fuerza de una catequesis renovada. La centralidad del kerygma tiene que ser aceptada en sentido cualitativo y no temporal; ha de estar presente en todas las tareas de la catequesis y en toda la catequesis. La fe es un acto de libertad que compromete toda la vida.
5 La catequesis kerygmática se pone al servicio de una adhesión de fe en lo esencial del anuncio cristiano: Jesucristo te ama, ha dado la vida por ti y ahora está vivo a tu lado cada día para iluminarte, fortalecerte y liberarte.
6 La catequesis kerygmática tiene su fuerza en “el encuentro” y no está focalizada en hacer conocer los contenidos de la fe; lo más importante en la catequesis será provocar un acto de fe que tenga una aceptación personal, porque la elección de la fe es un acto de libertad, en el que se descubre que se es amado. Sólo el encuentro permite experimentar la presencia de Dios en la vida de cada uno. El catequista y el catequizando han de experimentar juntos esa presencia viva, porque el cristianismo es una religión del presente.
7 El objetivo de fondo de la catequesis es el conocimiento del amor cristiano, que lleve a cuantos lo acogen a convertirse en discípulos evangelizadores. La opción de fe será prioritaria en la catequesis, mas que la propuesta de contenidos. La transmisión de la fe estará al servicio de la animación de un acto de libertad en el que se descubre que se es amado.
8 Una catequesis adecuada no proviene hoy solo de una Iglesia maestra, necesita también de su maternidad. La comunidad ha de ser madre antes que maestra. Toda la comunidad parroquial ha de saber que su vida y experiencia tiene un impacto sobre la catequesis y no sólo los catequistas.
9 El catecumenado tiene una explícita intención misionera; estructura un proceso orgánico y gradual para iniciar en la fe y en la vida cristiana. Se pone, por tanto, en valor la inspiración catecumenal de la catequesis y hace de ella una inserción progresiva en la vida comunitaria.
10 Se pone en valor la dimensión mistagógica de la catequesis, para educar en una mentalidad de fe y, especialmente para conocer, valorar y vivir los signos litúrgicos y adentrarse e identificarse en una comunidad que celebra.
11 Sugiere a la catequesis hacer una profunda conversión pastoral, librándose de algunos lazos que impiden su eficacia: su esquema escolástico, su vinculación a la recepción de los sacramentos y la instrumentalización de los sacramentos en la acción pastoral.
12 Se pone el acento, para la formación de catequistas y en la misma acción catequética, en la “via pulchritudinis”, que ha de ser una fuente permanente para la catequesis. “Anunciar a Jesucristo significa mostrar que creer en él y seguirlo no es solamente verdadero y justo, es también bello, capaz de llenar la vida de un nuevo esplendor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas” (EG 167). De un modo especial la catequesis ha de permitir conocer el rico patrimonio de arte, literatura y música que toda Iglesia local posee.
13 En la catequesis se ha de mantener unido el misterio de la fe, articulándolo en sus diversas fases de expresión: teología, liturgia, caridad. Por la teología conoce, a través de la razón, el misterio revelad; en la liturgia lo celebra y lo evoca en la vida sacramental; en la caridad reconoce el misterio del hermano necesitado. Para educar en el misterio, la catequesis ha de inicia en la vía de la contemplación.
14 Se recoge el cambio de contexto en que hoy se hace la catequesis, tanto al interior de la Iglesia como fuera de ella. En la globalidad cultural ha nacido una nueva cultura digital que ha abierto, en muchas partes del mundo, modelos de comunicación y formación que tocan en profundidad la cuestión antropológica, especialmente en lo que se refiere a la verdad y la libertad. Por tanto, se han de proponer itinerarios y contenidos para llegar a esos interlocutores y que puedan descubrir que la fe es adecuada a su propio mundo. Al interior de la Iglesia ha cambiado también la situación y hay que tomar conciencia de que el anuncio de Jesucristo no presenta una fe obvia, sino que es necesario que la catequesis haga una propuesta de opción de fe, antes que unos contenidos a los que adherirse.
15 Se hace necesario que la catequesis se sitúe en la vida de la persona, dándole especial importancia a la familia como sujeto activo de evangelización y lugar natural para vivir la fe. Se recomienda, por tanto, un acompañamiento de la familia, también en sus situaciones irregulares, con proximidad, escucha y comprensión.
16 Se presenta a los catequistas como “maestros educadores y testigos”, con “un estilo de comunión”, que acompañan en el camino de la fe. Se les hace una rica y diversa propuesta pedagógica para su servicio de mediación en la fe: especialmente en su lenguaje (narración, arte, música). Se insiste en su formación y se les sugiere que sean catequistas y no sólo cristianos que hacen catequesis.
17 Hay una clara apuesta por “la cultura de la inclusión”, que sea capaz de vencer el descarte. Con acogida y reconocimiento se ha acompañar la catequesis de las personas con discapacidad, que siempre son testigos de verdades esenciales de la vida humana como la vulnerabilidad y la fragilidad. También se recuerda a los migrantes, para los que la catequesis deberá señalar acogida, confianza y solidaridad. Y se proponen las cárceles como verdadera tierra de misión.
18 En sus páginas hay una serie de temas, que provienen de los escenarios culturales contemporáneos de una sociedad cultural y religiosamente poliédrica. Van dirigidos especialmente a los catequistas y son estos: la protección absoluta de los menores de cualquier forma de abuso; la potencialidad y los peligros de la cultura digital; la ideología de género; la genética y su posible manipulación; la dignidad de la persona; la pena de muerte, el compromiso ecológico, el trabajo, la opción por los pobres…
Perspectivas para leer el Directorio
Por tanto, al releer la naturaleza y del objetivo de la catequesis, este Directorio presenta algunas perspectivas que son fruto del discernimiento realizado en el contexto eclesial de las últimas décadas y que atraviesan todo el documento y constituyen su marco principal. Como síntesis, me sumo al Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización recomendado la lectura de este Directorio en esas mismas perspectivas. De ese modo lo contemplaremos siendo fieles a lo que la Iglesia quiere hoy que tengamos en cuenta: la catequesis kerygmática que se propone.
• Se reafirma la plena confianza en el Espíritu Santo, que está presente y actúa en la Iglesia, en el mundo y en el corazón de las personas. Esta convicción da a la tarea catequética una nota de alegría, de serenidad y de responsabilidad.
• El acto de fe nace del amor que desea conocer cada vez más al Señor Jesús, vivo en la Iglesia; por eso iniciar a los creyentes en la vida cristiana equivale a llevarlos al encuentro vivo con Él.
• La Iglesia, misterio de comunión, guiada por el Espíritu Santo, genera una vida nueva. Con esta mirada de fe se reafirma el rol de la comunidad cristiana como lugar propio de la generación y maduración de la vida cristiana.
• El proceso de la evangelización junto con el de la catequesis, constituyen una acción espiritual. Ello pide que los catequistas sean verdaderos «evangelizadores con Espíritu» y fieles colaboradores de los pastores.
• Se reconoce el papel fundamental de los bautizados. En su dignidad propia de hijos de Dios, todos los creyentes son sujetos activos de la propuesta catequética, no son convidados pasivos o meros destinatarios de un servicio y, por tanto, están llamados a ser auténticos discípulos misioneros.
• Vivir el misterio de la fe en términos de relación con el Señor tiene implicaciones para el anuncio del Evangelio. Ello pide superar toda contraposición entre contenido y método, entre fe y vida.
Jaén, 24 de septiembre de 2020
+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén
Presidente de la Comisión Episcopal de Evangelización,
Catequesis y Catecumenado