Cofradías y Hermandades de Pasión 2012

Carta Pastoral del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo.

Muy queridos cofrades:

1. El día 22 de febrero será este año el Miércoles de Ceniza y, el 8 de abril, Domingo de Resurrección.

Al ponernos la ceniza se nos dirá: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15), o “acuérdate que eres polvo y al polvo volverás” (cf. Gn 3-19).

En la Vigilia Pascual escucharemos, en cambio, durante el solemne Pregón: “Ésta es la noche en la que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos”.

Precioso el recorrido anual de la Cuaresma para el cristiano. Desde el don de nuestra fe, conscientes de que somos barro, nos ponemos en manos del Alfarero divino para creer más en Cristo, convertirnos, y así  llegar, con renovada esperanza, a la noche de Pascua. Allí, como nuevos bautizados, renovaremos junto a todo el Pueblo de Dios, en presencia del Señor, nuestros compromisos bautismales.

2. Este tiempo es un “regalo de Dios” para tomarnos en serio el cambio en nuestro interior, que todos necesitamos; Para dejar cargas que nos oprimen o impiden volar más alto; vivir nuevos ideales como verdaderos discípulos de Jesucristo.

El camino nos lo indica el Señor a través de la rica liturgia de la Iglesia durante todo este tiempo. Si estamos atentos nos ayudará a fijar nuestra mirada en el costado abierto de Cristo en la Cruz, pasando por el Cenáculo y el camino del Calvario. Descubriremos de forma nueva su profundo amor por la humanidad por ti y por mí. Tiene sed de nuestra sed de Él. La oración, limosna y ayuno serán para nosotros fuente de alegría serena, riqueza en nuestras vidas y estímulo para buscar el alimento de nuestro espíritu en las mesas de la Palabra y de la Eucaristía.

Por estos caminos y con estos medios se logra ver al mundo y al hombre desde Dios. Nos vemos a nosotros mismos tal como somos: barro y polvo, si nos empeñamos en caminar solos; Hijos de Dios sí, con Cristo, invocamos y buscamos con esperanza renovada a Dios nuestro Padre.

3. La Cuaresma es el tiempo privilegiado  de la peregrinación interior hacia Aquél que, sobre todo, es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestras pobrezas, sosteniéndonos y animándonos en el camino hacia la alegría intensa de la Pascua.

La Iglesia, iluminada por esta verdad pascual, es consciente de que, para promover nuestro desarrollo integral es necesario que la persona, cada uno de nosotros fijemos nuestra mirada en la de Cristo para asemejarnos a su inmenso amor misericordioso para con todos. Sólo esta transformación interior podrá colmar las profundas inquietudes de nuestros corazones y dar respuesta, desde ahí, a nuestras necesidades materiales y sociales.

Las pobrezas, egoísmos e indiferencias, tantas crisis como nos rodean, chocan de frente, como intolerables, con la “mirada” de Cristo. El ayuno y la limosna, junto con la oración, que la Iglesia propone de modo especial en el tiempo cuaresmal, son ocasión propicia para, desde esa “mirada”, dar pasos eficaces en favor de una verdadera conversión personal y comunitaria.

4. Muy queridos hermanos cofrades: Pidamos una y otra vez, durante el tiempo cuaresmal, unos por otros. Ayudándonos como verdaderos hermanos. Que Dios nos regale un corazón nuevo, para tener entrañas de amor como nuestro maestro pendiente del madero de la cruz por nosotros. Que recorramos estos días sembrando esperanza, creciendo en comunión y fraternidad.

Al iniciarse el presente curso pastoral les proponía el seguimiento y profundización en las tareas básicas y sugerencias de nuestro Plan Diocesano de Pastoral.

“La fe ha de ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración” se propone en uno de sus apartados. “Creación de ámbitos de formación específica para los distintos ministerios y servicios laicales” podemos leer en otro.

La Cuaresma es ocasión propicia para dar algún paso en esta dirección. Les animo a ello sobre todo a través de sus Capellanes y Hermanos mayores.

Desde la Cruz Cristo nos habla de amor y perdón, de conversión y misericordia. El es nuestro Salvador, Que María Santísima nos acompañe también y conduzca nuestras vidas junto a su Hijo hasta la Fiesta de Pascua.

Con mi saludo y bendición.

+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén

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