El Sr. Obispo inaugura el nuevo curso en los dos Seminarios y en el Centro de Estudios

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

El Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo López, presidía el pasado sábado, 4 de octubre, el acto de inauguración del nuevo curso en el Seminario Mayor de «La Inmaculada y San Eufrasio», el Seminario Menor «San Juan de Ávila» y el Centro Diocesano de Formación Cristiana «San Pedro Pascual».

Dicho acto comenzaba a las 11 de la mañana en la Capilla Mayor del Seminario. Allí se celebraba la Eucaristía presidida por el Sr. Obispo y concelebrada por el Vicario General, los Vicarios Episcopales, el Rector y Vicerrector de los Seminarios, el equipo de formadores, los miembros del claustro, los párrocos de los seminaristas y otros sacerdotes diocesanos.

Durante su homilía D. Ramón del Hoyo quiso dar la bienvenida al nuevo Rector, Vicerrector, formador y Vice-Director espiritual del Seminario. Igualmente, quiso agradecer el gran trabajo de los que no continúan en el nuevo curso.

El Sr. Obispo insistía, además, en que «lo más importante de todos estos actos es ponernos en manos del Señor para hacer junto a Él el recorrido de este nuevo curso. Para ello invocamos la ayuda especial del Espíritu Santo en esta celebración eucarística».

«Estar cada día en ratos de intimidad con Dios y, por tanto, vivir de hecho bajo la presencia de Dios es lo que permite al cristiano, al sacerdote, al seminarista, experimentar continuamente, por así decirlo, la grandeza de ser sus discípulos. Luego, ello nos ayuda a lo largo de las jornadas, a pesar de nuestras limitaciones, a vivir nuestra vocación a seguir al Señor, entre alegría y tristezas, amando y entregándonos a lo divino a favor de los demás desde el cumplimiento generoso y exigente de lo que el Señor pone en nuestras manos. Necesitamos momentos de silencio y de recogimiento, mirar al Sagrario, mirar una imagen de la Santísima Virgen, al crucifijo… para desde su luz penetrar en el profundo sentido que tienen hasta las cosas más ordinarias y diarias de nuestra vida. Dejar nuestros programas y preocupaciones en manos del Señor y decirle como María Santísima: «Hágase en mí según tu palabra»», continuaba.

Posteriormente, tuvo lugar el acto académico en el salón de actos.

En primer lugar, el nuevo Rector del Seminario Mayor, Seminario Menor y Director del Centro de Estudios, D. Luis María Salazar, quiso insistir en los principales objetivos para el nuevo curso.

«El Centro Diocesano de Formación Cristiana «San Pedro Pascual» agrupa una serie de instituciones que promueven la formación cristiana, especialmente de los laicos -sencillamente, la inmensa mayoría de la Iglesia-, en niveles distintos de exigencia y de profundidad en el estudio de la teología y la pastoral. Desde las sencillas, pero muy extendidas Escuelas de Fundamentos Cristianos, que por su propia dinámica están extendidas a lo largo de la geografía de la diócesis; siguiendo con el Centro de Estudios Teológicos pastorales (CETEP); continuando con los cursos para la obtención de la DECA que se imparte en colaboración con el Instituto de Estudios Teológicos San Agustín; y, por último, la extensión en Jaén del Centro de Estudios en Ciencias Religiosas en colaboración con la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Todas estas instituciones han ido encontrando su lugar y su propio público. Pero hay uno de esos centros que está a la búsqueda de ese público que es precisamente el Centro de Estadios Teológico Pastorales. Se imparte en 3 años con clases presenciales una formación de verdadero interés, pero que como no viene traducido en una titulación, ni da acceso a ningún campo profesional, pues quizá todavía no ha encontrado a las personas. Yo creo, con sinceridad, que sería un campo precioso para la formación de los catequistas, especialmente catequistas de adultos».

«El Seminario Menor tiene un reto, también. La unidad de equipo pone de manifiesto, y a la vez facilita, la necesaria coordinación con el Seminario Mayor. Los dos centros, siendo diferentes y teniendo objetivos diferentes, están al servicio de un mismo proceso vocacional. Un proceso vocacional que tiene como objetivo que la persona aprenda a decirle que sí al Señor, sea lo que sea lo que el Señor pida».

«Para el Seminario Mayor Diocesano hay un reto también apasionante. Y es que desde el cambio en la estructura de la Curia Romana los Seminario Mayores han pasado a depender de la Congregación para el Clero. Se entiende así, con ese gesto, una declaración de intenciones que no puede ser silenciada. Y es que el Seminario y la formación de los seminaristas no es meramente una carrera, sino que el Seminario es un presbiterio en gestación en la que la formación es multidisciplinar donde todos los aspectos deben estar coordinados, integrados y todos al servicio de un plan de formación único».

A continuación, Dª. María Dolores Barbero, secretaria general, dio lectura a la memoria del curso 2013-2014 del Seminario Mayor de «La Inmaculada y San Eufrasio», el Seminario Menor «San Juan de Ávila» y el Centro Diocesano de Formación Cristiana «San Pedro Pascual».

La jornada continuaba con la lección inaugural «Silentium Facite!: Sobre el silencio en la Liturgia», a cargo de D. Antonio Lara Polaina, profesor de liturgia del Seminario.

«La elección de la lección inaugural, no ha venido motivada exclusivamente por la insistencia del Magisterio sobre esta materia, sino porque he sentido «sobre mí esa misión pastoral de atraeros al silencio interior y al recogimiento, porque solo podemos acercarnos a Dios silenciando los ruidos que hay dentro de nosotros y también a nuestro alrededor, para que Dios pueda seguir hablándonos. Hay que saber callar para que hable Dios y para hablarle nosotros a Él»», comenzaba.

Lara explicaba, además que el contenido de dicha lección hacía hincapié en el silencio en la liturgia, desarrollando esta temática en la celebración de la Eucaristía y el valor del silencio en nuestra vida, así como una introducción sobre el lugar de celebración, la casa del silencio, de la Palabra, de la Eucaristía, de la Comunidad.

Asimismo, D. Antonio insistía en que vivimos «en una época marcada por el ruido, catalogada como la más ruidosa de la historia, invadida por el claxon de los automóviles o ensordecida por los establecimientos nocturnos, donde cada vez se hace más necesario hablar a gritos para comunicarnos… donde el silencio casi no existe. Pero, al mismo tiempo, se trata de una época en la que tampoco se soporta el silencio, nos da miedo entrar en nuestra casa y sentirnos en silencio. Para una gran mayoría es un signo de vacío».

Sin embargo, aseguraba que «el silencio tiene la capacidad de empujarnos; el silencio se siente, se respira. Aún más, el silencio es un gran don que llena la vida, nuestra vida».

«Necesitamos hombres nuevos que deseen experimentar el silencio en sus vidas, es decir, que el silencio sea su vida. No monjes, sino cristianos bautizados, en medio del mundo, que respondan a su vocación litúrgica del silencio. Porque es en el silencio donde florecen y maduran las grandes vocaciones, precisamente porque es el lugar privilegiado para escuchar y acoger a Dios, para responder a su llamada», continuaba.

Tras la lección inaugural, el Sr. Obispo hizo entrega de una insignia del Seminario, como homenaje, a los tres profesores que pasan a la condición de eméritos: D. Juan Viedma, D. Santos Mariano Lorente y D. Pedro Ortega.

Por último, D. Ramón del Hoyo López, tomaba la palabra, quedando así inaugurado el nuevo curso académico.

«Esta casa mirando hacia atrás tiene mucha historia. Una historia riquísima que se ha ido construyendo durante siglos con Obispos, sacerdotes y otras muchas personas. Y de aquí ha salido una sementera abundante. Miremos así siempre al pasado con agradecimiento y como un estímulo que hemos de conservar y superar si es posible. Tampoco podemos prescindir del presente, también tiene mucha importancia. Y mirando al futuro yo diría dos cosas. Primero, que hemos de seguir trabajando en el tema de las vocaciones al ministerio sacerdotal. Fundamentalmente es un regalo de Dios y hay de rodillas que insistir, pero también hay que buscar. Estoy convencido de que Dios nos enviará sacerdotes, nos los está enviando, pero quizá queden por ahí plantas que por falta de diligencia no las buscamos, o no las encontramos, o no las cultivamos. Y eso sería muy grave. Esto también es todo un reto, no sólo para los sacerdotes y el Obispo, es de todos. Y en segundo lugar sepan que se están preparándose bastantes sacerdotes jóvenes en diversas Universidades y Facultades. Son seis o siete los que están estudiando y preparándose mirando al futuro. También a ellos les tenemos que agradecer, porque al fin y al cabo son riqueza de nuestra Iglesia que van a poner a disposición de todos. Y a los seminaristas decirles que sean unos jóvenes tal y como quiere hoy la Iglesia, tal y como nos está indicando el Papa», indicaba.

La mañana culminaba con un pequeño aperitivo fraternal.

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