El Obispo se reúne con medio centenar de religiosas contemplativas en la Jornada Pro Orantibus

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Con el lema «Generar esperanza», la Iglesia celebraba ayer, en la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada Pro Orantibus, dedicada a la vida contemplativa.

Por este motivo, nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, eligió, como ya hizo el pasado año, una comunidad de religiosas para celebrarlo. Así, presidió la Eucaristía en el Convento de la Purísima Concepción, Las Bernardas, de la capital jiennense, en el que participaron medio centenar de religiosas contemplativas, de 20 monasterios de nuestra Diócesis del Santo Reino.

La celebración eucarística, que comenzaba pasadas las 11.30 horas, estuvo presidida por nuestro Obispo y concelebrada por del capellán del monasterio, D. Francisco León; su secretario personal, D. Francisco Javier Cova; y el sacerdote y responsable diocesano del Servicio de acompañamiento de los Ministros Extraordinarios de la Eucaristía, D. Manuel Sánchez, ya que durante la Eucaristía se instituía en este ministerio a alrededor de 40 contemplativas, allí presentes.

Tanto la monición de entrada, como las lecturas, la oración de los fieles y las ofrendas fueron realizadas por las religiosas contemplativas. El Evangelio fue proclamado por D. Francisco León. Y el acompañamiento musical corrió a cargo de Las Bernardas.

Homilía

El Obispo comenzaba su homilía recordando que la Iglesia celebraba Solemnidad de la Santísima Trinidad y la Jornada Pro Orantibus. Dirigiéndose a las religiosas subrayó que «hoy, de manera especial, rezamos y damos gracias a Dios por vosotras, por vuestra vida tan necesaria en nuestra Iglesia». En este sentido Don Sebastián, haciendo alusión al mensaje de los Obispos para esta jornada subrayó que la vida de las hermanas contemplativas «alientan nuestra esperanza, pues al renunciar al espíritu mundano y entregar radicalmente la vida a Dios “a querer tocar lo grande […], la verdad, la bondad y la belleza, la justica y el amor”, se convierten en parábola de la esperanza última para la Iglesia y para toda la humanidad”. Es decir, hacéis a esta esperanza “carne cotidiana” al cultivar la oración y la celebración; la fraternidad y la reconciliación; la hospitalidad y la caridad; el trabajo y el descanso». «Gracias por vuestra vida que genera esperanza y nos fortalece en ella».

Asimismo, Monseñor Chico Martínez quiso explicar que las lecturas bíblicas del domingo de la Santísima Trinidad nos ayudan «a adentrarnos en el misterio que hoy contemplamos y adoramos, el misterio de Dios. Será Jesús, con la entrega de su vida a los hombres, quien nos abra este misterio de la vida íntima de Dios, la vida eterna y gozosa de la Trinidad y nos invite a entrar con Él en el gozo inmenso de la comunión de las tres personas divinas». Para añadir: «La verdad del hombre es vivir en comunión con la Trinidad, ante el Padre, en el Hijo, con el amor del Espíritu Santo. La Comunión de las tres personas divinas, es el centro y el origen de todo, la fuente de la vida y de la belleza universal. Ella, esta comunión, es la fuente de nuestra vida, el hogar de nuestro reposo, el esplendor de nuestra gloria».

Del mismo modo, el Obispo exhortó a las que iban a ser instituidas Ministras Extraordinarias de la Comunión «a ser, por vuestra fe viva y vuestra caridad, modelos para vuestras hermanas, y vivir intensamente este misterio de unidad y de amor fraterno».  «Recibid este ministerio con gran amor y agradecimiento. Deseamos que este servicio, que vais a prestar a nuestra Iglesia, especialmente a vuestras comunidades, dé abundante fruto en vuestras vidas», apuntó.

El Pastor diocesano concluía encomendándolas a la Santísima Virgen, para que «os guarde y proteja a vosotras y a vuestras Comunidades, tesoro y corazón de nuestra Iglesia diocesana, con el deseo de que vuestro testimonio sea esperanza, aliento y gozo de todos nosotros, Iglesia que camina hasta llegar al corazón de la Santísima Trinidad, nuestra morada».

Tras la Eucaristía, que terminaba con la Salve, las religiosas de vida contemplativa tuvieron un encuentro, dentro de la clausura, con el Obispo, en el que pudieron dialogar, entre otras cuestiones, sobre la esperanza de sus comunidades. La jornada culminaba con una comida fraterna.

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