El Sr. Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo, ha asistido en su diócesis natal de Burgos a la fiesta que ha celebrado el presbiterio de esta diócesis en honor de San Juan de Ávila. D. Ramón, que cumple en este año sus bodas de oro sacerdotales, participó anteriormente en esta fiesta en nuestra diócesis de Jaén, en una jornada festiva que se celebró en Úbeda y en donde se rindió homenaje a los sacerdotes que cumplían 60, 50 y 25 años de servicio ministerial en la Iglesia de Jaén.
La fiesta de san Juan de Ávila ha servido de excusa para que algo más de dos centenares de sacerdotes diocesanos de Burgos se dieran cita en el Seminario de San José y rindieran homenaje a los sacerdotes que celebraban el aniversario de su ordenación sacerdotal.
La jornada comenzó con una conferencia a cargo del padre Carmelita Pedro Tomás Navajas. Bajo el título «Teresa de Jesús, comunicadora de la alegría del evangelio», Navajas fue desgranando las actitudes de la santa abulense válidas también para los sacerdotes seculares del siglo XXI. Tras la conferencia, llegó el turno de la celebración de la eucaristía. En ella cobraron especial protagonismo los sacerdotes homenajeados.
Entre los sacerdotes jubilares se encontraba nuestro obispo monseñor Ramón del Hoyo, quien fuera ordenado sacerdote hace ahora cincuenta años y que en la diócesis de Burgos trabajó como vicario judicial y vicario general. Él fue el encargado de pronunciar la homilía en la eucaristía, que fue presidida por el Sr. Arzobispo, D. Francisco Gil Hellín. D. Ramón, en su homilía, animó al clero burgalés a «predicar el evangelio aún cuando las circunstancias lo impidan». Además, y dado «que todo el pueblo cristiano tiene los ojos fijos en nosotros», dijo, «es necesario hacerlo con coherencia» pues «somos relicarios de Dios». En efecto, es bien sabido que el comportamiento de algunos sacerdotes «han hecho mucho daño a nuestra querida Madre Iglesia» con hechos «tan escandalosos» como «los abusos sexuales a menores, las fortunas que aparecen en las testamentarías de algunos sacerdotes, grandes viajes, buenas vacaciones, coches de alta gama o comidas en restaurantes selectos». De ahí que «su estima entre la sociedad civil esté solo por encima de la de los políticos» y exija de ellos cuidar «su dirección espiritual y sus momentos de sagrario y confesionario, pobreza y humildad» para «ser de verdad pastores de nuestro rebaño».
La jornada concluyó con una comida de hermandad y la entrega de obsequios a los sacerdotes jubilares.
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