El Obispo crea un decálogo del Beato Lolo en la clausura de su Centenario

Diócesis de Jaén
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Con motivo de la Eucaristía de clausura del Centenario del nacimiento del Beato Manuel Lozano Garrido, «Lolo», el Prelado jiennense, Don Amadeo Rodríguez Magro, ha presentado un decálogo sobre la figura del beato periodista, que recoge los aspectos más reseñables de su vida y de su personalidad que lo configuraron, desde niño con Cristo, y que lo llevaron a la santidad.

Este gesto es un guiño del Obispo del Santo Reino al Decálogo del periodista escrito por Lolo como manual de instrucciones para los que se dedican a la comunicación y el periodismo y lo quieren hacer desde la ética y la responsabilidad de su oficio.

Decálogo del Beato Manuel Lozano Garrido, «Lolo»

Le damos gracias al Señor, en la clausura de este Centenario del nacimiento y bautismo de Lolo, porque esta celebración nos ha servido para conocerle más a fondo. Y, para concluir, os haré la semblanza humana y espiritual del Lolo que yo he conocido, al que  pongo como intercesor en estos últimos tiempos de mi ministerio episcopal entre vosotros. Lo haré con una especie de decálogo, en el que recogeré lo esencial del legado de Lolo.

1.Lolo es un modelo acabado de imagen y semejanza divina, es un ser humano que, desde que fue tocado por la gracia primera que recibió en la pila bautismal, creció en un estilo de vida que ya marcaría toda su existencia: vivió en Cristo Jesús.

2.  Lolo fue un niño, adolescente y joven que, con una apariencia normal, alegre e incluso traviesa, vivió comprometido con su fe y lo hizo en todas las situaciones en las que era necesario el testimonio y el servicio cristiano. Nunca se echó atrás en nada, aunque sus acciones supusieran un riesgo para él y para los suyos, como cuando hizo de Tarsicio distribuyendo la comunión.

3. En la Acción Católica, en su formación, compromiso y acción, se fue forjando un laico cristiano, que vivió con intensidad y hondura su vocación bautismal, en medio de las condiciones del mundo, esas que, para él, nunca fueron ni fáciles ni cómodas.

4. Siempre se sintió acompañado en el seno de la Iglesia, guiado por presbíteros santos y apostólicos; nunca huyó de los compromisos de la vida, en los que siempre estuvo con audacia y sin temor, incluso cuando en aquello que tenía que hacer y padecer tuviera un ambiente martirial. Por el atractivo humano y espiritual que tenía su vida en Cristo,  se convirtió en un acompañante y líder admirable de otros jóvenes. La amistad con Lolo reconfortaba y llenaba de Dios.

5. Vivió siempre con una profunda atención a la sociedad de su tiempo, también cuando, por la enfermedad, su mundo se redujo en el pequeño espacio de su habitación. Entonces su mirada fue más amplia y abierta ante las situaciones humanas, sociales y espirituales, a las que siempre estuvo tan atento, de tal modo que se convirtió en un verdadero experto en humanidad. Su programa de vida decía: Por la mañana desayunarás con el buen pan de Dios, y después, enriquecido por su milagro, distribuirás tú los panes y los peces de tu corazón. Hermoso lema: vivir recibiendo de Dios para dar amor de Dios a los demás.

6. Lolo vivió muchos años sintiendo el duro, lento y pertinaz camino de su enfermedad degenerativa, que le convirtió en un dolor viviente y en un sacramento del dolor. Aunque tenía una aguja en cada célula de su cuerpo, su vida siempre estuvo marcada por la Pascua del Señor. De ahí que la deformación física nunca pudo con su agilidad espiritual. “Pesa, pero tiene alas”, decía de su situación.

7. Atrae de un modo especial en él el tono vital de su existencia, que no estuvo nunca marcado por la tristeza, sino por la alegría; no por el llanto, sino por la iniciativa apostólica; no por la soledad, sino por la comunicación y la amistad con todos, grandes y pequeños, sanos y enfermos, pobres y ricos. Por eso decía tan lúcida y bellamente: restriega y lava tus ojos en la fe, para ver siempre a Cristo que vive en la persona que es buena, en la mediocre y en el pecador. Eso es vivir en Cristo para todos.

8. Lolo encontró en la escritura y el periodismo un cauce de expresión y comunicación de lo que vivía y sentía y de lo que podía ofrecer a los demás. Lo hizo en más de 800 artículos y nueve libros, en los que se irradia, en una belleza singular, su capacidad de contemplación de la creación y de la bondad humana.  En todos sus escritos manifiesta amor de Dios y la alegría del Evangelio y se muestra como un verdadero modelo de escritor y periodista cristiano. De la pluma del escritor Manuel Lozano siempre salían palabras de vida, de verdad, de justicia, de paz, de mansedumbre.

9. Lolo vivió una profunda espiritualidad Eucarística. la Eucaristía era para Lolo el secreto de su fortaleza interior: le transmitía la energía necesaria apara realizar su obra. Sentía su vida “tutelada” por Jesús sacramentado. En la enfermedad siempre pudo mantener un diálogo vivo con el Señor, justamente por la celebración de la Eucaristía en el altar que tuvo en su habitación. Era allí donde tenía “mesa redonda con Dios”.

10. La espiritualidad de Lolo era mariana. Lolo vive con profundidad la maternidad espiritual de la Santísima Virgen y se sentía bajo su mirada amorosa. Cuatro son los nombres de María que le acompañaron: la titular de su parroquia, Linarejos, patrona de la ciudad de Linares, la Virgen de Tíscar y Lourdes, donde peregrinó y donde sintió el milagro del consuelo como le sucede a todos los enfermos que en aquel bendito lugar se encuentran con la Madre del cielo.

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