El Espíritu Santo derrama sus dones en 83 jiennenses

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Culmina la Pascua con la efusión del Espíritu Santo, que como reza el lema de este año en la jornada que la Iglesia dedica a Acción Católica y a Apostolado Seglar, “Juntos anunciamos lo que vivimos”, “invita a todos los bautizados, especialmente a los laicos, a tomar conciencia de la importancia del anuncio explícito de Jesucristo, con palabras y con obras”.

83 fieles de las parroquias de Jaén capital, Santa Isabel; Santiago Apóstol; Santa Cristina; San Juan y San Pedro; San Eufrasio; San Bartolomé; de los colegios Santa María de los Apóstoles y Cristo Rey; así como de San Eufrasio de Andújar y de Ntra. Sra. de Gracia de Villardompardo, acudieron hasta la Catedral para recibir, de manos del Obispo de Jaén, el crisma que los confirma en la fe de Cristo.

Una ceremonia muy solemne, en la que, junto a Monseñor Chico Martínez concelebraron algunos de los párrocos de los confirmandos, así como el Rector del Seminario que estuvo acompañado por los seminaristas, quienes acolitaron la celebración.

Como memoria de las aguas del bautismo, por los que nacimos a la vida cristiana, el Obispo asperjó agua bendita entre los presentes.

Las lecturas estuvieron participadas por miembros de las comunidades parroquiales presentes. Uno de los seminaristas proclamó la secuencia de Pentecostés y el Evangelio lo cantó el canónigo, D. Emilio Samaniego. El coro de D. Alfonso Medina hizo el acompañamiento musical a la celebración.

Antes de comenzar la homilía, los confirmandos fueron presentados por uno de los párrocos, D. José Antonio Maroto, ante el Obispo, asegurando que habían recibido la formación adecuada para recibir la señal indeleble del Espíritu.

Homilía

Don Sebastián Chico Martínez quiso enmarcar Pentecostés en la historia de la salvación como su culminación. “El acontecimiento de Pentecostés es la culminación de la obra redentora y salvadora de Jesucristo, el arranque de la plenitud histórica de su Iglesia, y por eso mismo el marco adecuado y completo para comprender y realizar nuestra vida. A los cincuenta días de su Resurrección, Jesús, vuelto ya con su humanidad a la gloria del Padre, envió sobre sus discípulos el Espíritu Santo, que les había prometido, para que pudieran vivir y actuar como discípulos y como apóstoles suyos, como hijos de Dios, ciudadanos del Cielo y profetas de la buena nueva de la gracia y de la salvación de Dios”.

De igual manera, Monseñor Chico quiso subrayar la vigencia de Pentecostés y la acción continua del Espíritu Santo sobre la Iglesia y sobre la humanidad: “Pentecostés no es sólo un día remoto. Pentecostés es el estado permanente de la Iglesia, de los bautizados, de los discípulos de Jesús”.  Para añadir, Él, el Espíritu de amor, sigue suscitando y sosteniendo tantos ejemplos de amor, entrega y compromiso de los cristianos en el mundo… matrimonios, familias, hijos, consagrados, sacerdotes, santos, …  Él nos sigue ayudando a buscar iniciativas de unidad ecuménica”

Después, quiso dirigirse a los que iba a administrar el sacramento de la Confirmación, con el que se cierra el ciclo de los sacramentos de iniciación cristiana, para decirles: “Mis queridos confirmandos, celebrar el sacramento de la Confirmación es como acoger la visita del Señor y escuchar sus palabras, “recibid el Espíritu Santo”. Es como vivir de nuevo la gran novedad de aquel primer Pentecostés. Aquí estamos, como los primeros discípulos, reunidos a la sombra de la Virgen María y de nuestra Madre la Iglesia Católica, para recibir en nuestros corazones la fuerza y la vida nueva y vigorosa del Espíritu Santo de Dios”.  

A la vez que los animó a forjar su vida de cristianos sobre cuatro pilares de actuación: “el fortalecimiento de la fe. El fortalecimiento de nuestra pertenencia a la Iglesia. La fortaleza para vivir cristianamente.    Y ser apóstoles anunciando a los hombres de nuestro tiempo la grandeza de Jesucristo”.

Concluyó sus palabras rogando al Espíritu Santo para que viniera y renovara “nuestros corazones, haznos testigos y misioneros del evangelio de Jesús, con nuestras buenas obras, con nuestra forma de vida, con el cumplimiento de nuestras obligaciones, con la generosidad y la fraternidad de nuestras vidas”.

Rito de la Confirmación

A continuación, los confirmandos renovaron las promesas bautismales que por ellos hicieron sus padres y padrinos.

Arrodillados los que iban a recibir el sacramento, y recordando el día de Pentecostés, el Obispo les impuso las manos, como desde ese día han ido haciendo los obispos y sus sucesores para transmitir Espíritu Santo.

Uno a uno, acompañados de su padrino o madrina, los confirmandos se arrollidaron ante el obispo para ser crismados y recibir los dones del Espíritu.

Adolescentes, jóvenes, algunos mayores, se acercaron ante el altar a recibir el sacramento, también alguna mujer embarazada y otras con bebés en los brazos. Imágenes únicas de un día en el que, de una manera especial, recordamos que el Paráclito está entre nosotros como luz que penetra las almas y fuente del mayor consuelo.

Antes de concluir con la bendición solemne la celebración eucarística, el Obispo animó a los presentes a escuchar al Espíritu Santo y conocer lo que Dios quiere de cada uno de los recién confirmandos. Una efusión que lleva a la acción y, también, al descubrimiento de la vocación personal.

Galería fotográfica: «Confirmaciones en Pentecostés 2023»

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